Eva miró a ambos lados, ningún coche a la vista. La falta de tráfico era inusual un miércoles a las siete de la tarde en aquella zona, salvo en Agosto, aunque no lo pareciera la ciudad no tenía el mismo ritmo. Jara estaba pendiente de todos los movimientos de la nieta de sus dueños, nada más sentir el ligero tirón de Eva la elegante Vizsla se puso en marcha. Poco trato había tenido Eva con aquella perra, que ya era la tercera generación de braco húngaros de sus abuelos, pero en las últimas semanas se habían hecho inseparables.
Eva y Jara se conocían por los periodos vacacionales que la primera pasaba en casa de sus abuelos, sin embargo, algo las unía. Jara tenía debilidad por Eva y, Eva adoraba a la nieta de su querida Xena.Xena había llegado a casa de sus abuelos teniendo ella ocho años, convirtiéndose en una más en los juegos de Eva y sus primos. La dócil, cariñosa y juguetona Xena se ganó los corazones de cada uno de los miembros de la familia. Xena amaba a sus dueños, los abuelos de Eva, pero le encantaba los fines de semana cuando aquella casa se llenaba de risas, carreras y niños trepando por los árboles. Xena era la primera en tirarse a la piscina al escuchar el "un, dos, tres?¡bomba va!" y en más de una ocasión intentó trepar el árbol al que sus primos humanos estaban subidos.
Eva casi era una adolescente cuando Vicente y Clotilde, los abuelos de Eva, decidieron quedarse con una de las cachorritas de la que sería la última camada de Xena. Sasha, pronto tuvo que llenar el vacío dejado por su madre, que tras sufrir una infección moría prematuramente dejando tres cachorritos por criar. Sasha se convirtió en el perro de ocho primos adolescentes, estando presente entre ellos siempre que se reunían en casa de sus abuelos.
Eva no tuvo la misma relación con Sasha que con su inolvidable madre, porque la doradísima braco de largas orejas tenía dos años cuando los padres de Eva se trasladaron a Alemania. Así y todo, cuando el verano llegaba y Eva regresaba a Valencia para pasar las vacaciones estivales se trataban como si nunca se hubiesen separado.Y así unas vacaciones de navidad de hacía ya cinco años vio nacer a Jara, estando ahora a nada de ver nacer a los cachorritos, a los que poco le faltaba por venir al mundo.
?Jara, ¿qué prisa te ha entrado? ?preguntó Eva al observar el aumento de velocidad en su amiga canina. ?¿Tienes ganas de ver a Alejo?
Eva no pudo evitar sonreír al ver a Jara mover el rabo al escuchar el nombre de Alejo.
?Ya hemos llegado.
Jara empujó la puerta con su hocico haciendo sonar las campanillas de la puerta de la clínica veterinaria. Varios de los perros, que se encontraban en la sala de espera, se pusieron de pie para observar a las recién llegadas.
?Hola, Jara?saludó Alejo que salía de la consulta. ?. Hola, prima.
?Hola?respondió al saludo Eva sin poder apartar la vista del chico que salía de la consulta junto a su primo.
Eva notó que el corazón se le aceleraba. ¿Cuánto tiempo hacía que no veía a aquel chico? Hacía veinte años que no lo veía. Sí, la última vez que lo vio, ella tenía trece años. Andrés, ¿cómo es posible que sigas produciéndome esta sensación a pesar de los años que han pasado?
Eva sintió el rubor cubrir sus mejillas al verse observada por el que había sido su amor platónico en la infancia y adolescencia. Dudaba incluso que él la reconociera, a pesar de haber pasado muchas horas en su casa, su hermana Ana y ella siempre habían sido inseparables.
?Andrés, ya te llamo y quedamos. ?escuchó Eva decir a Alejo. ?. Andrés, ¿me has oído?
?Sí, perdona?contestó Andrés que no podía apartar los ojos de la recién llegada. ?. Hala, Titán, nos vamos.
Eva notaba su acelerado pulso mientras mentalmente se enfadaba consigo misma por no ser capaz de saludar a Andrés. No podía vocalizar ni una sola palabra, ni siquiera para preguntarle por Ana, a la que hacía mucho tiempo que no veía.
?Jara, creo que la prima se ha enamorado?le susurró Alejo a Jara acariciándole la cabeza. ?. Tendremos que hacer algo.
?¿Decías algo, Alejo? ?preguntó Eva. Las campanillas de la puerta parecía haberla traído de nuevo al mundo.
?Nada, le decía a Jarita que tendréis que esperar un poco. ?mintió Alejo.
?No pasa nada.
Tres cuartos de hora más tarde Alejo cerraba la puerta de la clínica, ya no le quedaban más pacientes, solo Jara esperaba por él.
?Y bien, ¿has encontrado algo que te guste? ?quiso saber Alejo mientras palpaba la panza de Jara.
?Nada de nada. Mañana he quedado para ver un par de apartamentos, por cierto, muy cerquita de aquí.
?Genial, me encantará tenerte de vecina. ?afirmó Alejo?. ¿Cómo es lo de vivir con los abuelos? Yo los adoro, lo sabes. En realidad, es imposible que ninguno de nosotros diga lo contrario, pero no sé si podría vivir con ellos.
?Bien, lo llevo bien, aunque la abuela no hace más que alentarme a buscar pareja?rio Eva?, y el abuelo no para de decirle que me deje en paz. Ya sabes como son.
?Sí, lo sé. ?rio Alejo. ?. Todo va bien, calculo que la próxima semana aumentamos la familia.
êêêêê
Eva no había logrado quitárselo de la cabeza en toda la noche, sin entender que a pesar de las dos décadas pasadas Andrés siguiera produciéndole el mismo revoloteo de mariposas en el estómago. Jara la había escuchado atenta a todas sus explicaciones, pareciendo estar de acuerdo en todos sus razonamientos. A Eva le hacía gracia ver los movimientos de Jara, como si realmente supiera y entendiera de lo que estaba hablando.
He de llamar a Ana, cuando se entere que llevo un mes en Valencia y no la he llamado, se decía así misma de camino al piso que iba a ver aquella mañana, se va a enfadar con toda la razón. Podría preguntarle por Andrés, ¿se habrá casado? No me fijé si llevaba anillo. Eva, ¿te estás oyendo? ¿Qué estás diciendo? ¿Para qué quieres saber si está casado o no? Ayer no fuiste capaz ni de saludarlo. ¿Cómo es posible perder tanto el control sobre ti misma por el simple hecho de ver a una persona?Eva señalizó que iba a aparcar, aquella no era la calle de su posible nuevo apartamento pero, si no recordaba mal era justo la paralela. Luego le enviaré un whatsapp a Ana, la verdad es que tengo muchas ganas de verla, se decía así misma mientras buscaba el número de la calle. Allí había quedado con la propietaria.
?¿Eva? ?preguntó con aire escrutador la propietaria nada más abrir la puerta.
?Sí, soy yo?contestó sonriente Eva?. Usted debe de ser Reme ?dijo agachándose para acariciarle la cabeza al yorkshire que se había abalanzado sobre su pierna nada más abrir la puerta su dueña.
Al otro lado del descansillo se oyeron un par de gruñidos tras escuchar los continuos ladridos del yorkshire.
?Calla Cuqui, ya te ha escuchado Boss. No lo provoques. Y deja en paz a Eva, no seas pesada.
?No se preocupe, no pasa nada. Debo olerle a perro.
?Por favor, no me trates de usted. ¿Tienes perro?
?No, mis abuelos, pero como ahora mismo estoy quedándome con ellos, debo tener el olor de Jara impregnado por todas partes.
Eva recorrió el piso. No era grande pero lo suficiente para ella. Aquel piso reunía todas las características buscadas por Eva: dos habitaciones, una de ella para utilizarla como centro de trabajo, exterior, luminoso, bien situado, incluso tenía una pequeña terraza perfecta para trabajar en sus traducciones con el buen tiempo.
?Me gusta.
?Me alegro?contestó Reme?. Sergio, mi marido, y yo en principio no sabíamos si vender o alquilar?
?Reme, perdona que te interrumpa, pero yo no quiero comprar. Apenas acabo de volver de Alemania y no me apetece meterme en la compra de un piso.
?No, no me interpretes mal. Eso era en un principio, luego tuvimos claro lo de alquilar pero no queríamos meter a cualquiera.
?Imagino.
?No puedes ni imaginar la cantidad de gente a la que se lo he enseñado y nada. A unos no les interesaba porque buscaban algo más grande, y otros no me gustaban a mí. Sin embargo, no me preguntes el motivo pero tú, nada más verte, me has gustado. Bueno, y a Cuqui ?rio al verla jugar con su perra.
?Me alegra que así haya sido.
Media hora más tarde Eva entraba en el ascensor despidiéndose de Reme y Cuqui. Uff?mira que habla esta mujer, menos mal que tampoco será necesario verla a menudo, porque llevo la cabeza del revés. Imposible ser más cotilla, solo le ha faltado preguntarme si prefiero tanga o braguita, reflexionaba saliendo del ascensor.
?Perdón?se disculpó al salir despistada y tropezar con el chico que esperaba para entrar en el ascensor.
?Nada, no pasa nada?oyó decir mientras sus ojos se clavaban en aquellos ojos grises que tanto la habían obsesionado en su adolescencia. ?.Eh, ¡yo te conozco!
?Sí?sonrió Eva al ser reconocida por Andrés, notando un cierto hormigueo en el cuerpo.
?Eres la prima de Alejo.
?Ah, sí ?respondió un tanto decepcionada?, la misma.
?¿Vives aquí? ¿Cómo es que nunca nos hemos visto?
?Casi.
?¿Casi? ?rio?¿Cómo "casi" se vive en un sitio?
?Porque aún no vivo, me mudaré en breve.
?Me alegra saberlo.
?Ah, ¿sí? ¿Por qué? ?preguntó Eva sintiendo la adrenalina subir como cuando estás en lo alto de la montaña rusa y estás esperando la veloz bajada.
?Siempre le alegra a uno la mañana tropezarse con una cara bonita nada más salir de casa. Por cierto, me llamo Andrés.
Eva no tuvo tiempo de responder, Andrés y ella dieron un salto al escuchar la voz de sorpresa que la llamaba desde la puerta.
?¿Eva? ?dudaba Ana desde la puerta de la calle?Pero?pero, ¿de verdad eres tú?
?¡Ana! ¡No me lo puedo creer!
?Pero, ¿vosotras os conocéis? ?quiso saber Andrés al ver a su hermana y a su nueva vecina fundidas en un abrazo.
?¿Cómo que si nos conocemos? ¿Acaso no os estabais saludando? No puedo creerme que no os hayáis reconocido.
?No, bueno, la prima de Alejo. Ayer nos vimos en la clínica. ?respondió mirando fijamente a Eva intentando buscar alguna respuesta.
?¿Eres prima de Alejo? Ostras, claro, si alguna vez lo vi en tu casa. Joder, ¡mira que el mundo es pequeño! ¿No recuerdas a Eva? ?Ana se giró hacia su hermano. ?¿De verdad no sabes quién es? Es Eva, mi amiga de la infancia.
?¿Eva? Espera? ¿La misma Eva que se destrozó la rodilla al caerse de la bici? ¿La misma Eva que al reírse se le hacían dos hoyuelos a ambos lados de la boca? ¿La misma Eva cuya risa contagiaba a todo el mundo?
Eva no salía de su asombro, escuchar todas aquellos recuerdos de boca de Andrés la hacía sentir un intenso cosquilleo por todo el cuerpo.
?¿La Eva a la que le gustaba el helado de menta y chocolate como a mí?
?Sí, esa soy yo?acertó a decir Eva con una amplia sonrisa.
?Sí, sin duda alguna eres tú, los hoyuelos siguen estando ahí. ?confirmó Andrés acariciando sus mejillas haciéndola ruborizar bajo el contacto de sus dedos.
Ana los observaba divertida. Ella siempre supo el gran secreto de su amiga. Eva nunca le había dicho nada, pero ella siempre tuvo claro que su amiga estaba enamorada de su hermano.
?¿Vas a seguir ligando con mi amiga o puedo hablar con ella un momento?
?¿Qué? ?preguntó Andrés que por un momento se había olvidado de la presencia de su hermana.
?¿Cuándo has venido? ¿Por qué no me has avisado y qué haces aquí?
?Llevo casi un mes. No te enfades, iba a llamarte pero no he parado. Mis abuelos me tienen acaparada, y luego está Jara que está a nada de parir.
?¿Quién es Jara? ?quiso saber Ana.
?Su braco húngara, es preciosa.
?¿Tú, cómo lo sabes?
?Ayer nos vimos en la clínica de Alejo.
?¿Y no os reconocisteis? ?inquirió Ana mirando a su amiga y transmitiéndole con su mirada que lo sabía todo.
?No, coincidimos unos minutos. ?se defendió Eva.
?Ya?respondió con cierto tono irónico Ana. ?¿Qué estás haciendo aquí?
?He venido a ver un piso, en breve me mudo.
?Vaya, ¿no es lo suficientemente grande Valencia que mi hermano, mi chico y ahora mi mejor amiga viven en el mismo edificio? ¿A qué piso te mudas?
?Al décimo.
?Ja ja ja, la leche, vas a ser la vecina de Iván y justo debajo tendrás a Andresito. Mira que el destino es juguetón.
?¿El destino? ?preguntaron a la vez Eva y Andrés.
?Yo me entiendo.
?Bueno, yo los tengo que dejar, quedé en pasar por la clínica y Alejo debe de estar esperándome desde hace un buen rato. Ana, te llamo y quedamos.
?Vale, pero no tardes. Tenemos mucho de lo que hablar.
?No, ya te mando luego un mensaje y quedamos.
?Vale, lo esperaré.
Los ojos de Eva y Andrés se cruzaron por unos largos segundos. Eva volvió a quedarse sin saber qué decir.
?Nos vemos.
?Sí, nos vemos.
?En casa siempre tengo helado de menta y chocolate.
Ana sonrió, sintiendo una ilusión inmensa porque tenía claro que a su hermano le gustaba su amiga.
?Ah?solo atinó a decir Eva.
?Cuando te apetezca, ya sabes dónde encontrarme.
?De acuerdo.
Ana y Andrés entraron en el ascensor nada más ver a Eva salir a la calle. Ana no podía evitar lucir una sonrisa socarrona en su rostro.
?¿Por qué me miras así?
?¿Siempre tienes helado de menta y chocolate? ¿Esa es tu manera de ligar?
?¿Qué dices?
?Andrés nos conocemos. No puedes negarlo. ¡Te gusta Eva! ¡Me encanta!
?¿Te has vuelto loca?
?No, cariñet, reconócelo hermanito te gusta Eva. Dime, ¿esto ha sido un flechazo de ahora o te gustaba de peque? Eva siempre fue muy bonita y tenía a muchos niños de clase rendidos a sus pies.
?Ana, deja de imaginar cosas.
?¡Andrés! Reconócelo, ¿qué tiene de malo que te guste una chica? Además? ?Ana se calló, no le parecía leal revelar el secreto de su amiga.
?¿Qué? ?preguntó saliendo del ascensor.
?Me gusta Eva para ti, hacéis buena pareja.
êêêêê
No sabía qué pensar. No estaba segura del significado de aquella conversación, nunca hubiese imaginado que Andrés recordara tantos detalles suyos. Sí, ella y Ana se conocían de toda la vida, desde la guardería se convirtieron en inseparables; incluso tras su marcha a Alemania siguieron unidas. Los kilómetros no las separó y siempre se veían cuando Eva regresaba de vacaciones a Valencia, sin embargo, el destino no quiso que ella volviera a ver a Andrés. Eva lo tomó como una inequívoca señal, debía olvidarse del hermano de su amiga.
?Xiqueta, no me has contado cómo te ha ido con los pisos que ibas a ver.
Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que Eva se sobresaltó al escuchar la voz de su abuela.
?Iaia, no te oí llegar?dijo incorporándose en la hamaca donde estaba recostada.
?Eva, aquí estás cogiendo toda la humedad de la noche. ¿Pasa algo?
?No, nada, iaia.
?¿Seguro?
?Seguro.
?No te veo muy convencida?sonrió la abuela sentándose a su lado y acariciando a Jara. ?. ¿Qué tal el piso?
?Muy bien, en un par de semanas te libras de mí.
?¡No digas eso! ?rio Clotilde? Nosotros te vamos a echar de menos, pero a Jara le va a dar algo.
?No vamos a estar tan lejos y vendré a veros a menudo, yo también os voy a echar de menos.
?Cariñet, sabes que te puedes quedar en casa. Es demasiado grande para tu abuelo y para mí.
?Iaia, lo sé pero entiende que necesito mi propio espacio.
?¿Lo conozco?
?¿A quién? ?con cara de sorpresa preguntó Eva.
?Al chico que te tiene así.
?¿Qué?
?A ver, cariñet, desde ayer estás ausente y a mí esa miradita tuya me recuerda a cuando yo andaba enamoriscada de tu abuelo.
Eva sonrió, besó a su abuela antes de que Clotilde la abrazara.
?Iaia, a veces se me olvida que a ti no se te escapa una.
?¿Y quién es ese chico?
?El hermano de mi amiga Ana, ¿te acuerdas de ella?
?¿Anita? ¿Cómo no me voy a acordar de ella si todos los veranos acampabais aquí cuando te venías en vacaciones? De su hermano si que es verdad que no me acuerdo.
?Normal, yo no lo había vuelvo a ver desde hacía muchos años.
?¡No me digas que te gustaba entonces! ?exclamó Clotilde mirándola a los ojos. ?¡Mare de Deu!
El sonido del móvil interrumpió la conversación.
?¿Es él? ?preguntó Clotilde con una sonrisa.
?No, iaia?rio Eva.
?Hala, me voy para dentro, te dejo hablar tranquila.
?Hola, Ana, justo hablaba con mi abuela de ti. Sí, de ti?repitió Eva?, ¿de tu hermano? ¿Y por qué iba yo a hablar de Andrés con mi abuela? ¿Qué? Ana no inventes.
?Ja ja ja?sí, me rio porque justo eso me respondió Andrés. A ver vosotros podréis decirme lo que queráis pero Eva, a mí no puedes negarme que siempre te gustó mi hermano. No, no, no?Ni se te ocurra desmentírmelo, nos conocemos desde que llevábamos pañales. ¿Qué? Sí, puedes haber salido con todos los chicos que te dé la gana pero lo cortés no quita lo valiente. A ti te molaba Andrés, siempre lo supe, y lo mejor es que te sigue gustando y, estoy segura que a él también le gustas.
?Ana, siempre has sido una lianta. ?contestó sintiendo una punzada en el estómago al escuchar las palabras de su amiga.
?Lianta no, los conozco a ambos y ese rollito que os traíais los dos esta tarde decía mucho. Ah, y no me creo que no lo hubieras reconocido. ¿Qué? ¿Y por qué no se lo dijiste? Bah, déjalo. Escúchame, el sábado tenemos barbacoa en casa de mis padres. Bien, pero ellos no están. No, de vacaciones. Te quiero allí. Así te presento a Iván, que tiene muchas ganas de conocerte.
?Y eso, ¿por qué? Ya?ya? a saber qué rollo le has contado hoy.
?Y Andresito también estará. ¡Ay, qué ilusión me hace!
?Ana, no seas fantasiosa, anda.
?De fantasiosa res de res, sé lo que me digo.
êêêêê
?Iaia, me voy, si Jara se pusiera de parto me llamas. Además, seguro que Alejo también está.
?Sí, no te preocupes. ?respondió su abuela.
?¡Qué guapa está mi nieta! ?dijo Vicente interrumpiendo a su mujer y su nieta.
?Gracias, iaio.
Eva se despidió de sus abuelos y Jara, que estaba tumbada en su cama con cara de estar a punto de parir y salió rumbo al chalet de los padres de su amiga.
Unos quinientos metros separaba la casa de sus abuelos de la de los padres de Ana y Andrés. Precisamente, por eso se habían conocido, siempre fueron vecinos.
?Eva?la llamó su abuela desde la puerta.
?Dime?contestó girándose hacia ella escudriñando los ojos, la luz del sol le molestaba pero no podía apartar la mirada del cielo. El atardecer les estaba regalando unas bellísimas tonalidades anaranjadas. ?, ¿has visto que bonito está el cielo, iaia? ?Clotilde asintió con un ligero movimiento de cabeza. ?¿Qué me querías decir?
?Nada, solo desearte suerte.
?¿Suerte?
?¿Acaso no va el hermano de Ana?
?Sí, pero?
?No hay pero que valga, Eva, en esta vida hay que luchar por lo que se quiere.
Eva volvió a darle un par de besos a su abuela antes de emprender su camino. Los nervios no la dejaban respirar con propiedad, no lo entendía pero solo saber que Andrés iba a estar allí la tenía en tensión.Pues, guapa, ve haciéndote a la idea a verlo a menudo. Vais a ser vecinos, ¿cómo te vas a poner si te lo encuentras en el ascensor? Los ladridos de un perro llegaron hasta ella nada más llamar a la puerta. Debe ser el perro de Andrés, el elegante doberman que estaba en la consulta de Alejo. Respira Eva?respira, pensaba escuchando la voz de Andrés hablando con su perro al otro lado de la valla.
?Hola, vecina. ?la saludó sonriente.
Andrés no era el único que la saludaba, Titán subido sobre sus patas traseras intentaba lamerle la cara.
?Titán, bájate inmediatamente, no seas pesado. No la conoces de nada.
?No, no pasa nada. ?respondió Eva?. Hueles a Jara, eh. ?comentó Eva acariciándole la cabeza a Titán.
?Le has gustado. Claro, no me extraña?dijo sonriente clavando su mirada en la de ella.
?Toma?dijo Eva intentando controlar la situación.
?¿Qué es esto?
?Un par de botellas de vino.
?No tenías que haberte molestado.
?¡Qué menos! No iba a venir con las manos vacías.
?¡Eva! ?la llamó Alejo que acababa de enterarse que Ana y Eva eran amigas de toda la vida.
?Mejor será que entremos?comentó Eva.
?Sí, porque fugarnos estaría mal. ?bromeó Andrés.
?¿Fugarnos? ¿Por qué?
?Porque mi hermana está un poco insoportable desde el otro día, ahora le ha dado por hacer de casamentera. Hace un mes intentó liarme con la que ahora es la novia de tu primo y ahora?Andrés miró fijamente a Eva cómo intentando comprobar su reacción.?intenta liarme contigo.
?A tu hermana no hay que hacerle mucho caso, eso lo deberías saber. ?contestó Eva evitando su mirada.
?Lo sé, lo sé. ?respondió Andrés?. Además, seguro que habrás dejado a algún alemán echándote de menos.
?¿Pensáis quedaros en la puerta? ?preguntó Alejo abrazando a su prima? ¿Cómo sigue Jara?
?Me huelo que de un momento a otro nos llama la abuela. ?comentó Eva percatándose que Andrés no apartaba la vista de ella.
?Ven, quiero presentarte a Helena.
Tras conocer a Helena, Eva siguió con las presentaciones, aun no conocía a Iván aunque tenía la impresión de conocerlo por todo lo que su amiga le había hablado de él en los últimos meses. Pedro y Cristina fueron los siguientes en ser presentados, al único que conocía era a Félix. Ana, Félix y ella habían hecho un viaje junto por los países nórdicos un par de años atrás y el verano pasado ambos le habían hecho una visita en Alemania.
?Así que Ana intenta liarte con su hermano.?le murmuró Félix en un momento que se habían quedado asolas.
?Tu amiga está loca.
?¿Loca? ¿Por qué? ?preguntó dándole un sorbo a su copa? A ti te gusta, no lo puedes negar y a él le gustas?
?¿Qué dices?
?¿Qué digo? A ver, guapa, no ha dejado de mirarte en toda la noche. Conozco desde hace mucho a estos dos y a Andrés nunca lo había visto mirar así a una chica. Además, nena, está muy bueno.
?Mira que eres tonto?rio Eva empujándolo suavemente.
?Seré tonto pero tengo ojos.
?¿Qué secretitos os traéis? ?quiso saber Ana acercándose a ellos y colgándose de los cuellos de ambos? ¡Me encanta! Por fin voy a poder disfrutar de mis dos mejores amigos al mismo tiempo.
Félix no era el único en percatarse en las miradas que Eva y Andrés se habían dedicado a lo largo de la noche.
?Me gusta, Eva es muy guapa y simpática.
?Iván, ¿he de recordarte que soy el hermano de tu novia?
?No, imbécil, me gusta para ti y, tú no puedes negar que te gusta.
?¿Qué dices?
?Tío, las miraditas te delatan. Bueno, os delatan. Ella no se ha quedado atrás.
?¿Tú crees?
?¡Ajá! Entonces sí que te gusta?murmuró ?, sabía yo.
?Iván, a ti mi hermana te está haciendo mucho daño. ?rio Andrés.
?¿Qué secretitos os traéis aquí vosotros dos? ?quiso saber Alejo.
?Aquí al colega le mola tu prima.
?Hala, publícalo en las redes sociales. ¡Seréis panda de marujas!
La voz de Andrés se escuchó sobre las demás, haciendo que todos dirigieran su mirada a él. Eva le sonrió, algo en su interior la hacía imaginar qué había pasado.
?Habla con ella, mi prima no se come a nadie. ?le dijo Alejo.
?Mira que sois pesaditos. ?se quejó Andrés mientras veía a Eva acercarse a donde estaban hablando por el móvil. ?Eva, ¿podemos hablar? ?preguntó al verla colgar la llamada.
?¿Es urgente?
?No?respondió Andrés sin entender la pregunta y sentándole como un jarro de agua fría.
?Alejo, me acaba de llamar el abuelo, Jara está de parto. Voy para allá, ¿vienes?
?Sí, claro. ?contestó Alejo dejando el vaso sobre la mesa y acercándose a su prima. ?.Helena, luego vengo, si la cosa se alarga te aviso.
?Vale?respondió Helena.
Alejo y Eva se despidieron de todos, ya estaban junto a la puerta acompañados de Titán, quien casi no se había separado de Eva en toda la noche.
?Alejo, adelántate, ahora voy yo?comentó Eva acariciando la cabeza de Titán.
?Ok.
Eva lo buscó con la mirada, haciéndole señas para que se acercara. Sorprendido por aquel gesto inesperado Andrés se acercó a Eva.
?Perdona que haya sido tan cortante antes. No quería ser borde.
?La verdad es que me diste un planchazo?bromeó Andrés?, pero lo entiendo yo también acudiría junto a Titán si estuviera de parto.
?Eso sería digno de ver?rio Eva.
?¿Por?
?¿Titán embarazado?
?Era un suponer, ¿también me vas a dar caña tú?
?Ja ja ja. No, yo no te voy a dar caña, al menos hoy no?contestó mirándolo a los ojos?, tal vez?
?¿Mañana? ¿Te apetece comer conmigo mañana? Esta noche me voy a quedar aquí, ¿te apetece si paso a por ti y nos vamos a la playa?
?¿Tú y yo?
?Tú y yo, sin casamenteros.
?Perfecto. ?contestó antes de darle un par de besos en las mejillas. ?. Nos vemos mañana.
El primero de los cachorritos había nacido, Jara lo lamía mientras una segunda cabecita comenzaba a asomar. Eva se abrazó a la cintura de su abuela, ella había visto nacer a la que ahora estaba de parto y, tal como entonces, ver nacer a aquellos pequeños le parecía un auténtico milagro de la naturaleza. Alejo, al igual que el resto de la familia, contemplaba alumbrar a Jara; su intervención no era necesaria. Hora y media más tarde, nietos y abuelos observaban con una sonrisa en la cara a los cinco cachorritos mamar de su madre. ¿Cuántos perros habían visto nacer aquellas cuatro paredes? Muchos y, sin embargo, aquel momento les seguía pareciendo igual de intenso y emocionante.
?Ya no habrá más nacimientos en esta casa.?comentó en voz alta Clotilde.
?¡Iaia! ?clamaron al unísono Eva y Alejo.
?A ver, bisnietos espero ver pero ya no vamos a tener más cachorritos.
?Pero, ¿os vais a quedar con uno, no? ?casi suplicó Eva.
?No lo tengo tan claro?respondió su abuela mientras su abuelo hacía un leve movimiento de hombros.
?Pero, iaia, no podemos romper el árbol genealógico. Estuvo Xena, Sasha, Jara, ¿con quién van a jugar tus bisnietos? Anda iaia ?dijo Alejo besando a su abuela.
?Vosotros dos sois los peores, sois ambos unos aduladores?rio Clotilde ?, habéis sido consentidos por vuestros primos mayores y por todos nosotros.
?Venga, iaia, sabes que nosotros te ayudaremos con?Eva se calló un momento?, ¡tenemos que buscarle un nombre! Jara eres una campeona. ?Eva se acercó a la Vizla para acariciarle la cabeza.
êêêê
Casi no había dormido en toda la noche, demasiadas emociones concentradas en poco espacio de tiempo. Primero los recién nacidos, no podía dejar de observarlos, le parecía mágico haberlos visto nacer y verlos mamar de su madre, que no dejaba de lamerlos. Sin embargo, Jara y su camada no era el principal motivo de su desvelo. No, su insomnio llevaba nombre pero el de Andrés.
¿Qué voy a hablar con Andrés?, se preguntaba removiendo y removiendo su café con leche bajo la atenta mirada de su abuela, que la observaba en silencio imaginando a qué se debía el nerviosismo de su nieta pequeña.
?Entonces, no vienes a comer.?Clotilde interrumpió los pensamientos de su nieta.
?No, no sé adónde vamos pero no vendré a comer. Bueno, a no ser que me necesites aquí.
?Cariñet, ¿para qué iba a necesitarte? ¿Cómo es posible que estés tan nerviosa? ?sonrió Clotilde levantándose de su sitio y sentándose junto a su nieta? ¿Tanto te gusta ese chico? ?preguntó subiéndole la barbilla con sus manos? Ni respondas, no hace falta.
?Iaia, en realidad, me gustaba cuando era una niña. Ahora casi me da miedo a decepcionarme, aunque creo que eso es imposible.
?Eva?Eva?la llamó su abuelo entrando en la cocina?, hay un chico en la puerta preguntando por ti.
?¿Qué hora es? ?preguntó mirando la hora en el reloj de la cocina?Uff?se me ha ido el santo al cielo. ¿Puedes decirle que salgo enseguida?
Eva corrió al cuarto de baño, estaba preparada, solo necesitaba cepillarse los dientes y coger su bolso con sus cosas. Diez minutos más tarde se despedía de sus abuelos, y no podía marcharse sin antes echarle un vistazo a Jara y sus inseparables cinco.
?Perdón?se disculpó nada más sentarse en el coche?, siento mi retraso. Juro que no soy una tardona. No me gusta hacer esperar por mí.
?No pasa nada. Si he esperado veinte años para volver a verte, podía esperar diez minutos más.
Eva no dijo nada. Sin palabras se había quedado. No estaba segura del significado de aquellas palabras. Desconcertada por el comentario se colocó el cinturón, costándole más de la cuenta abrochárselo.
?¿Necesitas ayuda? ?preguntó mirándola de reojo Andrés, teniendo claro el porqué de la falta de destreza de Eva.
?No, gracias. No es necesario. Ya está. ?contestó Eva. ?. He dormido poco y ando un tanto torpe esta mañana. ?se apresuró a decir.
?Ya?sonrió? ¿Qué tal Jara y sus cachorros? Alejo me dijo que todo había ido perfecto.
?Sí, todo bien.
El silencio se apoderó del coche, ambos parecían estar escuchando a The Corrs, cuando en realidad tenían la cabeza puesta en el otro.
?Este silencio comienza a hacerse insoportable?de pronto dijo Andrés cuando ya llevaban media hora larga en silencio. ?. No te recuerdo tan calladita.
?¿Y cómo me recuerdas? ?quiso saber Eva.
?Sonriente, siempre parloteando?una de las chicas con más admiradores de todo el colegio.
?Ja ja ja. Sí, claro, con club de fans y todo.
?De haberlo sabido me hubiese hecho el presidente. ?aseguró André