Hola hola! Bueno, pues después de casi 8 meses en México quiero contaros algunas cosas que no han dejado de sorprenderme desde el primer día pero que, poco a poco, voy tomando como normal y ya no me alucinan tanto como al principio.
Presencia de policía armada: aquí es habitual ver seguridad en la puerta de muchos comercios, parkings de centros comerciales, restaurantes, en la calle…todos ellos van armados pero no al estilo «segurata de Prosegur», con la pistola en su funda. No, aquí llevan el fusil en la mano con el dedo en el gatillo, por si hay que actuar rápido. Pensé que mis hijos iban a flipar en colores y busqué mil formas para que lo entendieran sin que les causara un trauma y, por supuesto, ellos lo viven con una normalidad que me sorprende. Para ellos son polis buenos que nos protegen de los malos y llevan armas para asustarlos. ¡Bendita inocencia!
Servicio para todo: desde la persona que te pone la compra en bolsas en el súper, el señor que, si quieres, te lleva el carro de la compra y te la carga en el maletero, los limpiacoches mientras haces las compras, el servicio de valet parking en todos los restaurantes, el servicio doméstico que viene a casa de forma diaria y que en algunos casos vive en casa con la familia… es el país del servicio al cliente por antonomasia.
Las propinas: en relación al punto anterior, la mayoría de estas personas vive de las propinas. Si vienes de Europa, México se te hace un país bastante barato para muchas cosas pero uno se pasa el día soltando monedas. De hecho, ya en el coche tengo un monedero solo para esas pequeños «gastos».
Los niños en el coche: este es un punto al que todavía no logro acostumbrarme. Es habitual ver familias enteras, más el primo, la tía, la abuela, la vecina, el perro y si me apuras hasta el caballo todos metidos en una camioneta, por supuesto sin sillas ni cinturón. No es algo que se vea solamente en las familias de bajos recursos. Muchos compañeros de mis hijos van en coche sin silla al colegio y para trayectos cortos sin cinturón. El bus escolar lleva (si tienes suerte) solo cinturón en las 3 primeras filas para los niños de Kinder. El resto nada. Me he desgastado mucho en estos meses en pelear con la empresa de transporte y su argumento me dejó ojiplática. Según ellos, es más seguro ir sin cinturón porque si hay una emergencia es más rápido evacuar el bus si los niños no van atados. Menos mal que me he mudado de casa y ahora vamos andando
Los dulces: esta es otra de mis luchas personales, en el buen sentido de la palabra. Los Mexicanos son fiesteros por naturaleza y es algo que disfrutamos muchísimo pero los niños se pasan la vida comiendo dulces. En las fiestas infantiles la media son 2-3 piñatas por cumpleaños, más la candy bar. La primera vez que los llevé al pediatra mi hija salió con 3 chupa-chups de la consulta, del pediatra!!! La nana del bus le daba paleta a mi hijo cuando se portaba mal (súper pedagógico el asunto), en la peluquería cuando les cortan el pelo, dentro de los huevos de pascua…es cierto que me he relajado mucho con este tema pero sigo tratando de buscar alternativas o de advertir a los adultos que les rodean de reducir la ingesta de guarradas varias.
Si algo aprendí viviendo 6 años en Alemania es que uno no se puede pasar la vida comparando su nuevo país de acogida con el de origen. Si lo haces constantemente, acabas por no adaptarte y volviendo pensando que lo de casa siempre es lo mejor.
México me tiene enamorada, de hecho no quiero volver y aunque hay cosas que no me gustan, otras que no entiendo y otras que me alucinan, trato de aceptarlo y de no querer cambiar el mundo con mis costumbres europeas. Ya sabéis, allá donde fueres haz lo que vieres así que aquí estoy, buscando el equilibrio entre tres culturas y disfrutando de un clima y una gente maravillosa.
¡Hasta pronto!