No sé en cuál de esas noches me di cuenta que me había enamorado de ti, aunque intenté remediarlo de mil maneras; buscando el calor en otro sitio, aceptando que no podía ser, asumiendo que no era la única. Así pasaban las noches en las que regresabas y luego huías de nuevo. Sabía que no podía seguir así, que tenía que comenzar una vida sin ti. Y lo intenté, te lo prometo, pero no lo conseguí. Aquella tarde, en la que nos fuimos a la playa, paseábamos y quizás fuimos cobardes por no decir la verdad y engañarnos una vez más. Este tira y afloja, este contigo pero sin ti, que nos estaba volviendo locos.
Un día decidí irme a vivir a otro lugar, a pasar página. Tenía poco dinero, mucha ilusión y unas ganas de descubrir que cada día aumentan. No te despediste de mí, y a día de hoy te lo agradezco. Siempre digo que regresar a casa es volver a ti. Cuando nos reencontramos y te conté que le pedí matrimonio a otro, creo que fue lo que te hizo pensar que no querías perderme. Después de alguna copa de vino, íbamos de camino a la playa. Paraste el coche, y conseguiste dejarme callada, creo que has sido la primera persona que lo ha conseguido.
Tantos años queriendo oír algo y cuando lo oyes no sabes cómo actuar
Un billete a 2.600 kilómetros de ti, y otra forma de ver la vida. Debí haberme dejado llevar y dejar que mi avión se hubiese ido sin mí, pero sentía que ya elegimos hace años, y que ahora nuestro camino ya estaba hecho. Tú tenías a esa chica y yo ya no quería tener mi vida patas arribas. Ese día comenzó el final.
Tiempo después, una tarde cualquiera, abrí la puerta y allí estabas. Te presentaste sin avisar, ojalá hubieses venido a raptarme y no devolverme nunca más. El final no fue el más deseado, creo que dormir en la cama como extraños ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en la vida. Y desde entonces puedo jurarte que puse todo mi empeño en olvidarte, y fíjate que puta es la vida que te eché como nunca de menos. Quizás tengas razón, remamos en distintas direcciones. Tú nunca vuelas y yo adoro los aeropuertos, eso que dicen que allí pasan las cosas más sinceras, es cierto. Envidio a esa gente que llora nada más cruzar la puerta, que ríe nerviosamente mientras le entregan unas flores con una sonrisa, de esas que jamás podrás encontrar en otro sitio. Si algo he aprendido es que la distancia la ponemos nosotros.
Y en el final de nuestro álbum regreso con otro billete en la mano, esta vez 1.946 kilómetros nos separan. Pero no puedo permitirme el lujo de que sea lo mismo, esta vez fui yo quien esperé con una sonrisa y disfruté de lo poco que duró.
Jamás buscaré a alguien que se asimile a ti, ni a todo eso que me has hecho sentir. Pero ha llegado el momento en mi vida que necesito empezar otro álbum. Prometo guardar este toda mi vida. Estoy segura de que algún día podré abrazarte y decirte que ya no te quiero.
Firmado: anónimo