La pirámide del Louvre
Si algunos detractores describieron el monumento como parte del "complejo del faraón" de Mitterrand, otros alabaron la yuxtaposición del contraste entre estilos arquitectónicos, la combinación entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo clásico y lo ultramoderno.
Sea como fuere, el Louvre es el único museo del mundo cuya entrada es una obra de arte. De hecho, la pirámide es la tercera pieza más valorada del recinto, solo por detrás de "La Gioconda" y "La Venus de Milo".
Este enorme monumento, único acceso al museo, ocupa el centro de la llamada Cour Napoleón. La pirámide tiene una base de mil metros cuadrados, 21 metros de alto y 35 de ancho. La inclinación de sus paredes, al igual que ocurre con las pirámides egipcias, es de 51 grados. Sus 673 paneles de cristal flotado fueron una auténtica proeza técnica, pues se buscaba que fuera lo más transparente posible.
Interior de la pirámide
Antes de su construcción, la entrada del museo presentaba largas colas y apenas llegaba a los 2 millones de visitantes anuales. Con la pirámide, además de solucionarse el problema del tiempo de espera para entrar, también se aumentaron el espacio de exposición y las visitas, superando las 10 millones anuales.
Raro es el turista que se acerca al Louvre y no se fotografía con el ilustre monumento, todo un símbolo de la capital francesa.
Patio central del museo del Louvre