El desprecio es una emoción que todos los seres humanos experimentamos alguna vez en nuestra vida. Incluso los animales sienten desprecio. Éste consiste en minusvalorar a alguien o algo, eliminando toda consideración positiva, cargando al objeto de valoraciones negativas.
En la vida cotidiana, en la calle, en el trabajo, en la escuela, e incluso entre familiares, amigos o el seno del hogar, estamos constantemente expuestos al desprecio.
El trato desconsiderado se manifiesta de varias maneras. Una de ellas puede ser a través de las palabras agresivas, que desvalorizan y disminuyen al otro. Las indirectas malintencionadas, las críticas destructivas, los comentarios irónicos y las burlas hirientes, son algunos de los ejemplos.
Pero el desprecio también se manifiesta sin palabras, a través de los gestos y actitudes corporales: saludar de mala gana, actuar como si alguien no estuviera presente, sin responderle cuando habla, ponerle mala cara, reírse a las espaldas, etc. son otras formas de desprecio que todos conocemos, y a veces resultan más hirientes, porque son difíciles de contrarrestar.
¿Como son las personas despectivas?
Las personas que actúan despectivamente, padecen estrés, sufren dolorosas heridas psíquicas y abrigan oscuros deseos de venganza. Creen que no necesitan a los demás y suelen manifestarse como si estuvieran muy satisfechas de sí mismas.
Quieren aparentar lo que no son y miran con envidia las cualidades y los éxitos de los otros. Se enojan mucho cuando se los contradice y quieren ser siempre el centro de atención. Creen que su criterio debe ser aceptado por todos y, por eso, desprecian a quienes no apoyan sus opiniones, gustos o iniciativas.
El desprecio suele ser una estrategia para manipular, un truco utilizado a menudo en discusiones y negociaciones. A las personas despectivas, les gusta interrumpir constantemente la conversación y elevar el tono de voz para imponerse. Son expertos provocadores y saben cómo encontrar los puntos débiles ajenos para "pinchar" allí donde más duele.
No suelen anunciar sus ataques, por lo que, a menudo, nos toman desprevenidos. De esta forma, ese desprecio repentino resulta muy doloroso y provoca un bloqueo en quien lo recibe, frente al que, muy pocos saben cómo reaccionar y evadir las "puñaladas"que les envían.
¿Cómo actúan?
En general, quienes son expertos en conseguir lo que quieren mediante el desprecio suelen conducirse de la siguiente manera:
Primero, evalúan el terreno con pequeñas indirectas y, si ven que éstas surten efecto, atacan con mayor dureza.
Luego, en el instante en que la víctima se encuentra emocionalmente desequilibrada, sienten que han triunfado.
Entonces, llega el momento en que actuarán como si no entendieran la reacción impetuosa de la persona que recibió el desprecio.
Será en ese momento que exhibirán una postura serena que produce mayor exasperación aún.Sin embargo, también hay personas cuyo desprecio es pasivo. Es decir, no hacen comentarios positivos a los demás, ni responden con afecto cuando sería lógico y natural que así lo hicieran.
¿Qué hacer?
Si alguien nos trata de forma desconsiderada y respondemos de la misma manera, la otra persona habrá conseguido manipularnos, debido a que nos habrá contagiado sus emociones.
Lo que de verdad necesitamos son defensas para combatir los estados de ánimo de los demás. Para ello, es importante tomar distancia y ubicarnos encima de esas situaciones.
Para no dejarse avasallar por el desprecio ajeno, es muy importante aumentar nuestra capacidad de resistir a las provocaciones, aumentando nuestra fuerza interior.
No debemos dejarnos enredar por la mala onda de los demás. Para ello, debemos aprender a través de
la práctica a no tomarnos a pecho las actitudes despectivas.
Cuando alguien nos desprecia, debemos saber que no es nuestra falla, sino la del agresor. En esta situación, lo principal es ocuparnos de cuidar nuestro propio bienestar, manteniendo la calma y evitando el reproche.
Cuando alguien nos ataca mediante el desprecio, debemos establecer una pausa entre nuestra reacción inmediata y nuestra respuesta. El método más antiguo y efectivo es contar regresivamente desde diez antes de responder. Si respiramos rítmicamente mientras contamos, llegaremos al cero en un estado positivo, desde el cual seremos capaces de actuar adecuadamente.
La ventaja de este método es que habremos procesado y reflexionado sobre lo que nos dijo o hizo la otra persona, y podremos actuar con la astucia necesaria para sorprenderlo y descolocarla al ver que su mala energía enviada no fue exitosa.
Otra técnica de autodefensa inteligente es hacer frente al desprecio, proponiendo una conversación aclaratoria.
Cuando alguien hace un comentario despectivo o un gesto de desprecio, debemos preguntarle calmadamente por que lo hizo, que lo lleva a pensar así y cuales han sido sus intenciones. Muchas maquinaciones se desvanecen cuando son puestas en evidencia.
Pero, si el interlocutor no tiene ni la mas mínima intención de cambiar su comportamiento, sólo cada uno de nosotros puede decidir si quiere entrar en una confrontación directa, es decir, un contraataque.
Es muy importante tomar una decisión a conciencia para evitar involucrarse en una pelea que, en el fondo, no deseamos. Si en ese momento estamos ocupados en tareas importantes, es mejor no pelearnos y seguir desarrollando nuestras actividades.
Hay cosas mas importantes que los pensamientos retorcidos de los demás. No debemos malgastar nuestra energía.
Las personas despectivas disfrutan al comprobar que sus comentarios negativos han hecho efecto. Ignorar a quienes nos desprecian puede ser una actitud necesaria. Al sentirse ignoradas, la ofensa vuelve sobre los agresores.
Cuando las personas despectivas constatan que no han recibido respuesta a su ataque, puede que insistan para obtener la atención que desean. Debemos entonces, renovar nuestra indiferencia. Ignorar el desprecio es un duro castigo para los despectivos, cuyo disgusto sobrevendrá si no nos inmutamos, y ésta es una respuesta mucho mas eficaz que la de pelear con ellos.
Por otro lado, debemos recordar que analizar con lupa todo lo que los demás nos digan o hagan es una obsesión que debemos evitar a toda costa, porque de lo contrario, cualquier gesto y cualquier palabra de los demás podrán afectarnos y hacernos sufrir.
Todas las estrategias para ignorar a las personas despectivas sirven para hacernos la vida mas fácil. Es un error pretender que las personas despectivas se conviertan de repente en buenas personas. Nadie puede cambiar si no lo desea, por ello, a veces es mejor alejarse definitivamente de ellas.