Era una noche donde la soledad se apoderaba de mi habitación, miraba como el minutero giraba y esperaba esa hora indicada -12:00 am- por que sabia que podría hablar con esa persona que a pesar de estar a miles de kilómetros la sentía a centímetro de mi sofá, pensar que una hora no me era suficiente para calmar esas ganas de decir hola, buenas noches y hasta pronto?
Esa persona que la vi crecer, no física ni presencialmente pero si a través de su voz, fotos y mensajes, una persona que me enseñaba otro idioma, me mostraba otro mundo con sus historias y me dejaba ver su alma desnuda en un cuerpo lleno de prendas, me describía su familia con un acento jocoso y me plasmaba su futuro a través sonrisa.
Por cosas del destino, la batería de ese reloj se iba agotando y sin más reparo un día se freno; se perdió el hola, buenas noches y espero verte mañana? en esta historia ese reloj ya estaba en el pulso de otra persona y con una nueva fuente de energía; solo quedaba la esperanza que algún día volviera a mi esa manos húmedas, esos nervios incontrolables y esas sonrisas nerviosas que se me solían salir.
Sin mas reparo la vida seguía y los días pasaban sin ninguna señal clara sobre esa persona, de repente sobre mi foto, un me gusta a kilómetros me produjo una alegría inesperada, la misma sonrisa nerviosa y el mismo gesto en mi cara? Después de unos años sentía como esa distancia era tan solo centímetros cada vez más cortos, las palabras más sinceras, los sentimientos más definidos y la sonrisa más grande y perfecta que nunca.
A esa persona hoy le quiero dar las gracias porque a pesar de que me desaparezco y me pierdo por largos periodos de tiempo, El siempre reaparece y me saca risas con su mismo acento, sus historias sobre el Colombianito y la sonrisa que esta tan poco de ser perfecta.
Ferney T. Palacios