Si los medios de comunicación son pedagogía, como dicen los sociólogos, eso sería lo que está aprendiendo esta sociedad: que el insulto sale gratis. Lo que se oye en esos programas se dice para crear crispación, los moderadores, que están ahí para ejercer ese poder, parecen recibir órdenes para hacer todo lo contrario, pues cuanto más sube el volumen de la discrepancia más audiencia parece registrarse. Si no hay polémica no hay espectáculo. Y es de lo que se trata, el insulto es el espectáculo. Gritar e insultar para hacer ese tiempo más rentable. Y los espectadores, incitados por esa cadena tienden a repetir lo que oyen. Pero no solo en televisión, los políticos en los mítines y en el Parlamento también lo hacen. Es el espectáculo del lenguaje basura.
Así pues proliferan los ‘realities’ sobre ‘chonis’ de barrio. Son las nuevas heroínas de las jóvenes españolas. Los sociólogos afirman que es producto del fracaso escolar y la falta de oportunidades. Belén Esteban es un fenómeno mediático que ha llegado a inspirar tesis universitarias por el modo en que su forma de ser y de expresarse calan en el público. Tanto es así, que las cadenas generalistas se han empeñado en encontrar a sus sucesoras a través de reality shows protagonizados por “chonis” de barrio que aspiran a ser famosas. La Sexta ultima estos días el estreno del último de una larga lista de programas que muestran el día a día de este tipo de chicas, y que la televisión se encarga de presentar como modelo a seguir para muchas jóvenes españolas. Bajo el título de Princesas de barrio, este docu-reality (mezcla de documental y telerrealidad) presenta a un grupo de veinteañeras cuyas ocupaciones van desde gogó de discoteca, cajera de supermercado o aspirante a actriz.Pero la búsqueda de la perfecta choni mediática comenzó hace ya años (Curso del 63-Antena 3, Las joyas de la corona-Telecinco, El campamento-Cuatro, Operación Momotombo-Antena 3 y Generación ni-n.-La Sexta) con un denominador común: muestran chicos y chicas de clase media-baja, sin estudios, trabajo o ambiciones y con un comportamiento problemático.
Esta moda barriobajera en televisión, dicen los sociólogos, viene determinada por dos factores: la época en la que vivimos y la oferta que responde a una demanda. En España hay un grupo de gente que se denomina ni-ni (ni estudia, ni trabaja), que se está quedando descolgado del proceso que sigue la sociedad, dicen los sociólogos, y necesitan héroes con los que se pueden identificar. De ahí el éxito de personajes como Belén Esteban y programas como Gran Hermano, que convierten lo mediocre en una cualidad admirable. Los expertos opinan que este fenómeno es producto del fracaso escolar y la falta de oportunidades en la sociedad actual, en la cual la manera de estar integrado es consumir en lugar de producir. Por ello, una parte del público se identifica con gente que tampoco tiene oficio ni beneficio.
Pero la audiencia no demanda si no hay una oferta que satisfaga sus gustos televisivos, por eso es peligroso el rumbo que están tomando los medios, que deberían ayudar a formar, y no al revés, y más grave es que ocurra esto en las televisiones públicas. Los medios deben reflexionar sobre el rol que juegan en la sociedad, porque si no, se pueden convertir en cómplices.
Los últimos datos indican que durante el año 2009 las televisiones autonómicas perdieron 772 millones de euros, frente a los 763 millones perdidos en 2008, estimándose que los ingresos por publicidad cayeron 66 millones de euros hasta los 233 millones, mientras que las subvenciones públicas (de ejecutivos autonómicos) han crecido hasta los 813 millones de euros, casi 100 millones más que en 2008.
Si los datos los extrapolamos al conjunto de las televisiones públicas –esto es incluyendo a TVE- las pérdidas se mantienen en 772 millones debido a los resultados neutros de la tele estatal, aunque significa una reducción del 6% en las pérdidas. En este caso los ingresos por publicidad –todavía con publicidad en TVE- cayeron hasta los 660 millones de euros, con crecimiento de las subvenciones hasta los 1.362 millones, un 26% más que en 2008. Los costes de explotación se han reducido un 4%. Esto se traduce ni más ni menos que en un aumento del coste neto por hogar de la tele pública que ha llegado hasta los 144 euros. En total, el coste neto de la tv pública estatal fue de 34 euros, mientras que el de la autonómica fue de 110 euros. En 2008 el coste fue de 130 euros.
Con todos estos datos, lo que cuestan y lo que nos ofrecen, se plantea necesariamente la pregunta de para qué se necesitan las televisiones públicas, ¿sólo para satisfacer las necesidades de los políticos de manejar un espacio público a su antojo?.
Culpables somos todos, pero responsables son los que llevan las riendas y hacen proliferar la incultura de las “chonis”.