Con los 252 millones de dólares recaudados, las tres nominaciones y un Oscar por Get Out, un thriller político con un corazón sobrenatural, Jordan Peele entró repentinamente en ese círculo de autores que con el género pueden permitirse hacer casi todo, Ejemplo escribe un horror como Nosotros (20 millones de presupuesto contra los 5 de la película anterior), proyecto muy ambicioso, tan llenos de símbolos y cambios de tono como para decir que es una apuesta arriesgada del director.
Seguro ganará mucho dinero con Nosotros y pensará en el próximo proyecto, con un presupuesto que se duplicará o incluso más y con la voluntad de los estudios que ponen el dinero para apoyarle en cualquier idea: porque sí, el es un autor, pero también es una mina de oro. En resumen, lo que ha sido M. Night Shyamalan durante años y nunca ha dejado de ser Christopher Nolan.
Nosotros, de la realidad al horror y de allí a la ciencia ficción
Nosotros, por lo menos durante una hora, es una invasión de casas clásica, nos hace pensar mucho en Los Extraños de Bryan Bertino: hay una familia afroamericana con una cabaña en el lago que, una noche, se encuentra asediada por cuatro locos en unos vehículos, aparentemente falta motivación que va más allá del puro sadismo.
Excepto que esos cuatro tontos son como aquellos para los protagonistas, en el sentido de que son idénticos. No se debe decir algo más, pero esto sucede: la película trabaja largamente en suspenso siguiendo ciertos principios de puesta en escena muy comunes, entonces, literalmente, se rompe. Es decir, pierde las piezas, va más allá de cualquier lógica.
Y mientras esta ficción de lo absurdo rompe la trama y los personajes, es como si la historia terminara desenfocada, y de esta imagen borrosa, de entre estos escombros de significado, la idea política de la película emergió de manera poderosa, en cierto punto, lo único que queda de pie.
Es una forma muy fascinante de entender el género, la semilla ya estaba en Get Out, pero aquí el proceso es extremo: de la realidad al horror, del horror a la ciencia ficción, y ahora incluso de la ciencia ficción al territorio de fantasía. Una acrobacia tan grande que al final depende de poner en boca de un personaje una súper explicación para explicar lo inexplicable, cuando ya es demasiado tarde por algún tiempo.
Medio cine político y medio túnel de horrores, Nosotros funciona muy bien tanto cuando quiere divertirse como cuando quiere que la gente piense, y el único problema es que no siempre parece tener ideas claras sobre cómo mantener las dos cosas juntas. Pero tiene la calidad de ser siempre fascinante, desde el prólogo de los años 80 todo se convirtió en la altura del niño, lo que sería una joya de un cortometraje que también dejaría de lado el resto.