Una estela verde se va formando en el cielo...
Recordé que las pocas veces que pregunté sobre él, obtuve como respuesta algo así como que estaba de viaje o ya vendrá, pero al ir creciendo noté que no habían llamadas ni cartas. Lo único que tenía de él eran esas fotografías donde me tenía en brazos.
Estoy cerca de cumplir veintidós y los recuerdos persisten a la bruma del olvido. Lo vi entonces. Tenía cinco años cuando él me dio un beso antes de irse a trabajar. Me quedé a la espera de su regreso para que junto a mi madre y mis dos hermanos comencemos a celebrar los previos a la Navidad.
Nunca regresó...
Esa Navidad fue oscura, sin luces, sin aromas, sin papá.
La estela se va acentuando y haciendo mas extensa...
Entonces nuestra vida cambió radicalmente, pasamos tiempos muy duros, cargados de incertidumbre y sin un horizonte claro. Pasaron muchos años y dejamos de hablar del tema, quizás porque estuvimos ocupados saliendo adelante, o a lo mejor curándonos las heridas de la mejor forma que pudimos. Pero lo más importante, es que aprendimos a no guardar rencor y luego, a rezar por él. Que donde sea que estuviera, esté con bien.
Hace un par de años, mi madre hizo un viaje de turismo a las tierras de mi padre, tierras que siempre quiso conocer y, a su regreso, me contó que, tras una tremenda odisea, logró conseguir el número telefónico de mi papá!!! (Mamá es increíble, nada es imposible para ella).
Nos armamos de valor y marcamos. El tono de espera fue eterno.
- Aló.
La cortina en el cielo lucía otros colores...
Ahí estaba su voz, quizás la misma de mis recuerdos o no lo sé. Quizás solo quería ponerle una voz a mi padre y aunque habían pasado más de quince años desde que se fue, ni mis hermanos ni yo le reprochamos nada. Nos emocionamos y entonces lloramos. Él nos habló de cómo había sido su vida, de que hizo mal las cosas y que tuvo mala suerte en todo... Cada uno de mis hermanos y yo le dijimos que lo queríamos mucho y no necesitábamos explicaciones del porqué se fue.
En ese momento lo supe: él no nos dejó, él se fue y se perdió. Y se perdió los mejores momentos de nosotros. Aquellos momentos donde le hicimos frente a las adversidades, donde mi madre se puso los guantes de box y salió a darle batalla a la vida, donde mis hermanos y yo hicimos lo propio... porque nada te golpea tan fuerte como la vida y nosotros a pesar de todo queríamos ser condenadamente felices, porque siempre tuvimos ?y tenemos- derecho a serlo!!!
Ahora, atónita y sin aliento, con los dedos apretados para no dejar caer las lágrimas, desde Anchorage, Alaska, la aurora boreal se extiende frente a mí en toda su magnitud. Veo a mi madre acariciando mis cabellos en mis momentos de incertidumbre, hablándome sabiamente y empujándome a seguir con su fortaleza de madre. Veo a mis hermanos abrazándome, apoyándome y queriéndome con una calidez que contrasta con estos -20°C y que no dejarán nunca congelar mi espíritu.
Ahora, siento la fuerza de este maravilloso universo que me dice, tal como mi madre canta: Ésto, es el amor!!!
Rosa Angela Nuñez Del Carmen
Piura - Perú
En mi recuerdo guardo esa auroral boreal y a toda la gente maravillosa que nos acogió como parte de su familia en aquellas lejanas tierras!!! Los extraño muchísimo!!!