Han pasado ya un par de días después de esta primera jornada de octavos de final Champions, la cual ha dejado a un Real Madriden una situación harto complicada. Jugarse la temporada en las plazas del Camp Nou y Old Trafford, seguro que no era la visión que la entidad merengue tenía, cuando en el pasado verano la temporada se puso en marcha.
Una visión que tenía como objetivo dar la puntilla al dominio culé en el último lustro, y poder certificar así el ansiado final de un ciclo azulgrana, que con la marcha de su entrenador, parecía entrar debilitado en el nuevo año futbolístico. Una visión que tenía de nuevo la consecución de “La Décima”, cómo el máximo hito, convirtiendo así a la institución casi en leyenda, al alcanzar los dobles dígitos en la más laureada de las competiciones. Una visión que debía confirmar que los récords y estadísticas de hace poco más de medio año no quedaran en simplemente eso; hitos perecederos.
Sin embargo, la realidad está siendo muy diferente, y ahora, todo va a quedar supeditado a las prestaciones del equipo en apenas siete días de competición. Siete días al todo o nada. Siete días de máximo riesgo.
Un riesgo que además parece afectar al máximo responsable del equipo, el cual parece no estar satisfecho con el rendimiento de su plantilla, y aprovecha la mínima oportunidad para lanzar mensajes de crítica individuales. Al técnico del Real Madrid se le está haciendo muy dura la primera mitad de la temporada. Los resultados no son los esperados y el equipo no encuentra soluciones ante rivales que saben plantearle una defensa cerrada. No hay problemas cuando funciona la pegada de Cristiano Ronaldo o la magia de Özil o cuando el rival ofrece campo para jugar a la contra. Pero cuando las cosas no salen el técnico siempre alude a un mismo culpable: la falta de actitud o a los fallos individuales de sus jugadores.
«Hay jugadores que me han decepcionado», dijo tras el partido ante el Celta. Y añadió que algunos de los deportistas con más talento y mejor pagados del mundo «no querían jugar porque hacía frío, llovía y era un partido de Copa».
Derrotado en Getafe, el entrenador luso culpó a algunos de sus jugadores de «no cumplir su misión»; cuando perdió ante el Sevilla dijo que no tenía «equipo», y después de verse superado por el Betis acusó a los futbolistas de no darlo todo. «No me digas que una persona de 23, 24 o 25 años no puede jugar en Manchester y el sábado contra el Betis», dijo entonces.
Ahora, con un nuevo traspié en forma de empate en el Bernabeu ante el campeón inglés, ha sido Ramos el damnificado. En una exposición larga, y con una pose cariacontecida, se quejaba Mourinho que todo su trabajo de preparación se viene abajo si en una guerra particular uno de sus jugadores pierde la partida. Y puede que tenga razón. Ya puedes preparar un partido, ya puedes pensar en estrategias y posicionamientos individuales, que al final, son los propios jugadores, los cuales con sus decisiones individuales ejecutan cada una de las acciones.
Y es que la excusa de Mourinho, igual se podía servir a su rival, Ferguson, el cual vio cómo en un salto individual de uno contra uno, Ronaldosuperaba a su par, el cual apenas puso oposición en el salto. ¿Es ese gol fruto de la estrategia de ataque merengue? ¿Se había trabajado durante la semana?, o por el contrario, ¿es un acierto individual de Cristiano al ejecutar de forma magistral un centro desde la banda? ¿Es acierto de Mourinho ese gol?
El fútbol es un deporte en el que intervienen multitud de variables, y en el que todas las piezas son móviles. Los partidos en los deportes de equipo son una manifestación de interacciones con un cierto grado de incertidumbre, creatividad y dramatismo entre estructuras sistémicas que son más o menos conocidas, y que determinan acontecimientos singulares e irrepetibles con efectos (resultados) altamente impredecibles. A veces una pequeña causa dentro del juego (una falta, un regate) determina un efecto considerable en la competición; a veces, grandes acontecimientos (un gol, una expulsión) resultan poco importantes para el comportamiento de los jugadores
Por eso, si bien es cierto que la preparación de un partido es importante, también lo es que una vez puesta en ejecución, no se puede esperar ver la reproducción exacta de lo que se ha practicado durante la semana. Un despiste, un fallo individual, una acción brillante del contrario puede cambiar cualquier parámetro previamente establecido. Y escuchando a Mourinho, parece que él ya ha ganado cada partido antes de jugarlo. Y sólo son sus jugadores los que se lo harán perder. No sé si esa es la mejor de las tácticas para mantener la cohesión de un grupo, que este año se ha visto ya en muchas ocasiones apuntado por un dedo que dejará su sello en la institución.
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