Acompañado por la expectación del qué pasará y emocionado por el subidón de adrenalina de los momentos previos.
Qué bonitos son esos instantes. Tal vez… ¿dejarlo todo e irse sea parecido?
Montaña rusa en Dream World, Bangkok.
El periodo de espera
Ya no hay marcha atrás. Después de comprar el billete y metértelo en el bolsillo, te has unido a la larga cola de personas como tú.
Gente que mira hacia arriba y que se fascina por esos gigantes soportes que sostienen la atracción.
Personas que, tragando saliva, ven pasar los vagones a toda velocidad. Ellos ya han tomado una decisión: quieren descubrir qué se siente en esa montaña rusa.
El ascenso en la montaña rusa
Es tu turno. Después de largos minutos de espera, tomas asiento. Compruebas que el cinturón de la atracción te abrace con fuerza. Quizás, cierres los ojos durante un instante. Eres consciente de que, al cabo de pocos minutos comenzará el viaje.
Entonces, el vagón empezará a avanzar y a ascender. Las vistas serán cada vez más espectaculares y el vértigo aumentará. Segundo a segundo. Pensarás que, quizás estás subiendo demasiado. Y es que desde abajo no parecía tanta altura.
Pero ya poco podrás hacer. La atracción no parará. Solamente podrás hacer una última cosa durante los últimos metros de escalada: escuchar el traqueteo de la atracción hasta alcanzar la cima.
El descenso
Desde la cumbre, el tiempo se ralentiza. La atracción avanza despacio hacia la primera bajada. Y tú intentas apreciar las preciosas vistas, pero eres incapaz de disfrutarlas. Últimos segundos: tres, dos, uno… comienza la primera bajada.
La primera rampa es la más fuerte de todas. A continuación vienen muchas vueltas de aquí para allá, giros bruscos e incomodidad. En este punto, unos sienten una excitación enorme. Otros desean que la atracción termine cuanto antes.
Adrenalina consumiéndose a toda velocidad. Y tú ahí, desorientado. Intentando manejar el vacío del estómago. ¿Dónde se habrán quedado tus tripas?
La vuelta a tierra firme
La atracción se frena. Y tú sientes una tranquilidad absoluta. Después de pasar las emociones fuertes, los nervios se han evaporado por arte de magia.
Solamente te queda desabrocharte el cinturón, bajarte de la atracción e ir a mirar la foto para el recuerdo. Y reírte. Burlarte de ti y de tu expresión.
Todo ha terminado. Ahora, es el momento de comentar la experiencia con otros compañeros de viaje. De compartir emociones vividas. O quizás, de ir en busca de una nueva atracción.
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