Los genios tienen sus cosas y en este caso esas cosas pueden dejarme hasta ciega de admiración: El Moisés de Miguel Angel produce ese mareo de arte tan popular cuando se ve una desbordada por la perfección en piedra y en medio de un punto insignificante que sin embargo está rodeado de colosos; de nombres escritos en mármol, de miradas vacías pero a la vez portadoras de todos los sentimientos que pueden expresar los seres humanos.
Esta escultura de mármol que representa al personaje más interesante de las Sagradas Escrituras es una obra (como no¡) de Michelangelo Buonarroti (1513-1515 tiempo de su realización) que en un principio estuvo concebida para la tumba del Papa Julio II en la Basílica de San Pedro, un proyecto colosal que debía dar al gran artísta todo el espacio que necesitaba para sus seres más que humanos y quizás incluso más que legendarios. El proyecto original estaba compuesto por una estructura independiente, sin apoyo ninguno con tres niveles y aproximadamente 40 estatuas y sin embargo el Papa sin mediar palabra quitó la ayuda para el proyecto para dárselo a Bramante que estaba haciendo obras en San Pedro de Roma.
Muerto el Papa la familia della Rovere de la que procedía destinó sus ayudas para que la tumba estuviese en la capilla de la iglesia menor de San Pietro in Vincoli de la que eran mecenas y de la que fue cardenal el propio Papa antes de ser nombrado Jefe del Vaticano. Después el proyecto se fue reduciendo hasta que llegó a ser un muro sencillo con menos de un tercio de las figuras que se incluían en el proyecto original. La estatua representa a Moisés con cuernos en su cabeza, se cree que esta versión escutural proviene de un error en la traducción por parte de San Jerónimo del capítulo del Éxodo, 34:29-35: Moisés se caracteriza por tener “karan ohr” (rayos de luz) que salen de su cabeza, lo que San Jerónimo en la Vulgata tradujo por “cuernos”. Esto en la traducción es posible debido a que la palabra “keren” en hebreo puede significar rayo o cuerno.
El espíritu de la tumba no es lo que pensaba el autor, el gran Miguel Angel, pero conserva la figura del Moisés finalizado durante una de las reanudaciones del trabajo en 1513. Está diseñado para ser visto desde abajo; es la única forma de admirarlo equilibrado. El Moisés actual está dentro de un altar pequeño que le quita majestuosidad en su primer golpe de vista. El líder de Israel se presenta sentado con las Tablas de la Ley debajo del brazo y con la otra mano acaricia los rizos de su barba. La imaginación nos hace ir hasta un Moisés en éxtasis tras recibir los Mandamientos en el Monte Sinaí, abajo el pueblo de Israel se entrega una vez más a la idolatría. De nuevo, Miguel Ángel utiliza una cabeza vuelta dando a ésta una expresión de tremenda ira que se refleja también en la poderosa constitución de la estatua y en sus ojos.
Hay que destacar también los detalles del cuerpo y de los pliegues de los ropajes quizás colocado de tal forma que nos hace pensar en que el Patriarca tiene cierta tensión psíquica: la protuberancia de los músculos, la hinchazón de las venas, las grandes piernas, pesadas al empezar a moverse. Tal y como afirma un escritor: si este titán se levantara el mundo se rompería en pedazos.
Miguel Ángel se hace dueño del mármol para poner en su Moisés la cólera de la infidelidad del pueblo, de su pueblo. Sin embargo los seres del artista tienen prohibida la liberación de sus energías.En una manera neoplatónica de definirlo; vemos como la parte derecha está estable (que representa la parte divina) y la parte izquierda es la parte por donde le viene el peligro y el mal (la parte humana). La figura respira esa cólera tensa que produce su pueblo bailando ante el becerro de oro.
Para un buen estudiante de Platón los elementos están representados en su cuerpo:la tierra, representada en la pierna con los pligues de la ropa formado cuevas o lugares oscuros. El aire que respira se ve en las aletas de su nariz. El agua representada en sus barbas a modo de cascada. El fuego representado con esos “cuernos”(cosa fácil hacerlo en la pintura pero que en la escultura se tuvo que acudir a algo representantivo). La sangre corre por su cuerpo porque se nota de una manera fácil, el genio lo tiene a punto de estallar y el grito está contenido en su boca, frunce el ceño, sus pensamientos se pueden adivinar por su gesto y su mirada es como un rayo en el firmamento. Miguel Angel no dejó nada olvidado en un momento que estudió en todo su trayecto.
Miguel Ángel pensaba que el Moisés era su mejor creación y con ella se había consagrado como el mejor; a tal altura llegó su orgullo que se cuenta y algunos críticos hacen referencia a éllo: la leyenda dice que al acabarlo el artista golpeó la rodilla derecha de la estatua y le ordenó “¡habla!”, sintiendo que la única cosa que faltaba por extraer del mármol era la propia vida. Curiosamente en la rodilla se puede encontrar una marca quizás fuese el martillo de Miguel Ángel cuando golpeó a su Moisés. Otra curiosidad más es que el artísta quiso quedarse con la estatua lo mismo que con otras de sus obras; pero el trabajo estaba pagado y financiado y no pudo ser. Un nuevo tormento para este especial ser maestro en el arte de esculpir sentimientos pero tan débil a la hora de poner sus ideas en orden.
Este trabajo de Miguel Ángel inspiró otra estatua de Moisés en la Fontana dellAcqua Felice.
DAMADENEGRO 7/3/2009
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