Hacía más de un año que Mario y yo no volvíamos a Granada y teníamos muuuuchas muchas ganas. Os confieso que este verano he estado paseando por las calles del centro de Granada gracias al Street View de Google para matar ese mono que tenía de volver a recorrer esas calles que un día fueron mi rutina. Desde antes de verano teníamos esta escapadilla planificada con unos amigos porque salía realmente barata y teníamos muy claro que había que volver. Y ahora, después de haber estado allí 4 días lo seguimos teniendo muy claro, tenemos que volver otra vez porque 4 días no han sido suficientes. En realidad nunca va a ser suficiente hasta que volvamos a vivir allí.
Llegó el esperado día, un jueves normal y corriente. Por la mañana teníamos que trabajar y hacer nuestras cosas y el viaje empezaba por la tarde, después de comer. A la hora prevista salimos rumbo a Granada, con unas cuantas horas de ruta por delante. Paramos en la estación de servicio de Ventaquemada, el típico lugar de descanso: cafés y bocadillos de jamón serrano bien hermosos y baratos, pero lo mejor es cenar al lado de su gran y acogedora chimenea en invierno como nosotros hicimos. Imaginad, de noche a 4ºC en la calle y nosotros tan calentitos ^^. Quedaban algunas horas y como era de noche hicimos la parada de descanso, nos colocamos junto a la chimenea y merendamos. Mario y los demás pidieron bocadillos de embutido y queso y vaya pinta que tenían, pero yo solo me pedí un café para llegar con hambre a Granada y salir de tapeo. Estaba deseando pisar Granada!
Y por fin llegamos a esas autovías llenas de luces, enredadas y concurridas ¡cómo las echaba de menos! nuestra siguiente misión era encontrar aparcamiento y la verdad no fue muy difícil porque cerca del barrio donde yo vivía no suele haber problema, eso sí, nos cruzamos la ciudad a pie y cargados de maletas hasta llegar al hostal, pero no fue para tanto, la primera ruta turística a pie no estuvo tan mal :)
Gran Vía a la 1:00 desde nuestro hostal
Dejamos las maletas en nuestras habitaciones, descansamos 10 minutos y nos fuimos a la calle a buscar un bar donde tapear aunque ya eran las 12 de la noche y nadie nos quería servir una triste cerveza con tapa... con lo bien merecida que nos la teníamos. Dimos con un buen lugar donde pudimos tomarnos la tapa y después nos fuimos a nuestro local favorito: el Bohemia, un local de jazz de ambiente muy relajado, de esos que invitan a pasar una tarde hablando y tomando un buen café o enorme batido escuchando buena música y de allí nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos esperaba un día intenso y teníamos que madrugar, así que no era momento para salir de juernes. La Alhambra la vi con 16 años y desde entonces, un año viviendo allí y varias visitas a la ciudad, aun no había llevado a Mario! así que prometimos que en la siguiente visita a Granada, veríamos la Alhambra ¡y cumplimos!
Tapeando a las 00:00 en la Bella y la Bestia
El Bohemia
Y la verdad es que siendo objetivos, no toda la ciudad es tan bonita, pero tiene tantos rincones y zonas que enamoran, que paseando y perdiéndote entre sus calles es la única forma de disfrutarla. Conforme escriba os iré contando cuáles son los rincones que me encantan de la ciudad. Ah! y si queréis saber dónde tapear de verdad, os dejaré una lista con nuestros bares top y otros locales como el Bohemia. No os la perdáis, un abrazo y paz!!
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