Esta semana China vuelve a ocupar las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo por la inexplicable explosión ocurrida en el puerto de la ciudad Tianjin y que ha ocasionado, hasta el momento, 114 víctimas mortales, 720 heridos y al menos 70 personas desaparecidas.
El suceso tuvo lugar el pasado miércoles 12 de agosto, pero en occidente hemos tardado más de una semana en poder leer alguna información fiable al respecto. Esta es una de las muestras de la opacidad oriental a la que ya nos tiene acostumbrados la inmensa potencia económica china, pero no es ni de lejos la única.
Otra noticia menos inquietante desde el punto de vista humanitario, pero sí desde el punto de vista histórico y artístico ha pasado prácticamente desapercibida entre los medios de comunicación orientales y occidentales: el grave e irreparable deterioro de la Muralla China.
Según el Diario Nuevo Pekín, en los últimos años la gran Muralla ha perdido nada más y nada menos que cerca de 2.000 kilómetros de una muralla que mide algo más de 21.000; es decir: se ha perdido para siempre casi el 10% de la longitud total de esta impresionante construcción militar y civil.
Los motivos de esta pérdida irreparable son varios: aunque un comunicado de la Oficina Nacional de Reliquias Históricas de China achaca la destrucción solo a la acción de terremotos, lluvias, inundaciones, etc., otras voces apuntan a que las causas principales de la lenta extinción de la Muralla son dos, la falta de inversión gubernamental en materia de conservación y vigilancia y el robo de piedras por parte de la población civil que vive en las cercanías de la Muralla.
Recordemos que la construcción de la Gran Muralla China comenzó en el siglo VI antes de Cristo y se prolongó hasta el siglo XVI d.C. Su objetivo inicial era construir una gran muralla que protegiera la frontera norte de China de sus enemigos procedentes de Manchuria y Mongolia, pero pronto la Muralla trascendió su carácter militar para convertirse en signo y emblema de poder de las sucesivas dinastías que gobernaron China a lo largo de los siglos. La Muralla China obtuvo el Galardón de la Unesco "Patrimonio de la Humanidad" en el año 1987 y pasó a formar parte de la lista de las "Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno" en el 2007.
Hoy por hoy, esta maravilla en piedra es uno de los destinos turísticos más visitados no solo de China, sino del mundo y, si nadie lo evita, en pocos años solo quedará de ella un amargo recuerdo.
«The Great Wall of China at Jinshanling-edit» por Severin.stalder. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.