La que Benoit Paillé retrata a través del objetivo de su cámara es una visión muy característica y excéntrica de la realidad. Las escenas que elige fotografiar son comunes, casi costumbristas, pero este fotógrafo canadiense se las ingenia para teñirlas de magia bañada en colores brillantes. Sus fotografías no tienen retoque ni trampa, su truco para crear ambientes de ensueño es usar geles de colores para conseguir imágenes impactantes donde muchos solo ven normalidad, una técnica que, unida a su pasión por mostrarnos el lado menos corriente de lo que nos rodea, se ha convertido en su sello de identidad. El estilo de vida nómada de Benoit –viajando y viviendo durante años en una autocaravana por Centroamérica– le ha permitido retratar la realidad desde la carretera, capturando momentos imprevistos en lugares de lo más inesperados, como paisajes agrestes, parkings y el propio camino que va recorriendo; oportunidades que aprovecha para descubrir y mostrarnos, desde el privilegio que le brinda su objetivo, lo que nadie ve.
Pero él, más que un fotógrafo, se considera a sí mismo un pintor hiperrealista que utiliza la lente de su cámara como medio para expresar y documentar la realidad desde un estado mental alterado. Todo lo que sabe sobre fotografía lo aprendió de manera autodidacta y simplemente gracias a la calidad y originalidad de sus fotografías Benoit comenzó a hacerse muy popular y a ver cómo los números de seguidores de sus redes sociales aumentaban hasta sumar varias decenas de miles. Además, en 2015, fue reconocido como uno de los mejores 50 fotógrafos emergentes por los LensCulture Emerging Talent Awards, un título que le ha ayudado a dar a conocer su trabajo en todo el mundo exponiendo en países como Rusia, Ucrania, España, Países Bajos, Francia, Estados Unidos y Canadá. Benoit Paillé