¡Hola!
Hoy os escribo desde Barcelona. Mi madre está recuperándose de un operación reciente y he dejado a toda la trupe en Alemania y me he venido sola unos días para estar con ella Lo que podría parecer una escapada de ensueño (por eso de viajar sola) no lo es tanto por el hecho de pasarme los días en el hospital. No pasa nada porque para eso he venido pero he vuelto a tener esa conocida sensación de sentirme como una extranjera en mi propio país.
Es la segunda vez que me separo de Claudia en sus 3 años y la primera vez que paso una noche sin Noah. No estoy acostumbrada y se me hace muy raro y los hecho mucho de menos.
No sé si a vosotr@s os pasa, pero cada vez que viajo a Barcelona tengo la sensación que no soy “ni de aquí ni de allí”. Aquí las cosas han cambiado. Ya no conozco la mitad de las tiendas. Veo edificios nuevos, negocios que ya no existen y, aunque en esencia la ciudad es la misma, yo tengo la sensación de que ya no pertenezco a ella. Eso sí, para desayunar me he tomado mi cortado y me ensaimada. En este caso se cumple el dicho de “una vez al año no hace daño”
Me siento muy cómoda pudiendo hablar mi lengua, que la gente me entienda y no tener que poner esa vocecilla de princesa Disney para pedir cualquier cosa. En Alemania me paso el día pidiendo disculpas por mi nivel de alemán y suelo poner una voz que no es la mía, como más dulce para compensar mis errores gramaticales. Naturalmente lo hago de forma inconsciente pero lo veo también en mis amigas expatriadas.
Lo raro es que cuando estoy en España, en cierta forma echo de menos Alemania aunque viajemos toda la familia junta. Echo de menos mi hogar que siento que ya no está en Barcelona, aunque sí lo están mi raíces y eso me descoloca bastante.
Cuando estoy en Alemania no suelo echar de menos Barcelona pero en cambio, cuando estoy aquí, siento que podría quedarme para no volver. Es todo muy raro.
Los amigos tienen su vida y siguen con sus rutinas de siempre. Algunos cambian de trabajo, otros de casa y otros aumentan la familia y los primeros minutos después de abrazarnos, suelo sentirme un poco extraña. Es tomarnos un café con ellos y sentir de nuevo como si el tiempo no hubiera pasado y nunca me hubiera marchado.
Como es lógico, todo el mundo se interesa por nuestra vida en Alemania y me veo respondiendo siempre con la lista de tópicos que os conté aquí hace unos días. Siento que me miran raro. Que se sorprenden con nuestra rápida adaptación y mis pocas ganas de volver pero, a la vez, entienden que nuestra calidad de vida en Alemania es mejor de la que tendríamos en España. Siempre lo digo. Todo no se puede tener (a no ser que te toque el Euromillón) y hemos tenido que renunciar a ciertas cosas para poder vivir como lo hacemos en Alemania.
Cuando vuelvo de España suelo estar unos días intranquila. Vuelvo a mi casa, en este caso a abrazar a mis hijos y a mi marido, pero siento que un pedacito de mi se queda en Barcelona aunque esté deseando marcharme. Y en esta ocasión, se me hace más difícil despedirme de mi familia.
En nuestro caso nos vinimos a Alemania sin fecha de vuelta. Todo depende del trabajo pero dudo que, teniendo la oportunidad de volver a medio plazo, decidamos romper la “seguridad” de los niñ@s en su adolescencia para empezar de nuevo en otro país donde no tendrán amigos (pero sí familia).
Y así, con muchas dudas, nos pasa el tiempo y casi sin darnos cuenta son casi 5 años los que llevamos expatriados. En Alemania nos han pasado muchas cosas buenas. Lo más importante sin duda el nacimiento de nuestros hijos y siempre será un país que recordaré con mucho cariño. Pero también tengo la absoluta certeza, que aunque viva aquí 20 años más, no será mi “Heimat” (mi “patria”, mi “país natal”).
Creo que tendré que seguir viviendo con esta sensación de sentirme extranjera no solo en Alemania, sino en mi propio país durante toda mi vida.
¿Cómo lo vivís vosotr@s cuando regresáis a vuestros orígenes? ¿Os adaptáis enseguida o necesitáis un poco de tiempo como me pasa a mí?