En estos últimos días del año, un sorprendente descubrimiento arqueológico ha sido portada de las revistas digitales y de las redes sociales: el cadáver momificado de un monje que se encontraba dentro de una estatua de Buda. Todo comenzó en 1997, año en el que un coleccionista anónimo adquirió una hermosa estatua de Buda en una subasta pública. La estatua era una reproducción de Buda sentado en la típica posición de loto, tenía una bella manufactura y estaba chapada en oro. Cuando la tuvo en su poder, el experto comprador notó que la estatua pesaba más de lo que en principio debería y, además, parecía más antigua de lo que mostraban los papeles del objeto. Para comprobar estos detalles, el experto comprador envió la estatua a la Universidad de Utrech, en los Países Bajos, una institución con excelente reputación investigadora y que dispone de los medios y el personal suficiente para fechar antigüedades mediante la prueba del carbono.
Cuando los investigadores comenzaron su análisis, constataron que la estatua era, en realidad, un curioso ataúd que con la forma de Buda contenía los restos momificados de un monje fallecido hace más de mil años. En la base de la estatua aparecían, además, ciertas inscripciones que hacían pensar que el cadáver momificado pertenecía a Liu Quan, un monje budista perteneciente a la corriente de los Shugendo. Los seguidores de esta práctica se denominan Sokushinbutsu, un término que se traduce literalmente como “consecución de la budeidad en vida“.
La tecnología de finales de los años 90 no pudo arrojar más datos de este sorprendente hallazgo, pero en el año 2014 un grupo de investigadores del Meander Medisch Centrum en Ámsterdam consiguió los permisos necesarios para realizar una tomografía completa a la estatua, prueba que confirmó la presencia de la momia budista en su interior y, además, confirmó la teoría de que el monje budista se había automomificado. La auto momificación es un proceso muy complejo que busca un objetivo: convertir al fallecido en un auténtico Buda. durante los primeros 1000 días, el monje deja de consumir otros alimentos que no sean semillas o granos para deshacerse de toda la grasa corporal. El siguiente periodo de 1000 días, el monje sigue el proceso de purificación tomando cortezas de árboles y, al final, toman un veneno que consume sus órganos internos y elimina los líquidos corporales.
Según los expertos, el hallazgo del Buda viviente o, más bien, momificado no solo es un brillante descubrimiento arqueológico, también nos ayuda a comprender mejor el intrincado pensamiento del ser humano a lo largo de la historia.
Redacción: Marta Barrero. MARAVEGA Comunicación.
“Buddha 00014” by YashiWong - Own work. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.