Saco fotos de todo y por si no te habías dado cuenta, lo hago mientras te miro y no digo nada. No quiero más tecnología que tú y yo y nuestra energía. No paro de descubrir rincones, pero no de los que aparecen en las guías, sino de los que tú me dejas encontrar. Y todo me parece de otro mundo aunque por suerte, es el mismo, el nuestro. Si quieres, nos podemos traer recuerdos de otros lugares. Una promesa, por ejemplo, estaría bien. El exceso de equipaje está más que asegurado.
La playa que vemos todos los días parece otra cuando se queda desierta y yo prometo que no te vas a quedar sin saberlo. Podemos escapar de la rutina. Que se vaya ella de vacaciones. ¿Qué quieres probar platos de otros países? Pues los inventamos y dejamos en ridículo las fronteras. Además, nuestro balcón tiene las mejores vistas y no hay que pedir mesa.
Sabes, no tenemos que hacer lo de siempre aunque reconozco que siempre haría esto. Así que no me preguntes dónde quiero ir este verano. No te preocupes si no podemos ir a ninguna parte. Nos quedaremos en cualquier parte, viajando así, de esta forma que me inventé cuando te conocí. Y tampoco pasa nada si no se lo podemos decir a nadie. Ni te imaginas la envidia que sentirían.