Ya sabéis lo mucho que me gusta viajar. Pues bien, esta vez el destino es una de esas ciudades monumentales europea, la vieja Praga. La ciudad de las Cien Torres. Ya sabéis que este no es un blog de viajes pero siempre os muestro parte de la repostería de algunos sitios que visito, y algún retazo de ciudades o pueblos que vale la pena visitar.
Praga es una ciudad llena de historia, medieval, con el suelo adoquinado, bañada por el río Moldava, de esas que se puede pasear tranquilamente. Todas las calles céntricas son más bien estrechas, no hay grandes avenidas así que da gusto pasearla y las distancias son cortas. Cogimos un día el tranvía para ir al castillo (Hrad), que es en sí una ciudad dentro de otra ciudad. Su grandeza se observa ya desde el puente Carlos (Karlův Most), el más antiguo de la ciudad. No os perdáis la catedral de San Vito en el Hrad, es preciosa. Luego recorrimos los alrededores a pie. Bien vale un paseo bajar desde lo alto del castillo por las escaleras y la calle Nerudova hacia Malá Strana (la pequeña Ciudad Real) y cruzar de nuevo el puente de Carlos hacia la Ciudad Vieja.
El frío no fue un problema, y eso que llegamos a ver en el termómetro -9ºC pero con buen calzado, ropa de abrigo y un buen vino especiado caliente se lleva mejor.
Cuando vas de vacaciones todo lo ves bonito ¿verdad? Si además la ciudad te recibe con una nevada y tienes la oportunidad de ver esta maravillosa ciudad cubierta de nieve ¡qué más se puede pedir!
Praga, la ciudad de las mil torres y los mil campanarios parece un escenario teatral. La ciudad de oro, la ciudad bohemia, una de las tres puntas del triángulo mágico europeo. Cuna de alquimistas, magos, sueños, títeres, matemáticos y músicos.
Como viene siendo habitual en los últimos años además de disfrutar de la ciudad y de su gastronomía en general también os traigo algún postre típico de la ciudad. En Praga los dulces merecen un capítulo aparte.
Las tartas, dortý, cubiertas de crema de almendras, de chocolate, de vainilla o café. Pasteles bañados con ron, rumore řezy.
Los kremrole, canutillos rellenos de crema ligera y espumosa.
Los kolače, tartaletas elaboradas con masas de levadura de cerveza, hojaldre o pasta quebrada, rellenas de requesón, semillas de amapola trituradas y cocidas con miel y leche, o con povidla, un tipo de mermelada concentrada.
El buchty, un dulce que consiste en bolitas de masa fermentada rellenas que se toma recién sacado del horno. Las palačinky, crepes rellenas de mermelada, nata, fruta, helado o chocolate caliente. Como veis hay mucha variedad.
Krusta Bakery se encuentra junto al Puente de Carlos en Malá Strana (ciudad pequeña)
Si quieres darte un homenaje ve a una pastelería, cukrárna, o a una panadería, pekárna
Capítulo aparte merecen los Trdleník
También llamados Trdleník, Skalický Trdelník, Kürtős Kalács, kürtőskalács o chimney cakes. Trdleník, sí, no lo he escrito mal, no penséis que me he comido alguna vocal. Traen un poco de controversia entre los praguenses. Si buscáis una guía antigua de la ciudad no los encontraréis entre sus delicatessen. Y es que aunque están por toda la ciudad en mercadillos y puestos callejeros, en realidad, no son tan típicos de Praga. Pero es inevitable el probarlos. Desde hace unos 10 años inundan la ciudad con sus puestos callejeros. El Trdelník es de origen eslovaco y ha invadido las aceras de Praga. Es una masa fermentada que se estira y se enrolla en un Trdlo, palo de madera o hierro colado, y se asa sobre brasas, este palo le da su forma característica.
Trdleník de Krusta Bakery
La forma final es la de una masa cocida al fuego de forma cilíndrica y hueco en su interior, con ligero sabor ahumado que se recubre de una mezcla de azúcar y canela, a veces también con trozos de frutos secos como nueces o almendras. Se puede hacer cilíndrico o cónico. Se toma tal cual, o untando sus partes interiores de Nutella o rellenándolo de helado, nata con fresas, … A mí la idea de comer helado a -9ºC no me atraía nada, más bien lo hubiera rellenado de vino caliente. Para ser tan azucarado no es especialmente dulce, depende del relleno. En los carteles de cada quiosco se anuncian como producto checo tradicional, en algunos incluso se dice que lo están produciendo desde 1.890.
El trdelník es un plato cuyo origen en realidad radica en la región de Transilvania, que en aquella época pertenecía a Hungría. El nombre original es Kürtős Kalács o kürtőskalács. El término procede de kürtő, que significa “chimenea”. El nombre original en húngaro significa “pastel con chimenea”, refiriéndose a su forma de chimenea pequeña, con el vapor saliendo por arriba. De ahí se extendió a otras regiones de Hungría, entre ellas Eslovaquia, que fue hasta 1.918 una región de este país. Actualmente se encuentran en muchos mercadillos de Centroeuropa.
El caso es que está rico, pero lo de típico praguense es de hace cuatro días como aquel que dice, es como decir que los gofres son típicos de Valencia porque haya muchos puestos que los preparan. No verás a muchos praguenses consumiendo este dulce.
Eso sí el aroma de la canela tostada, así como su consistencia esponjosa y cálida de masa recién hecha, resultan ideales en los días fríos, especialmente en el marco nevado y mágico de un mercadillo invernal. Son innumerables los puestos de este típico dulce en las calles de la ciudad de Praga.
Acompañado de un ponche caliente para sobrellevar el frío invierno praguense.
O de un vino especiado o svařené.
Aunque yo tampoco le hago ascos a un buen gofre.
En la Plaza Wenceslao y en la Plaza de la Ciudad Vieja (Staroměstské náměstí) han comenzado ya los mercadillos de la Pascua, que se prolongarán hasta el domingo 8 de abril.
En España la Pascua es de recogimiento, pero en Centroeuropa es más como una celebración de la llegada de la primavera. Me encanta.
Que te acompañe la nieve en el viaje es todo un espectáculo para una valenciana.
Poco acostumbrada a la nieve me parece un auténtico espectáculo.
Y además de dulce, los puestos de comida del Hrad ofrecen tentempiés como este. Porque no sólo de dulce vivo yo. Ahora os enseñaré algunos de los platos que hemos probado en Praga.
Un sitio muy recomendable si estáis en Staré Město (Ciudad Vieja) es Naše Maso. Esta carnicería-restaurante es pequeña, tiene pocas mesas y un mostrador abarrotado de carne. La calidad es muy buena y puedes comprar género para llevar o que te lo preparen allí y lo degustas al momento. La carne es de origen checo.
Muy cerca de allí está Lokal, es un sitio con muchas mesas, es muy largo, recorre toda la calle Rybná. Buena cerveza y comida checa a buen precio. Tiene otros 4 locales en la ciudad. Probamos una sopa de pollo con fideos y albóndigas de hígado, un entrecot y por su puesto acompañado de la típica guarnición checa, albóndigas de pan.
Muy cerca de nuestro hotel, en el C.C. Palladium encontramos este restaurante que al principio nos pareció un poco turístico pero la verdad que la comida estaba buenísima y a muy buen precio. En Old Prague pedimos una sopa goulash servida en pan (Gulášová polévka v chlebu) que estaba mmmm. Y una bandeja con un surtido de carne de pato, cerdo, jamón de Praga, salchicha y col , un plato para compartir (Staropražský pekáč). Aquí son muy de acompañar la carne con col lombarda y de repollo tipo chucrut. También encontraréis como guarnición unas rodajas de albóndigas de pan y otras de patata (bramborové a houskové knedlíky). Y todo regado con la bebida nacional, unas buenas cervezas. Calidad-precio muy buena.
¿Alguna vez habéis cenado en una cueva con estalactitas? Pues si os apetece podéis ir a la zona de Nové Město al restaurante Tritón.
Escondido en el sótano de un hotel de la plaza Wenceslao se encuentra esta “cueva” que se inauguró en el año 1.912.
Pedimos un menú degustación checo, muchos platos, cantidades pequeñas, pero estaba bueno menos la Apple Strudel que fue decepcionante. No es barato pero nos dimos el capricho. Para una cena romántica diferente.
Al día siguiente me apetecía a media mañana un buen brunch, el día estaba lluvioso y frío. Me decanté por un sitio con historia, el Café Louvre.
Pedimos un desayuno completo checo, con chocolate caliente y un trozo de bizcocho.
Prague,Czech Republic 28.07.11 – Cafe Louvre / Photo by Jan Prerovsky
Es un Café histórico inaugurado en 1.902 y por el que desfilaron Einstein a su paso por Praga, y el escritor checo más conocido a nivel mundial, Franz Kafka, antes repudiado por su pueblo por escribir en alemán, ahora venerado.
Cuando el frío aprieta a pesar de la ropa de abrigo bien viene uno de los numerosos cafés de Praga. Como este que queda cerca de la Plaza Republik, Cacao Prague. Aunque el Apfelstrudel es más bien austríaco y alemán no pude resistirme a probarlo, muy bueno la verdad. El local nos quedaba cerca del hotel y era muy agradable.
Tampoco le hicimos ascos a esta tarta de chocolate. Riquísima.
En el castillo, en el Callejón del Oro, del s. XVI, podéis ver unas casas situadas en los arcos de la muralla donde vivían arqueros y orfebres. Hay estancias con objetos de la época. Y yo que me voy fijando en cómo cocinaban en esa época, me llamaba la atención las cocinas con sus platos, tazas, tarros, jarras, cafeteras, molinillos, … y por supuesto moldes para bizcochos y esas sartenes tan prácticas para hacer 4 tortitas de una sola vez.
Y ahora nos vamos de compras. Otro sitio que podéis visitar bajando del castillo en la calle Nerudova es el Gingerbread Museum, más bien una pequeña tienda, para hacer un regalo diferente. Está llena de galletas de jengibre. Les traje dos a mis niñas y un adorno para el árbol de Navidad. Además tiene una casita de jengibre para que jueguen los niños muy cuca. Había galletas enormes con glaseado siguiendo un patrón como si estuvieran bordadas, me encantaron. Parecía ropa de bebé de verdad. Y de todo tipo. Lo encontramos por casualidad y parecía sacado de un cuento.
Y no podía faltar una visita a un supermercado de la zona para ver qué tipo de productos utilizan. Muchos tipos de azúcares y harinas y todo un catálogo de productos de la marca Dr. Oetker de repostería. En los lácteos una envidia, natas de diferentes porcentajes de materia grasa.
Y también por casualidad di con una tienda de menaje, textiles y decoración que tenía muchísimos productos de la marca Green Gate. Me la hubiera llevado entera, Apropos en Staré Město (Ciudad Vieja).
La tienda era una auténtica cucada.
Menaje bonito y de calidad.
Cerca de nuestro hotel, el Grandior Hotel Prague, había tres centros comerciales muy interesantes, se encuentran en la calle Na Pořičí. Y es que si el frío apremia, anochece a las 18h y los museos, castillos e iglesias están cerrados me veo en la obligación de hacer un tour reposteril. Uno es el Florentinum y podéis encontrar una tienda de Tescoma, que es líder de productos de repostería en Chequia. Allí me vi en la obligación de traerme un molde de Trdleník para hacerlos en casa. Es que estaba muy bien de precio y no me pude resistir.
Habrá que probarlo y
dedicarle un post claro.
Otro C.C. el Palladium, esconde una tienda de esas de las que te lo llevarías todo si no es porque todo lo que quería traerme pesaba demasiado en la maleta. Kitchen Aid, Emile Henry, Nordic Ware, Mauviel, Villeroy & Boch, Peugeot, Lekué, Kilner, Rosenthal, …
Vamos un paraíso del que no quería salir ni arrastras. Porten & Pannen, hay varias tiendas en la ciudad, os lo recomiendo. El tercer C.C. es más modesto, Bílá labut’, en el que encontré una tienda Kika City, con mucho menaje y cosas para la casa.
Otros sitios se quedaron en el tintero como el Café Imperial, en el que hay que reservar con al menos una semana de antelación, o el Café Savoy. Aunque cuatro días dan mucho de sí siempre queda algo pendiente. Fue una decepción que el reloj astronómico de la Plaza Vieja estuviera en restauración hasta el verano de 2.018, una pena, pero si hubiéramos ido entonces no hubiéramos visto la ciudad cubierta de nieve con ese aire mágico. Siempre hay que dejarse sitios por ver, para tener una excusa para volver en el futuro.
No está de más llevarse unos bonitos souvenirs para recordar la ciudad ¿verdad? Y por supuesto dos de los muchos títeres de la ciudad fueron a Valencia para hacer felices a mis hijas y a mi sobrino por un rato.
Me ha encantado conocer el trabajo de Alfons Mucha, un pintor y artista checo del que había visto infinidad de carteles pero no tenía ni idea de quién los había pintado ni de que fuera checo. Su salto a la fama lo logró con su primer cartel litográfico para la actriz Sarah Bernhardt y su Théâtre de la Renaissance, el cartel anunciaba la obra Gismonda de Victoreen Sardou, apareció en los primeros días de enero de 1.895 en los muros de París, y causó una auténtica sensación.
Hasta el próximo destino, espero que os haya gustado mi viaje.
Praga, una ciudad inolvidable.
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