¿Estáis dispuestos a comenzar El Ascenso del monte Everest junto a nosotros durante toda esta crítica? Coged una buena chaqueta que comenzamos.
El Ascenso de Netflix al Humor francés
Desde la película Intocable, me he vuelto un adicto a la manera de contar las historias francesas. Explican un conflicto, un desventaja, una diferencia e incluso un problema dándole una dulce vuelta y olvidando por completo una moraleja dramática que corta el ritmo. El Ascenso desde el pié del Himalaya hasta la cima del Everest, es una pura delicia sin pretensiones y de sonrisa perpetua.
Se puede sentir una sensación, no tan bien acabada por supuesto, de estar viendo los mismos patrones que Intocable. Un protagonista inmigrante de un barrio marginal, que deja de lado los problemas aparentes y viste una sonrisa tan contagiosa que no puedes evitar coger agujetas en las mejillas. En este caso, cambia el reto de trabajar a un adinerado tetrapléjico, por la ascensión sin experiencia del Monte Everest. Casi nada.
Lo mejor de la película no es el logro en sí, es todo lo que acaba revolucionando el protagonista. Comienza la aventura por amor, pero acaba siendo una aventura radiofónica in crescendo que mueve a todo el barrio francés. La sensación de creer en él, ah y por cierto, saber que es una historia real basada en el libro del autor franco-argelino Nadir Dendoune, hace inevitable que vivamos en primera persona la experiencia.
La sencillez de la épica sonrisa
Lo mejor del film, sin lugar a dudas, es la sencillez de toda la película. En ningún momento el protagonista Samy Diakhate, interpretado por un desconocido Ahmed Sylla, busca endiosarse o simplemente un gran nombre. Ese amor incondicional y la manera en cómo se refleja en su motivación, hace una historia romántica muy diferente, natural y para nada soporífera.
La película va en un constante ascenso, por ello el nombre le va perfecto. Vibras junto a todo el barrio de Samy, te preocupas cuando lo ves caer y ante todo, te presentan unos personajes al rededor del protagonista que tienen el suficiente carisma para que entres de lleno en la película.
Unos paisajes que valen la pena vivirlos
El rodaje de la película ha sido muy bien elaborado. Para la sencillez que narra la trama y la relación romántica, las localizaciones están mucho más trabajadas de lo que parece. La sensación de frío y el ascenso de la dificultad te hace ascender junto a los protagonistas el monte Everest.
Sientes perfectamente las relaciones con los Sherpas, otro de los mejores factores de la película y una de las cosas más asombrosas de esta ascensión. Te sientes perfectamente en los poblados y los diferentes campamentos. Solo puedo aplaudir ante una puesta en escena tan sobria, cuando la película es tan y tan humilde.
La música de Lucien Revolucien, Laurent Sauvagnac que también quiere pasar desapercibida, es un cimbreo de cuerdas simpático y percusión suave, tan desenfadado como los personajes, pero ilustra a la perfección el ritmo y tampoco deja lugar al aburrimiento sonoro. El director Ludovic Bernard, se mueve perfectamente en el ritmo de la épica y la electricidad sonora cuando es necesaria.
El Ascenso – Una película tan fresca como indispensable
El problema que tiene esta pequeña joya, es que probablemente pasará desapercibida. Por ello, necesito que hagáis todo el ruido del mundo. Vamos, que os escuchen hasta en el Nepal.
Se pueden añadir algunos fallos. Es bastante predecible en prácticamente toda la cinta, tiene muchos recursos del cine francés de humor y en ocasiones se notan los trucos… Pero es una película que como espectador solo te pide que disfrutes y solo hace que sorprenderte, porque lo que realmente no te esperas, es tal fluidez durante toda la película.
Estando en Netflix y al alcance de un solo botón, se eleva a la categoría de INDISPENSABLE. Así que no os lo penséis dos veces y a por ella.
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