Las Marías de Santiago
Maruxa (1898-1980) y Coralia (1914-1983) nacieron en una familia obrera de 11 hermanos. Tras el estallido de la Guerra Civil asesinaron a uno de sus hermanos (miembro de la CNT) y otros dos consiguieron huir. Los falangistas trataron de utilizar a la familia para averiguar su paradero. Registraban y desbarataban la vivienda, incluso desnudaban a las hermanas en la vía pública para humillarlas. Con poco más de 20 años y hasta mediados de los años 40, la vida de Las Marías se convirtió en un mal sueño. Finalmente los hermanos huidos fueron arrestados y cesó la presión sobre las Fandiño. Aun así, su situación económica era muy precaria y tuvieron que abandonar su trabajo de costureras porque los clientes dejaron de llevarles ropa. Vivieron gracias a la caridad de los vecinos.
Coralia y Maruxa
Las Marías, que fueron tachadas frecuentemente de "rojas", "locas" o "putas", nunca pasaron desapercibidas, pues siempre vestían muy llamativas y maquillaban sus rostros con polvo de arroz. Coralia y Maruxa eran muy diferentes. Si la menor (la más alta) era tímida y poco habladora, la mayor era la que llevaba la voz cantante. Se dice que ambas fumaban y piropeaban a los hombres, incluso flirteaban con los estudiantes. Maruxa falleció en 1980 y Coralia se fue a vivir con otra hermana a A Coruña, ciudad en la que nunca se adaptó. Murió tres años más tarde. Siempre preguntó cuál era el camino para volver a Santiago.
Sin saberlo, las Fandiño desempeñaron un papel fundamental en esa época de represión y mucha gente vio en Las Marías ese grito de libertad. Desde 1994 una placa y una escultura las recuerda en el parque de la Alameda.
Placa que homenajea a las hermanas de Santiago