Perdón por lo de anoche. No era importante. Solo quería decirle que vi caer una estrella. Desde niño me dijeron que si las veía caer pidiera un sueño. No se ría. Para mucha gente solo puede ser una gran piedra que cae, pero para mí era un sueño que ardía. Cuando uno es niño cree todo. Cree que su padre se ha ido de viaje. Que el hombre que te golpea y hace el amor como un animal a tu madre es un fantasma que existe solo cuando te jala el pelo.
¿Qué cómo fui de niño? Quizá triste. Quizá feliz. Hubo una acequia que me sirvió de parque. Ahí conocí la maldad y bondad de los seres humanos. El agua venía en verano. Con el invierno niebla y basura.
No quiero hablar de mí...
No sé por qué, pero ha venido a mi mente contarle acerca de la Lujuria. Tal vez porque vi su estampita en el taxi de don Pablo. Sí, era mariconcito. Desde niño fue así. ¿Por qué le decían la Lujuria? No sé. Le decía que de niño parecía una niña. Su voz delicada nunca dijo alguna lisura. Su voz dulce jamás dijo cholo de mierda, ni huevón. Su voz delicada solo servía para que lo jodieran metiéndole la mano o quisieran declararlo reina de la primavera. No salió al recreo a patear pelota. Nunca mató ningún insecto, ni siquiera sus sueños. Su piel era finísima. Yo me hice su amigo porque era el único que no lo jodía. Lo respeté no tanto por pena, sino porque vivía a dos puertas de la mía. Ya en cuarto año no lo quise acompañar porque no aguantaba las burlas ni tampoco las indirectas de que yo era su marido. Poco a poco me fui alejando, poco a poco se hizo más maricón. Su cuerpo fue transformándose en una mariposa que volaba sobre un charco de miradas castigadoras. Recuerdo que en una borrachera, la primera que tuvimos cuando éramos adolescentes, se confesó. No era necesario. Sus uñas largas lo delataron, porque ya en la secundaria no tuvo reparos en decir que era bien maricón, ni que nadie se metiera en su relación con el Bruno, por más que lo hinchara a golpes, o que le sacase toda su plata. No tuvo reparos en ponerse hormonas en las nalgas y pecho ni pintarse el pelo de colores extraños. Combinaciones que él hacía para todas, porque dice mi mamá que la Lujuria era bien buena, que cobraba barato por cortar cabello y hacer rayitos, que nunca se metió con nadie, ni con la mujer del Bruno que lo abandonó como zapato que ya no nos queda, porque así me dijo una vez Martincito, perdón, la Lujuria, que las personas como él, están condenadas a quedarse solas, sin hijos, sin madre, y hasta sin sueños. Porque las personas como él ni siquiera les está permitido criar hijos por el miedo de que se vuelvan hijas. Cuántas veces lo vi triste en el recreo. Cuantas veces lo vi reír por los piropos que los albañiles le hacían, porque a él le gustaba contornearse para que miraran su trasero que cada semana era más grande y redondo. Cosa que lo enorgullecía. Cosa que lo hizo provocativo a hombres que se lo levantaban sin que ellos admitieran que eran tan maricones como Martincito, que con los años olvidó su nombre porque todo el mundo le decía Lujuria. Sobrenombre famoso en la Calle la Mar, y en otras calles mugrientas. Porque Martincito al parecer tenía la sangre muy caliente tanto que la terminó incendiando. Porque ese virus entró a su sangre a punta de orgasmo y descuido. Porque ese virus lo fue secando, poniéndole llagas en cuello y cara. Porque ese virus fue desfigurando su cara bonita hasta hacerlo un muerto viviente al que ninguno de sus amantes lo visitó. Muerto al que solo mi madre y yo fuimos a recoger para quemarlo porque ese fue su sueño, que lo cremaran, que tiraran sus restos por nuestra calle para que lo volvieran a pisar, así como pisaron sus sueños de ser la lujuria, el maricón más famoso de Ica, aunque para mí siempre fuera Martincito el niño que iba conmigo al colegio.
César Panduro Astorga
Ica ? Perú
Muy acertada interpretación del status social y cultural de Perú, a propósito de que el proyecto de ley de la Unión Civil no matrimonial entre personas del mismo sexo fue rechazado en la votación realizada en la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso del Perú.