Las historias no siempre se basan en lo que uno ha vivido o ha visto, muchas veces son historias de otras personas que llegan a nuestros oídos por terceros. La historia que estoy a punto de compartir es totalmente cierta, pero no tengo el gusto de conocer a su protagonista. Llegó a mí contada por mi cuñado, ojalá que él un día se anime a escribir la historia completa.
Puede ser que los lugares, nombres y fechas sean diferentes, sin embargo los hechos son totalmente reales.
El cholo Paucar era natural de un pueblo de Ayacucho. Lo poco que él recordaba de su pueblo, era a su hermano, unos años mayor que él con quien jugaba mucho. Cuando cumplió 9 años, su padre lo llevó a Lima y lo dejó en casa de un señor que tenía un taller. Le dijo que lo perdone, pero que lo tenía que dejar ahí porque no podía seguir cuidándolo.
El cholo fue pasando de familia en familia -que lo iba adoptando-, a veces por periodos cortos, a veces por periodos más cortos; sin embargo, aprendió a leer, a escribir y sobre todo aprendió mucho de mecánica y de carros. Cuando cumplió 16 años decidió irse de la casa donde estaba porque no era bien tratado. Escapó una noche decidido a enfrentar la vida, decidido a salir adelante con uñas y con dientes, lo único que sabía es que no tenía nada y por tanto tenía todo por ganar, cualquier cosa era ganancia.
Cuenta que la primera semana fue desesperante, hizo de todo por tener algo que llevarse a la boca, sin embargo, un día vió que estaban reclutando personal en un cuartel y pensó:
Ésta es una buena vida, tienen tres platos de comida, así que debo hacer lo que sea necesario para quedarme.
Dijo que tenía más edad de la que realmente tenía y comenzó a pasar las pruebas que le ponían. En un instante observó que a algunos les preguntaban si sabían nadar y los lanzaban de un trampolín. Los que sabían nadar eran directamente aprobados y se quedaban en el cuartel.
Así que, cuando le preguntaron si sabía nadar, dijo que sí, lo llevaron al trampolín y se lanzó? se quedó sumergido en la piscina por buen tiempo, hasta que dieron la orden de sacarlo.
- ¡Oye carajo! ¿Porque dijiste que sabías nadar, sino sabías? ?le dijeron.
- ¡Señor, yo sólo sé que quiero quedarme y haré todo lo que manden hacer!
Con esta respuesta, El Cholo Paucar, tuvo su ingreso asegurado a las fuerzas militares. Allí aprendió nuevas destrezas. Sin embargo al cabo de unos años tuvo que licenciarse, pero si algo había aprendido El Cholo, en todos esos años, era que por muy dura que parezca la vida siempre, siempre, le tenía un camino mejor. Una ventana nueva, abierta.
Al cabo de un corto tiempo, El Cholo Paucar, estuvo trabajando como chofer para un alto gerente de una empresa eléctrica. Por esos años, mi cuñado que era un ingeniero joven y también empezó a trabajar para la misma empresa, pero en una de las plantas de turbinas.
Pasó el tiempo y mi cuñado fue ascendido y le dieron a su cargo el almacén. Tenía en su equipo un grupo de cuatro personas para realizar un conjunto de modificaciones y mejoras en los sistemas de almacenamiento. Observó que la gente a su cargo necesitaba más fuerza y energía, así que colocó algunas pesas y una barra, de modo que, luego del almuerzo todos comenzaron a hacer ejercicios. El equipo se fue integrando poco a poco.
Por esos días el Gerente jefe del Cholo Paucar fue cambiado -regresaba a España-, pero para que El Cholo no se quede sin trabajo, éste le consiguió un puesto en el almacén, justo donde estaba mi cuñado.
Fue así como ellos se conocieron y durante los almuerzos y horas de ejercicio, El Cholo les contaba sus anécdotas e historias. La amistad y el respeto fueron creciendo y El Cholo era todo un personaje.
Contó que un día, de tanto recordar a su hermano, decidió ir a buscarlo a su pueblo -no recordaba bien su nombre-, pero pensó que, como era pequeño, sería fácil dar con él. Juntó algo de ropa y comida porque pensó que su hermano podía tener necesidades. Cuando llegó al pueblo encontró todo cambiado y no recordaba donde quedaba su casa. Luego de varias horas, se sentó en la plaza de armas y se puso a conversar con algunos ancianos, cuando él les contó su historia, ellos le dijeron que sabían quiénes eran su familia y quién era su hermano, así que lo llevaron al edificio Municipal, él pensó que su hermano debía ser un trabajador, pero cuál sería su sorpresa, cuando el propio Alcalde del pueblo salió a recibirlo y lo abrazo diciéndole: "Hermano, por fin te hemos recuperado".
Contó que la fiesta fue larga, que la familia iba presentándose con mucho cariño y que casi al final se le acercó su padre llorando y pidiéndole perdón. Al principio, cuenta, que no quería perdonarlo, que sentía un gran dolor y rencor contra ese hombre que debió ser su protector y que, en cambio, lo había abandonado a su suerte. Sin embargo, luego de escuchar la historia de su padre, lo abrazó, lloraron juntos por varios minutos y lo perdonó de corazón. Sin embargo, la vida tiene caminos increíbles, al día siguiente de la reunión del perdón, su padre muere en un accidente de tránsito?
Al cabo de unos meses, hubo una restructuración en la empresa y llegó a la hora del almuerzo uno de los compañeros del equipo algo lloroso.
- ¿Qué te pasa? ?le preguntó El Cholo.
- Me van a despedir ?le respondió- Mañana me van a liquidar.
En ese momento, El Cholo le dijo: "no te preocupes", luego se paró y se retiró del área. Nadie sabía a dónde se fue, pero casi 40 minutos después, regresó y contó que había ido a la oficina del Gerente de Recursos Humanos y le dijo:
- Mi compañero Giménez tiene cuatro hijos, es excelente en la labor que realiza, por favor no lo despidan. A él, pueden darle mi puesto.
- Y tú ¿tienes hijos? ?preguntó el gerente.
- Sí señor, tengo dos, pero yo sé hacer muchas cosas y estoy seguro que pronto conseguiré trabajo. Así que, por favor, no lo despida, dele mi puesto.
El Gerente quedó tan conmovido con la situación que no despidió a Giménez y tampoco a Paucar. Sólo lo transfirió de puesto.
Me cuenta mi cuñado, que luego de esa ocasión lo volvió a ver muchos años después, El Cholo Paucar le contó que tenía dos negocios independientes, que su matrimonio marchaba bien y que su meta en ese momento era que sus hijos fueran profesionales.
Cómo dije al inicio, no tengo el gusto de conocer a este personaje, pero que gusto me daría poder estrecharle la mano un día.Erick Paredes
Piura - Perú