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Un año más, cuando todavía faltan muchos días para el inicio de las fiestas, la Navidad llega a nuestra vida de la mano de la publicidad. Un método indirecto que los centros comerciales, los grandes gurús de nuestro siglo, utilizan para engrosar sus listas de ventas. En estos días Maya, la diosa hindú de la Ilusión que nos aleja de lo Real, nos desborda a través de reclamos publicitarios y un consumismo feroz, bajo el lema de "compra este producto y todos tus sueños se harán realidad. Estamos en Navidad" mientras que el verdadero espíritu de la Navidad, el mágico espíritu de la Navidad, subyace en el fondo de los corazones atrapado entre el griterío del materialismo y la inercia de la permisividad. La Navidad es de esos pocos días del año en que todos nos hacemos propósitos de enmienda, aflora nuestra vena solidaria o queremos paliar los desarreglos de nuestra vida cotidiana. Deseos espirituales o materiales, deseos generosos o egoístas. De diversas naturalezas pero deseos, siempre deseos. Y es que dicen, la Navidad es la época de la ilusión y de la magia. Recordemos que para las antiguas civilizaciones la Magia era el Magno Conocimiento, el Gran Conocimiento, una natural aplicación de las Leyes de la Naturaleza. Un contacto permanente entre el hombre y su entorno. El hombre no es un ser aislado, pero en nuestra actual forma de vida no dejamos espacio para las relaciones humanas. Por ello día a día la soledad y el individualismo clavan sus dientes afilados en el corazón del hombre, dejándonos insensibilizados y vulnerables?.
¿Quieres una Navidad verdaderamente especial? ¿Quieres comenzar ahora, y aprovechar el ?adelanto? del espíritu festivo? Vence alguno de tus pequeños miedos y ofrece esa victoria como una flor en el altar de aquello que más amas. Abre las puertas de tu Alma y corre a buscar a aquellos que sin siquiera saberlo, tienen necesidad de ti, del bondadoso calor de tu humanidad. Que sea tu sonrisa como la mirada de una estrella que penetra en las sombras del miedo y llega hasta tu prójimo, que te espera. Déjate conducir por el susurro amable que es la voz de tu propia alma en vez de seguir como un esclavo los ladridos y dentelladas de tus deseos, más poderosos cuanto más satisfechos. ¡No tengas miedo, sé amable! ¡No seas rígido, sé bondadoso! ¡Combate el frío psicológico con las voces, los recuerdos y los apretones de manos de quienes amas! ¿No es más natural ser así guiados por el espíritu de la Navidad, para atravesar de un modo más digno las Puertas del Año que Comienza?
NO DEPENDE DE OTROS, DEPENDE DE TI.
Carmen Morales