El Muro o Muralla de Adriano es una antigua construcción defensiva de la isla de Britania, levantada entre los años 122-132 por orden del emperador romano Adriano para defender el territorio britano sometido, al sur de la muralla, de las belicosas tribus de los pictos que se extendían más al norte del muro, en lo que llegaría a ser más tarde Escocia tras la invasión de los escotos provenientes de Irlanda. La muralla tenía como función también mantener la estabilidad económica y crear condiciones de paz en la provincia romana de Britannia al sur del muro, así como marcar físicamente la frontera del Imperio romano. Hoy día aún subsisten importantes tramos de la muralla, mientras que otras secciones han desaparecido al haber sido reutilizadas sus piedras en construcciones vecinas durante siglos.
Este limes fortificado se extendía durante 117 km desde el golfo de Solway, en el oeste, hasta el estuario del río Tyne en el este, entre las poblaciones de Pons Aelius (actual Newcastle upon Tyne) y Maglona (Wigton).1 La muralla en sí estaba construida en su totalidad con sillares de piedra, tenía un grosor de 2,4 a 3 m y una altura de entre 3,6 y 4,8 m. Contaba con 14 fuertes principales y 80 fortines que albergaban guarniciones en puntos clave de vigilancia, así como un foso en su parte septentrional de 10 m y un camino militar que la recorría por su lado meridional. Más al sur del camino militar construyeron otro foso con dos terraplenes de tierra para proteger la muralla de ataques desde el sur. Su nombre se usa en ocasiones como sinónimo de la frontera entre Escocia e Inglaterra, aunque el muro sigue una línea más al sur que la frontera moderna.
Su función defensiva fue asumida posteriormente por la muralla de Antonino Pío, levantada más al norte y abandonada tras un breve período ante la hostilidad de las tribus caledonias, volviendo la muralla de Adriano a ser el límite septentrional del territorio romano de Britania. Los pictos atravesaron la muralla en tres ocasiones, en 197, 296 y 367. Fue reparada y ampliada en 209, durante el reinado de Septimio Severo, y definitivamente abandonada en el año 383. Después de su abandono los habitantes de la región reutilizaron muchas piedras de la muralla para construir granjas, iglesias y otros edificios.
La Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1987, a la que se sumaría el Limes de la Alta Germania-Retia (2005) en Alemania y el Muro Antonino (2008) en el Reino Unido, con el que forman la denominación conjunta “Fronteras del Imperio Romano”.2 “English Heritage”, una organización gubernamental a cargo del patrimonio histórico de Inglaterra, lo describe como “el monumento más importante construido por los romanos en Gran Bretaña”.
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