Hornby asocia pasajes trascendentales de su vida con ciertos acontecimientos futbolísticos que han tenido lugar en sus 24 años como asiduo a Highbury. Y resulta francamente divertido. El Arsenal es una constante en su vida, así que no resulta extraño (para el resto sí lo es, claro) que establezca paralelismos entre una ruptura sentimental y el traspaso de un jugador, ganar la liga en el último minuto y tener un orgasmo…
Además de su particular obsesión, retrata con amargura el ascenso del fenómeno hooligan durante los años 70, reflexiona sobre la seguridad en los estadios y, lo que a mí me resulta más ilustrador, establece con tino los límites entre ser hincha de un equipo determinado y ejercer como periodista deportivo. Esos límites que hoy en día se han diluido (en muchos casos) y que, al fin y al cabo, él conoce a la perfección.
“Igual que tantos otros hinchas, nunca se me ha pasado por la cabeza la idea de dedicarme al periodismo deportivo. ¿Cómo iba a redactar la crónica de un Liverpool-Barcelona cuando habría dado cualquier cosa por estar en Highbury viendo al Arsenal frente al Wimbledon? Uno de los temores más recónditos que tengo es que me paguen un día un dineral por escribir sobre el partido que más me apetece ver”.
Una relación difícil de encajar, por más que algunos se empeñen en colgar la camiseta para ejercer su profesión. Titánico esfuerzo en ciertos casos, elogiable en todos ellos. Porque no es fácil llevar una doble vida, ver una cosa y contar la contraria. Y, si no, os invito a salir de vuestra piel de aficionados y hacer la prueba.
"El imperativo de los resultados a la fuerza implica que los hinchas y los periodistas vean los partidos de manera radicalmente distinta. En 1969, en Highbury vi jugar y marcar un gol a George Best con el Manchester United. La experiencia debería haber sido muy profunda, como ver bailar a Nijinsky u oír cantar a María Callas, y aunque a veces comente aquel partido en términos semejantes cuando hablo con aficionados más jóvenes, esa versión tan cariñosa es esencialmente falsa: aquella tarde me pareció odiosa. Cada vez que recibía la pelota me daba verdadero pánico, y supongo que incluso deseé que se hubiese lesionado […] ¿Quién pagaría una entrada de las más caras para ir al teatro con la esperanza de que la estrella estuviera indispuesta ese día? […] ¿Dónde está, pues, la relación entre el hincha y el espectáculo, teniendo en cuenta que el hincha tiene una relación esencialmente problemática con algunos de los momentos estelares del juego?"
En fin, si eres aficionado al fútbol, ‘Fiebre en las gradas’ es un libro imprescindible. Si además te gusta viajar y lo haces con frecuencia, deberías llevártelo a tu próximo destino, será un buen acompañante en la terminal del aeropuerto, en el asiento de un tren o en la terraza de una cafetería. Y si sueñas desde hace tiempo con presenciar un partido de la Premier League, comprobarás que ya nada es lo mismo pero que la pasión se mantiene intacta.
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