En septiembre pasado, con la idea de tener una imagen propia e institucional de su administración en la capital del país, la jefa de gobierno electa, Claudia Sheinbaum, lanzó una convocatoria para que diseñadores, artistas, profesionales o estudiantes, presentaran propuestas para ser la nueva imagen institucional del gobierno capitalino.
"Innovación y esperanza" fueron los conceptos principales para desarrollar dichas propuestas, seguidos de los valores históricos, culturales y de identidad "que forman parte del patrimonio cultural tangible e intangible de la ciudad". Estos puntos serían fundamentales para realizar la selección final de la convocatoria y también identificarían a la administración de la Ciudad de México en su periodo 2018-2024.
La convocatoria finalizó el pasado 31 de octubre y el Comité Organizador presentó los mejores 20 trabajos de 800 inscritos. Fueron siete expertos en diseño y comunicación visual los encargados de elegir la propuesta ganadora (supuestamente el 12 de noviembre) que sería utilizada en todos los materiales de comunicación, impresos y digitales del gobierno de la Ciudad de México. Hasta este punto parecería todo estar claro, sin embargo, aquellos que eran conscientes de cuánto se había invertido en la marca "CDMX" mostraron mucha resistencia al cambio; incluso el aún secretario de turismo de la ciudad, Armando López, argumentaba en contra, mencionado que era un retroceso al "legado" que había ayudado a atraer turistas e inversiones económicas a la capital.
Lo peor comenzó cuando usuarios en Twitter se dieron cuenta que varias de estas propuestas presentaban ciertas irregularidades. ¿Pero de dónde se generó tanto lío? Para entenderlo de mejor manera hay que dividirlo en dos puntos específicos: Primero, hay que mencionar que la marca "CDMX" fue lanzada en 2014 encaminada únicamente a fines turísticos pero a inicios de 2016, el entonces jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, instituyó la marca "CDMX" bajo el contexto de la aprobación de la Reforma Política de la capital del país, que incluyó el cambio de nombre de "Distrito Federal" a "Ciudad de México".
Se contrató a la agencia Happy Media para diseñar la identidad gráfica de la ciudad, mientras que la agencia de comunicación Avión realizó un manual de identidad para estandarizar su uso. Este consta de un logotipo para el Gobierno de la Ciudad de México y un logotipo de CDMX, este último es la marca de la Ciudad de México: el acrónimo en sans serif negro y magenta (rosa mexicano) inspirado en la bugambilia que vemos en toda la ciudad.
El resultado generó confusión en la mayoría de las personas, ya que deliberadamente el gobierno de la ciudad adoptó la marca CDMX en un esfuerzo por garantizar que el logotipo perdurara más allá de un lapso de tiempo y buscando un mejor posicionamiento entre las marcas de ciudades del mundo. Y lo logró, alcanzó la posición 19 dentro del estudio "The World City Business Brand Barometer" donde los 10 primeros lugares coinciden con las ciudades más visitada en el mundo, marcas/ciudades más fuertes y sólidas como Nueva York, París, Tokio, Ámsterdam, Barcelona, Berlín o Londres. Tanto Sheinbaum como el próximo secretario de turismo, Carlos Mackinlay, aclararon que "CDMX" se había usado tanto para el Gobierno como para fines turísticos y que la marca mantendría el mismo aspecto pero con un gobierno diferente. Este fue, originalmente, el motivo del concurso pero las antorchas en diversos medios y redes sociales ya estaban en marcha, generando aún más desinformación y molestia.
Posteriormente, bajo la influencia del descontento y la cultura visual, se encontró que diseños seleccionados eran muy similares a logotipos disponibles en Shutterstock, un banco de imágenes y vectores de diseño. Aunado a la sospechosa similitud de otros participantes con los logotipos del ayuntamiento de Tlaquepaque, el Polyforum Siqueiros y el periódico La Jornada. Ese fue el tiro de gracia que necesitaba el concurso, manifestando un problema real que se vive día a día en México: se sigue considerando al diseño como un "logo bonito" y poco más, dejando de lado el criterio y los conceptos necesarios que empaten funcionalidad con estética, aún sabiendo que la funcionalidad del diseño es comunicar.
Parece que la marca de la ciudad (CDMX) permanecerá intacta, pero en cuanto a la identidad del gobierno de la Ciudad de México se busca un diseño que transmita "innovación y esperanza" así que eligieron propuestas con la Piedra del Sol, el códice Ixtlilxóchitl, la iconografía Mexica y nopales. Todos ellos elementos opuestos al concepto más simple de innovación que terminan convirtiéndolos en logotipos sin peso visual y mala composición que caen en el cliché, haciendo caso omiso a tomar parte de la identidad actual de la capital mexicana.
Sin embargo, resulta un excelente ejemplo para darnos cuenta de que el branding sigue sin ser comprendido por muchas personas, y en este caso, tampoco por las instituciones gubernamentales. Si bien el documento que compila las propuestas finales incluye algunas variantes de color, es imposible juzgar un logotipo sin su contexto; no se propone un logo sino una identidad que se genera a partir de un logotipo, tipografía, colores, formas y otros elementos complementarios, por ello, debería convocarse bajo una estrategia sólida de comunicación, seriedad y profesionalismo.
Se trata de generar sentido de pertenencia a través del diseño, congregar la esencia de la ciudad y hacer referencia a su cultura, habitantes, arquitectura, gastronomía, arte, etc. Un gran ejemplo de ello es el trabajo realizado por el estudio portugués White para Oporto. Pero mientras estamos pendientes del anuncio del logotipo ganador: ¿qué piensas? ¿funcionan las propuestas? ¿caíste en la confusión? ¿fuiste alguno de los 800 trabajos inscritos?