Debo reconocer que lo que más me empujo a verla, además de sus numerosas nominaciones a los Oscar, es ese aura de misterio que esconde, en el cual no pude evitar caer. Os doy la bienvenida al Londres de los años 50, a la intrigante historia de El hilo invisible.
La preparación del secreto
El hilo invisible narra la historia de un prestigioso modista completamente obsesionado por su trabajo que conoce a una joven camarera, de la cual acaba locamente enamorado. Bajo esta simple premisa se inicia un thriller sobre esa fina linea que separa el amor y la obsesión, narrado de una forma muy pausada y cuidada. Para entendernos, El hilo invisible es como Madre!, pero explicada con una sutileza y elegancia inexistentes en la cinta de Aronofsky, dejando de lado la extravagancia y la provocación. Además, esta elegancia que envuelve el filme funciona también como crítica a la hipocresía de la alta sociedad británica, excesivamente preocupada por el aspecto exterior y los modales pero totalmente corrompida por dentro.
Dejando lo estrictamente técnico para el final de la crítica, quiero pararme un segundo en alabar cómo la película utiliza su estructura para crear un ambiente de misterio y tensión especialmente complejo. Me fascinó la forma en la que el director no busca ir al grano sino todo lo contrario. Al más puro estilo Hitchcock, el filme se toma su tiempo en generar un aura de misterio que simplemente busca generar preguntas e incomodidad al espectador para luego, más o menos a la mitad del metraje, soltar toda la artillería pesada y desvelar esas ansiadas y oscuras respuestas. Toda la trama está planteada al más puro estilo de los grandes maestros del thriller y consigue que no te desenganches de la pantalla durante sus 2 horas de duración.
La elegancia del horror
Antes ya he comparado El hilo invisible con Madre! y, aunque me da miedo ser demasiado repetitivo, considero que es un buena forma de entender la grandeza de la película. Aunque no considero que la cinta de Aronofsky sea en absoluto una mala película, sí que creo que la película de Paul Thomas Anderson consigue provocar al espectador con mucho menos. Ya sabéis el dicho, menos es más. Técnicamente hablando, todo en El hilo invisible es tan sencillo y a la vez tan efectivo que abruma a los sentidos. La fotografía y planificación, aún no ser exageradamente novedosas o arriesgadas, cuida muchísimo los detalles y el simbolismo, creando un lenguaje propio que te ayuda a ir completando el complejo puzzle poco a poco.
Las actuaciones son muy destacables aunque, bajo mi punto de vista, tampoco magistrales. Daniel Day-Lewis lleva a cabo una gran interpretación, pero no llegó a impresionarme tanto como las críticas me habían hecho creer (quizás las espectativas me jugaron una mala pasada). En cambio, Vicky Krieps brilla bastante más que su compañero, realizando una sorprendente actuación.
¿Mi favorita para los Oscar?
Y a pesar de todas las flores que le he lanzado a la película, no es mi favorita para los Oscars ni considero que sea una obra maestra. ¿Por qué? No lo sé. Tengo la sensación de que todo es casi perfecto, casi. Aunque salí realmente contento de la proyección, aún ahora siento que algo le falta para ser perfecta. No sé exactamente qué es, pero algo falta. Es una sensación parecida a la de estar montando un puzzle y descubrir justo antes de terminar que falta una pieza. En mi caso, El hilo invisible es un hermoso y complejo puzzle al que, por desgracia, le falta una pieza. Ojalá algún día encontrar esa mísera pero fundamental pieza. Ojalá.