Aunque suene un poco opuesto a lo que tenemos en mente sobre el millonario imperio textil y la moda, el “Slow Fashion” o en español la moda sustentable o moda ética se está convirtiendo en una filosofía de consumo responsable de las prendas de vestir.
Este movimiento conlleva a las personas a generar conciencia sobre la preservación del medio ambiente y el impacto destructivo que genera el consumismo desmedido en este, así mismo va de la mano con el apoyo a productos artesanales de calidad y no perecederos con materiales biodegradables o reciclados, y producidos localmente retribuyéndoles un valor justo por el trabajo realizado, no sólo como colaboradores, sino incluso (dependiendo del modelo de negocio) convirtiéndolos en proveedores que comienzan a establecerse como microempresarios.
Naturalmente, estos productos, tienen precios de medios altos a altos, por lo que no todos podemos acceder a los mismos, sin embargo aun así cada vez son más las personas que prefieren comprar ropa y accesorios de calidad y alta durabilidad, que generen un comercio justo.
Considero que la moda industrializada no es mala, siempre y cuando se generen condiciones justas para toda la cadena de valor que participa, principio fundamental que tantas veces no se cumple, como las terribles condiciones a las que estaban expuestas los trabajadores de la fábrica textil “Rana Plaza” en Dhaka, Bangladesh, lugar que se derrumbó en abril del 2013 y donde murieron más de 1000 personas y miles más resultaron heridas. Y es que como leí en un artículo: “No es que la moda sostenible sea cara, es que lo barato es explotar”*
En nuestro país, diseñadores como Ilé Miranda y personajes conocidos en el mundo de la moda como Ma. Susana Rivadeneira tienen proyectos que promueven un negocio de mentalidad “ganar – ganar”, entre muchos otros, por ejemplo un proyecto que llamó mi atención es el del empresario y autonombrado “Curador” Hugo Gonzenbach, quien ha creado “Hats from the heart”, una plataforma online en donde los tejedores de sombreros superfinos del pueblo de Montecristi, obtienen el crédito y reciben un valor justo por las horas que invierten en la confección de los sombreros, lo que conlleva a preservar su arte que como particularidad demora meses en tejerse de acuerdo al mismo tejido y la habilidad del artesano.
Como vemos el “Slow fashion” no es una tendencia de época, ha venido para quedarse, entonces sino podemos adquirir estos productos de cierta manera por sus precios, si podemos preocuparnos en conocer ¿Qué clase de “Responsabilidad Social” están cumpliendo las industrias y especialmente aquellas masificadoras?: ¿De dónde vienen las prendas de vestir que adquirimos?, ¿Por quién y dónde son confeccionadas?, ¿De qué materiales están hechas?, esto de cierta manera inclina de apoco la balanza para presionar a que se generen condiciones y precios justos para las personas detrás del producto creado, así como a ser solidarios con la naturaleza.
Seamos conscientes y responsables en nuestros consumos, y no sólo me refiero en las prendas de vestir sino en todos los productos que requerimos.
Nota: Agradecemos al evento FIIS (Feria Internacional de Innovación Social) que realizó estas charlas gratuitas.
*Frase tomada de http://www.efeemprende.com/noticia/la-slow-fashion-empieza-crear-tendencia-en-espana/