MONUMENTO VIRGEN DEL ROCIO
Se encuentra frente a la Plaza del Punto desde el año 2011, siendo su autor el escultor e imaginero rocianero Elías Rodríguez Picón. Tiene unos 4,30 m de alto, 4,50 de fondo y 3 de ancho, y pesa unos 6000 kg. Realizado en bronce patinado, el grupo escultórico representa una escena de la procesión del Lirio de las Marismas, el Lunes de Pentecostés, con la Señora llevada a hombros desde sus andas de Reina Celestial por sesenta figuras de las que brotan interiores fulgores religiosos que les dan un extraño encanto. El artista utilizó personajes reales para encarnar al numeroso grupo: de hecho, El propio Elías aparece junto a su padre, alzando a su hijo de 22 meses hacia la Virgen. La obra también incluye símbolos tales como las medallas de las hermandades de Nuestra Señora del Rocío de Huelva y de Emigrantes.
CATEDRAL DE LA MERCED
Declarada Monumento Histórico Artístico en 1970. La Catedral de la Merced de Huelva fue elevada a tal categoría el 15 de marzo de 1954 cuando se constituyó la diócesis de Huelva en 1953. Este edificio fue anteriormente la iglesia del Convento de la Merced fue fundado en 1605 y la iglesia se inició un año más tarde y fue finalizada en 1616. El Convento se edificó sobre la antigua ermita de San Roque.
Todo el conjunto fue levantado por orden de Alonso Pérez de Guzmán, señor de la villa de Huelva por aquel entonces y VIII duque de Medina Sidonia.
El maestro alarife que dirigió técnicamente la construcción fue Francisco Díaz Pinto, natural de La Palma del Condado, según consta documentalmente por un accidente ocurrido en la obra durante 1783.
La estructura original de la catedral de Huelva duró intacta poco más de un siglo, porque, después, el terremoto de Lisboa (1775) destruyó la capilla de San Cayetano y afectó gravemente la estructura del templo, lo que hizo necesaria una gran reforma. En la reforma de 1915 se aprovechó para levantar unas espadañas de inspiración colonial sobre las torres laterales de la fachada principal. Y más tarde, en 1969, a causa del terremoto que sufrió la ciudad, la catedral de la Merced de Huelva tuvo que ser sometida de nuevo a un intenso trabajo de restauración que terminó en 1977.
Descripción:
La Catedral de tiene influjos del barroco hispano-americano, es de planta de salón con disposición basilical, crucero y doble torre en la fachada.
La fachada, de ladrillo revocado, es de estilo barroco y se organiza en tres cuerpos separados por cornisas, en la que resalta el avitolado, quedando enmarcada entre dos torres laterales inconclusas. El inferior juega el papel de zócalo y contiene la puerta de entrada al templo con arco de medio punto enmarcado por dos pares de pilastras a cada lado y con óculos cuatrilobulados. Sus laterales llevan un óculo de forma semicircular.
El segundo cuerpo está concebido como un gran retablo con hornacinas que en 1978 fueron decoradas con escultura de Antonio León Ortega como maestro y de Mario Ignacio Moya Carrasco como aprendiz, trabajadas en barro cocido bajo las advocaciones de la Virgen de la Merced, San Leandro y San Walabonso.
El tercer cuerpo repite prácticamente el esquema del cuerpo anterior sustituyendo la hornacina central en este caso por una ventana rectangular; y en las hornacinas laterales en barro cocido están las esculturas de Santa María y el beato Vicente de San José.
El tramo central de la fachada se remata con una balaustrada sobre la cornisa, en cuyo centro está una espadaña con ménsulas laterales, modelo que se vuelve a repetir en las espadañas laterales que sí llevan campanas. El tramo lateral que comprende el segundo y tercer cuerpo lleva alternancia de un vano rectangular y unos óculos ovalados y circulares.
El conjunto consta de tres espadañas: dos simétricas, de tres vanos en dos niveles, ubicadas a la fachada principal a los pies de la iglesia y una tercera espadaña que hace ángulo con la ubicada al lado del evangelio, ésta última de un solo vano.
Consta de siete las campanas: cuatro de ellas son nuevas (fundidas en Braga (Portugal) el año 1976) y tres antiguas.
El interior tiene planta de tres naves y crucero y compartimentación en cinco tramos: crucero, cabecera con capillas acabadas en testero plano.
La nave central, más ancha que las contiguas, está cubierta por bóveda de cañón con lunetos. Los arcos fajones descargan en el entablamento y éste sobre pilastras de capiteles corintios adosadas a los machones que reciben a los arcos formeros de medio punto, divisorias de naves. Sobre ellos montan los vibrantes balconcillos de las tribunas colindantes. A los pies de la nave, por encima de la puerta principal de acceso, se extiende la aérea y dinámica tribuna del coro alto, cuyas alas laterales avanzan apoyándose falsamente sobre capiteles corintios.
Cada nave lateral, dotada de tribuna o triforio, dispone sólo de cuatro tramos con bóvedas de arista, pues el quinto lo ocupa la torre. Los arcos fajones apean por el lado de los pilares sobre pilastras adosadas a los mismos, y por el otro sobre pinjantes.
El crucero exhibe en su centro una elegante cúpula sobre pechinas con decoración pictórica alusiva a santos de la orden. La gran cúpula que inunda esta zona del interior de una suave atmósfera de luz, se compone de elevado tambor, elemento cupuliforme y airosa linterna. El tambor encaja sus ventanales entre pilastras pareadas. Sobre estos huecos lucen los óculos del elemento cupuliforme también entre gemelas pilastrillas. En los laterales del crucero hay dos retablos barrocos, uno situado en la nave del Evangelio y dedicado a la Virgen de las Dolores, y otro en la nave de la Epístola, que es el retablo del Sagrario, con una talla de San José.
El altar exento, bajo la cúpula del crucero, goza de perfecta visibilidad. El amplísimo y ondulado presbiterio de mármol rojo y gris, como toda la solería y zócalo del templo, es capaz para las solemnes concelebraciones de las fiestas litúrgicas.
La capilla mayor, transformada en la última restauración, adapta en el antiguo presbiterio el coro de canónigos presidido por la sede episcopal. Tras el coro se dispone una tribuna, destinada a capilla sacramental, con el nuevo camarín de la imagen titular. A esta tribuna se accede mediante una escalinata que parte de la capilla lateral derecha. La sacristía y antesacristía quedan al lado izquierdo.
En su interior destacan la Virgen de la Cinta, escultura de la Virgen con el Niño labrada en madera estofada y policromada, de 1,52 m. de altura. Se puede fechar hacia 1610. Está atribuida a Martínez Montañés y el Cristo de Jerusalén.
Las naves laterales cuentan con una sucesión de bonitos retablos de inspiración barroca. Cerca del altar Mayor, se encuentra el retablo de la Virgen con el Niño, de madera dorada y policromada, del siglo XVIII. Otro retablo, también de madera policromada, cuenta con un lienzo de San Lorenzo pintado por Herrera el Viejo. En otro se puede contemplar un cuadro del arcángel Rafael y en otro más, un relieve del santo mercedario San Ramón Nonato.
La iglesia está vinculada a la Casa de los Guzmán, tal y como queda patente al contemplar el panteón familiar de los condes de Niebla, título dependiente del ducado de Medina Sidonia.
IGLESIA DE SAN PEDRO
Es de estilo mudéjar. Es el templo religioso más antiguo de la ciudad al ser levantada sobre los restos de una antigua mezquita musulmana en lo que fuera núcleo de una fortaleza medieval, junto al antiguo castillo (Cabezo de San Pedro). El desnivel del terreno, al estar en un cerro, se salva mediante una escalinata al lado izquierdo del templo, y una calle en cuesta a su lado derecho.
Fue catalogada como Bien de interés Cultural desde 1.999.
Su fecha de construcción se data entre finales del siglo XII y principios del XIII y hasta 1515 fue la única parroquia de la capital onubense. Entre la segunda mitad del siglo XIV y finales del XV el edificio queda configurado en lo esencial tal y como ha llegado a nuestros días. El edificio en su planta y alzado se corresponde con el modelo gótico mudéjar sevillano posteriores al terremoto de 1356: planta basilical, con cabecera abovedada de estilo gótico y buque cubierto con artesonado de alfarje, de tradición hispanomusulmana. El edificio, está dividido en dos partes claramente diferenciadas: la cabecera y la nave, fue sufriendo distintas transformaciones. La historia de la construcción y transformación de la Iglesia Mayor de San Pedro no se entiende sin las obras acometidas durante el siglo XVIII, en su mayoría obligadas por los diversos daños que sufrió a costa de distintas catástrofes naturales (huracanes y terremotos). Así en 1722 un huracán demolió la espadaña de cinco vanos. En 1755 se produjo el terremoto de Lisboa, que afectó al cuerpo y capilla mayor, espadaña y casa del cura.
Tres años después (1758), otro huracán quebró el campanario recién hecho y partió la bóveda de la capilla mayor y el testero. Y en 1763, un nuevo terremoto que dejó el campanario en ruinas y afectó de nuevo el altar mayor.
Después de estos fenómenos y las obras de reparación y reconstrucción llevadas a cabo, la imagen visual del templo queda configurada totalmente tanto en el exterior como en el interior. Por ello, esta iglesia es una mezcla de estilos arquitectónicos (mudéjar, barroco y gótico) que le confieren un aspecto único.
De la mezquita aún se conservan el artesonado mudéjar de la nave central y las tres naves separadas por arquerías, de las que parten las capillas laterales, una de ellas dedicada a la Virgen de la Cinta (patrona de Huelva).
EXTERIOR
En el exterior destaca la torre campanario de San Pedro, proyectada por Pedro de Silva, quien presentó su proyecto de campanario el 5 de julio de 1770, y construida por Francisco Díaz Pinto entre 1770 y 1774. La torre tiene su cimentación en piedra, y a partir de ahí, comienza su construcción en ladrillo donde el contraste del color blanco de los fondos con el cálido tono del avitolado y del ladrillo cortado, se completa con cuatro pilastras en los ángulos de la torre, placa conmemorativa, óculo circular.
INTERIOR:
La cabecera está dividida en dos tramos: ochavada en el presbiterio y rectangular en el antepresbiterio. Las bóvedas en los dos tramos son de crucería labradas en piedra caliza cuyos nervios se apoyan en capiteles adosados al muro y ligados entre sí por medio de una imposta corrida. El elemento de unión entre los dos tramos es un nervio que la convierte en sexpartita. Los pilares adosados que sirven de separación entre el primer tramo y el segundo de la capilla mayor llevan adosados baquetones y son los encargados de formar el arco fajón interior y el arco toral, todos de forma ojival.
El retablo mayor: en la restauración del altar mayor en 1646, fecha en que se dora y se limpia el retablo. En 1721 Francisco de Torres y Esquivel presenta un informe alegando la necesidad de la realización de un nuevo retablo mayor por estar el anterior muy antiguo y deteriorado. El encargo fue dado en 1722 a Antonio de Carvajal, ensamblador, arquitecto, entallador, escultor y carpintero, formado en el ambiente artístico de Pedro Roldán, quien se compromete a la realización del retablo en el plazo de dos años.
Realiza un diseño fundamentalmente arquitectónico siguiendo el gusto de la época de los retablos-fachada. Se adapta perfectamente a la forma poligonal del testero y se levanta sobre un banco con mesa de altar y tabernáculo al centro según las ordenanzas canónicas de la época rematado en sus medios por dos mensulones sobre los que se levantan cuatro estípites que dividen el cuerpo central en tres calles con hornacinas y ménsulas con tondos de imágenes.
De las tres naves que conforman la de la Iglesia se corresponden con una central de mayor altura, cubierta con artesonado de par y nudillo y dos laterales, cubiertas con artesonado a una sola agua o colgadizo (herencia hispano-mulsulmana), separadas por pilares que sustentan arcos apuntados de gran altura y que conforman cinco tramos. El cuarto y quinto tramo añadido en los comienzos del siglo XVI (1508) mantienen el coro y el trascoro. Los cuatro pilares más cercanos a la zona de presbiterio son de sección cruciforme. La calle central, de mayor anchura que las laterales, en su parte baja lleva el tabernáculo de forma trapezoidal adornado en sus ángulos por columnas salomónicas o retorcidas, mientras que por encima del tabernáculo se coloca dos camarines superpuestos siendo el primero dedicado a San Pedro, escultura sedente; y en el segundo, por Santa Ana y la Virgen Niña.
En las calles laterales, en hornacinas se encuentran la Inmaculada Concepción y San José. El retablo mayor de San Pedro se corona con un gran ático semicircular separado del cuerpo inferior por un guardapolvo de gusto clásico mientras que la parte superior de ese ático se remata por guirnaldas. Todo el ático está presidido por un alto relieve del padre eterno en actitud de bendecir y sosteniendo la esfera de universo en su mano izquierda. Va acompañado en los laterales por las esculturas de San Martín de Porres y San Lucas.
En las dos naves laterales son abundantes las capillas de distintos artistas y dedicadas a distintas vocaciones, algunos de ellos influenciados por los retablistas sevillanos, como por ejemplo, Martínez Montañés
Al más puro estilo barroco castizo, el retablo queda totalmente completo al incorporarle hojas de acanto, roleos, órdenes clásicos usados con plena libertad, querubines, volutas, tornapuntas y frontones quebrados o triangulares. Este retablo volvió de nuevo a ser restaurado por Juan Aguilar Gutiérrez entre 2003 y 2004.
Uno de los eventos históricos más célebres que se pueden mencionar fue el bautizo de la Reina de Portugal, Luisa Francisca Pérez de Guzmán, hija del Conde de Niebla, el 24 de octubre de 1613.
IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN
Es considerado el primer templo de España bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. Popularmente se la conoce como La Purísima.
Cuentan las crónicas que en mayo de 1505 Cristóbal Dorantes hizo concesión de sus casas para que se levantase en ella la que sería segunda parroquia de la ciudad y dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, siendo 1515 la fecha en la que se inició su construcción. La iglesia originaria constaba, al igual que hoy, de tres naves espaciosas con un retablo mayor del que no quedan vestigio.
El modelo de templo originario, gótico-mudéjar, no se conserva pues tras el terremoto de 1755 produjo graves daños en la fábrica del edificio, hecho que de nuevo se volvería a repetir en 1863 que obligarían a varias intervenciones en lo que era la iglesia y campanario. La primera reconstrucción la llevó a cabo Pedro de Silva veedor de alarifes de albañilería en 1757. El segundo en trabajar en su reconstrucción fue Antonio Matías de Figueroa. En 1936 la iglesia sufrió un incendio durante la guerra civil y hubo que llevarse a cabo una nueva reconstrucción. La historia de estas reconstrucciones continúa hasta el 2006 y en esta ocasión debido a problemas de cimentación causados por una obra cercana, el arquitecto de esta última actuación ha sido Antonio Jesús López Domínguez.
Presenta dos puertas de acceso. La principal, situada a los pies del templo, se abre a un pequeño vestíbulo situado bajo el coro. La puerta lateral se abre en la nave del Evangelio frente a la capilla de la Hermandad del Nazareno.
La fachada del edificio se inscribe en el estilo barroco y el interior en el gótico.
Exterior
La portada principal está estructurada en dos cuerpos. El inferior está compuesto por tres calles separadas por columnas que se apoyan sobre altos pedestales, situándose el vano de entrada, bajo un arco de medio punto, en la calle central. En las calles laterales hay sendas hornacinas que albergan las imágenes de San Pedro y San Pablo. El cuerpo superior solo presenta una sola calle flanqueada por columnas de ladrillo, con una hornacina central presidida por una imagen de la Inmaculada y un frontón curvo donde se halla un óculo. Remata la portada tres balconcillos de arcos trilobulados a modo de logia.
La torre, situada a la derecha de la portada principal, está decorada con festones barrocos. Corona el campanario un chapitel de azulejería sevillana de colores azul y blanco, que se difundirá en campanarios posteriores.
En las restauraciones realizadas entre los años 2002 y 2006, se ha intentado recuperar la imagen de su estado original, como bóvedas mudéjares y barrocas, capiteles, cornisas y vanos. El resultado en una armoniosa imagen dieciochesca sobre una planta mudéjar.
Interior
Su estado actual es de tres naves, estando la central cubierta con bóveda de cañón reforzada con arcos fajones y estando los arcos formeros muy marcados con molduras semicirculares. El arco fajón descansa sobre una pilastra de estilo jónico con su arquitrabe, friso y cornisa, la pilastra va adosada a un pilar cuadrado que también lleva adosado en sus lados contrarios columna de estilo toscano. Entre pilar y pilar, la sección se divide con arquería de tres arcos de medio punto. Las naves laterales originariamente con armazón de madera a una sola agua están hoy cubiertas de madera formando una bóveda de aristas, dejando uno de sus plementos sin cubrir para que se pueda divisar la estructura original. La nave central se remata en su zona de presbiterio con una cabecera de tracería gótica, siendo ésta original de su época de construcción.
Existe una única capilla lateral en la nave de la Epístola. En los pilares que separan las naves podemos encontrar dos lápidas conmemorativas. La más antigua, de mármol blanco, recuerda la bandera ganada a los turcos por el capitán Andrés Garrocho el 16 de julio de 1537. La otra recuerda el asesinato del sacerdote José Páez Hernández en agosto de 1936.
Las naves se iluminan por una serie de vidrieras realizadas en 1939 por La Veneciana, a excepción de la dedicada a San Alfonso María de Ligorio, obra de Santa Rufina en el año 1968.
El interior de la iglesia está decorado con numerosas obras importantes pertenecientes a grandes imagineros andaluces como Álvarez Duarte, Antonio Castillo Lastrucci, Ortega Bru, y los onubenses Antonio León Ortega y Sebastián Santos que forman con sus obras la riqueza patrimonial de la Semana Santa onubense. Entre ellas destaca Nuestro Padre Jesús Nazareno, de gran devoción entre los onubenses.
El retablo del Patriarca San José situado en la nave del Evangelio, es de estilo neobarroco, de tres calles separadas por columnas salomónicas sobre un banco. En sendas ménsulas a los lados del titular del retablo figuran sendas imágenes de escuela valenciana de San Joaquín y Santa Ana. El cuerpo superior lo remata un ático de frontón partido, en cuyo centro hay una hornacina con la efigie del arcángel San Rafael. Es obra del tallista onubense Miguel Hierro Barreda, quien lo talló en 1945 mientras que su dorado fue realizado por Enrique Gómez del Castillo. La imagen titular del retablo es una talla del cacereño Enrique Pérez Comendador.
Las capillas están dedicadas a la Vera-Cruz y a Nuestro Padre Jesús Nazareno, la bautismal a San Juan Bautista1 y existen hornacinas a San Pedro y San Pablo. En el retablo se representa a la Inmaculada Concepción.
MONUMENTO A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
OTRA ENTRADA
De paseo por huelva I
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