Aprovechando que es verano, y que medio está de vacaciones, para hacer un poco de turismo urbano. Hoy, nos vamos hasta la ciudad de Zaragoza para conocer el Pasaje del Comercio y de la Industria, aunque todo el mundo lo conoce como Pasaje del Ciclón. Un encantador pasaje comercial situado junto a la icónica Plaza del Pilar que se construyó entre 1882 y 1882 por el arquitecto Fernando de Yarza siguiendo indicaciones del Marqués de Ayerbe.
El edificio del Pasaje del Ciclón tiene un indudable sabor parisino, ya que fue construido siguiendo las tendencias arquitectónicas que llegaban desde Francia a finales del siglo XIX, y desde su construcción se convirtió en un espacio de referencia dentro de la ciudad al ser las primeras galerías comerciales de la capital aragonesa, siguiendo la moda que imperaba en otras grandes capitales europeas.
Pero tras el periodo de esplendor, estas galerías, comenzaron un lento declive que las llevó a una situación de abandono, hasta que en el 2008, coincidiendo con la Exposición Internacional del Agua, el Pasaje del Ciclón comenzó un lento renacer con la apertura de nuevos negocios que volvieron a dar vida a estas preciosas galerías.
Entre estos negocios, en los que hay establecimientos como la tienda de souvenirs Basilicus o la Heladería Dino, destaca sin duda el Café Botánico. Un café floristería de aires parisinos situado en la entrada del Pasaje desde la calle Santiago y que ha aparecido en multitud de revistas de tendencias y decoración a nivel nacional. Parte del encanto del Café Botánico es que puedes comprar unas plantas, a la vez que te tomas un té, un café o un gintonic acompañado de cualquiera de sus deliciosas tartas y bizcochos caseros.
Junto al Botánico, destaca también otro establecimiento por sus dimensiones, por su decoración, y por supuesto, por la comida. Estamos hablando del Restaurante El Ciclón. Recientemente reabierto con el chef Gabriel Leopardi al frente de la cocina, en El Ciclón podemos encontrar elementos arquitectónicos originales del edificio, como las columnas de forja, además de distintos elementos decorativos destacables, como unas mesas que eran los antiguos mostradores de los almacenes El Ciclón, o las grandes letras metálicas que anunciaban esta histórica tienda de lado a lado del Pasaje.
Respecto a la propuestas gastronómicas, en este restaurante han apostado por maridar tradición y vanguardia con una carta en la que se pueden encontrar platos clásicos pero con un toque diferente, en la que los ingredientes del Valle del Ebro tienen una importancia vital, sin olvidarse de la fusión con otras cocinas que en este momento son tendencia, con multitud de propuestas en tapas, raciones, o a la carta, además de un competitivo y apetitoso menú.
Juan Ignacio Marin