¿Listos para adentraros en el universo más “catastróficamente” desdicho, como diría el propio Conde Olaf? ¡Sigue leyendo si estás ansioso por ver como empiezan y continúan sus desventuras!
Nuevas catástrofes para los Baudelaire
La vida de los huérfanos es una continua serie de eventos desafortunados, desde la muerte de sus padres a acabar pasando de tutor en tutor hasta acabar en un internado al final de la primera temporada como podemos apreciar. Iniciando donde acabamos, los huérfanos harán lo posible para evitar que el Conde Olaf se haga con ellos y con su fortuna.
En esta segunda temporada podremos observar como las catástrofes se desarrollan con mucho más énfasis y de modo más natural, aunque alguna de ellas se vea un poco forzada e innecesaria, pero, como es una catástrofe, debe estar. También quiero decir que la trama avanza de manera estupenda y hasta trepidante, pues el guión va cargadito de emociones, tensiones y un sinfín de disfraces y personajes variopintos del Conde que mantiene vivo el interés y hace que brille con luz propia, engatusándonos a que continuemos sus andanzas.
Nuevos amigos, aliados… y enemigos
Otra cosa que más llama la atención es que los Baudelaire, contra todo pronóstico, hacen amigos, quienes serán sus mayores confidentes en todo momento… hasta que aparece el Conde Olaf, llevándose con él a sus amigos, y serán los Baudelaire quienes tendrán que ir tras él a la vez que huyen. Una paradoja en toda regla, ¿no? Esa es la gracia de esta temporada.
También cuentan con aliados, quienes algunos interactuarán directamente con ellos, tratando de proteger a los hermanos antes de que el Conde Olaf les eche la mano encima. Lo ventajoso de estos personajes es que nos ofrecen una trama paralela a la original y nos ofrece una especie de respiro, sin hacernos olvidar que existen.
Y para colmo suyo, el Conde Olaf se echa nuevos amiguetes en la búsqueda de la fortuna Baudelaire, que ofrecerán a la trama un tono más cómico que le sienta de fábula y no se vuelve ni monótono ni cargante. A todo esto, obviando a esta gente, ¿los adultos no se dan cuenta de que los que buscan son los malos disfrazados? Aunque es un puntazo a favor para la serie, aunque lleve al espectador al borde de un ataque de nervios.
Conde Olaf, actor para cualquier ocasión
Uno de los puntos fuertes que tiene esta temporada es que el Conde Olaf brilla mucho más, pues le conocemos más y observamos que tiene ese punto de malvado que lo que hace no es más que por el placer… y por un secreto oculto de la temporada.
Este ser, maléfico y disparatado, nos ofrece en esta segunda temporada una nueva lista de personajes dotados de un carisma y de una fabulosa visión que hace que nos lo pasemos bien con él: cada interpretación es única y es ingeniosa, capaz de sacarnos una sonrisa boba.
¿Por qué esta segunda temporada de Una serie de catastróficas desdichas es digna de verla?
Pues por la razón de Una serie de catastróficas desdichas, ofrece una expansión y más puntos de vista a la trama de los hermanos; porqué es capaz de mantener el interés en todo momento, aunque sufra un corto altibajo en alguno de los episodios; porqué es una serie de catastróficas desdichas tan fatal y está llevado a un extremo que parecía que nunca llegaría (y lo hacen con soltura); y porqué Neil Patrick Harris nos da un Conde Olaf completamente carismático que dota la serie de vida propia, capaz de hacernos sentir bien.
Esta temporada es, sin duda alguna, Una serie de catastróficas desdichas que desearás que nunca llegue a su fin.