El comienzo de la historia de este lugar está en el santuario dedicado de Asclepio o Esculapio situado entre los montes Kynortion y Tithyos en un valle rodeado de pinos y que era el punto de peregrinación no sólo para los enfermos o heridos, sino también para los poetas y artístas que participaban en las llamadas Asclepias, una especie de maratón que se celebraba cada cuatro años en honor del dios.
Tras la noche pasada en el pequeño pueblo de Nauplia tomamos aquella mañana el camino hasta Epidauro, última parada del circuíto clásico que nos había tenido durante cuatro días atravezando tierras griegas en aquel mes de julio caluroso y lleno de emociones.
Tras un buen desayuno enfilamos la carretera hasta este lugar singular no sólo por su historia sino también por la belleza de tener el mayor teatro del mundo griego. Realmente la emoción se hacía sentir a medida que nos acercábamos a este especial enclave del mundo helénico.
Las maratones de los atletas que se celebraban en el santuario en honor del dios guerrero era una derivación de las antiguas celebradas en honor del héroe Malos, cuya tumba se sitúa en este lugar al mismo tiempo que era el lugar de reposo de numerosos héroes antiguos muertos en batalla.
La unión de los dos nombres (Malos y Epidauro) quizás tenga en común la idea de guerra y heridos; por lo que la ciudad fue levantándose poco a poco desde el culto al dios guerrero hasta el culto al dios que se consideraba sagrado en el mundo de la medicina. Quizás también sea la raíz común de la guerra y del guerrero herido. Un lugar donde reposar hasta que las heridas fuesen curadas del todo.
Una vez llegados a la ciudad de Epidauro nos damos cuenta de la grandiosidad que se nos brinda ante los ojos. El teatro (el más grande de Grecia), no se ofrece a la vista, puesto que está escondido entre la gran vegetación de una colina que le sirve de cimiento. Lo primero que se nos ofrece es un camino a la derecha del museo que nos lleva hasta los restos del edificio más grande del santuario (76.30 x 76.30m) llamado el Katagogeion, un lujoso albergue de dos pisos con más de 160 habitaciones dispuestas en cuatro patios. Lamentablemente el tiempo ha hecho estragos en su edificación y se nos muestra como unas ruinas desoladas.
Al oeste del albergue, nos encontramos las ruinas de un Baño Griego y el Gimnasio dotado de un propileo dórico. El patio interior está rodeado de columnas y fue transformado en la época romana en el Odeón donde se daban espectáculos de danza y teatro. A su lado podemos ver las ruinas del Pórtico del Cotys.
Desde este momento estamos en el santuario de Ascelepio. En un ángulo se encuentra el pequeño templo de Themis, con un propileo de estilo dórico dedicado a Artemisa. Más allá se encuentra el antiguo Dortoir donde se situaban en la antigüedad los enfermos para ser atendidos de sus heridas.
Desde aquí una rampa nos lleva hasta el Templo de Asclepio, uno de los más pequeños de estilo dórico de la antigua grecia. Fue construído en el 380 a.JC por el arquitecto Theodote. En su interior se encontraba la estatua del dios cubierta por una bóveda de losas de mármol negro y blanco que reflejaban y amortiguaban los rayos del sol. La decoracíon estaba basada en maderas preciosas y numerosas inscripciones; una de ellas nos hace referencia a una donación de 100 talentos que sería más o menos unos 5 o 6 millones de €. Al sur nos encontramos con la sala de Asclepios que servía para reunirse el pueblo después de orar ante el dios.
Llegamos después hasta uno de los lugares más interesante de este lugar arqueológico, el Tholos, que está inspirado en el de Delfos aunque éste es aún más lujoso, construído entre el 360 a 320 a.JC por el arquitecto Polícleto el joven, estaba rodeado por numerosas esculturas del siglo quinto a. JC. La rotonda del Tholos tiene tres escalones y un teatro o foro de ceremonias. 26 columnas dóricas hacen de adorno magnífico a este lugar impresionante.
Al norte nos encontramos dos pórticos que sirven de límite al santuario por su parte NO. La edificación seguía el camino del sol y tenía dos pisos, el piso superior se encontraba al mismo nivel que el portico oriental, dos galerías servían a los enfermos para esperar durante la noche la llegada de la mano curativa del dios. Servicios de baños y lugar para dormir completan esta original forma redonda del Tholos.
Bajando por la parte orientada al sur llegamos hasta el Estadio, obra del quinto siglo a. JC, tiene 181 metros de longitud y sus gradas están talladas en el suelo. Su forma nos recuerda al estadio de Olimpia, pero más pequeño.
A medio kilómetro se encuentra el teatro, la joya del lugar. Al pie del monte Kynortion es el mejor conservado de los teatros griegos antiguos. Fue construído en el siglo cuarto A.JC por Polícleto el joven. Su graderío está formado por dos partes; la inferior y la superior. Su forma es totalmente semicircular y en un principio la parte inferior era la única que existía, mientras que la parte superior le fue añadida mucho después. La parte inferior está divdida en 13 escalones y doce rincones (llamando así a los ángulos que formaban en su terminación). La zona superior consta de 23 escalones. Tanto la orquesta de forma circular como los coros y el escenario tiene un diamétro de 10 metros y el suelo es de tierra batida. La estatua del dios Dionisios se encontraba en el centro del escenario. En lo que forma su decorado o fondo de escenario aún podemos ver las altas pilastras, el pórtico ornamental, las medias columnas y columnas que sostenían el inmenso fondo que servía de escenario para las grandes obras trágicas. La capacidad del teatro es de 15.000 a 17.000 espectadores. En la actualidad se siguen representando obras clásicas griegas en su recinto.
La curiosidad de su acústica nos hace subir hasta la parte más alta de la construcción y nos ponemos de acuerdo con quien está sobre el escenario. El asombro se apodera de nuestro cuerpo cuando nos damos cuenta de que no hace falta gritar para ser oídos tanto desde el escenario como desde la grada más alta del teatro. Una maravilla de acústica que tiene este lugar mágico. Los árboles y los pinos sirven de adorno y embellecimiento a este teatro de la antigüedad.
Bajamos de nuevo a la ciudad para darle una última mirada mientras enfilamos el camino que nos lleva a su Museo, un lugar muy interesante para visitar puesto que allí se encuentra todo el trabajo de excavasión que se sigue llevando en esta ciudad que en la antigüedad se dedicó a la cura de los heridos de la guerra y de reposo a los ancianos. Para ello se la dotó de todo lo que hacia falta para completar el entretenimiento de aquellos hombres que habían estado toda su vida al servicio del poder de la antigüa Grecia.
Texto y fotos ®DAMADENEGRO
X-WOMAN en Ciao.es
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