Duerme un poco.
No des consejos.
Cuida tus dientes y tus encías.
No tengas miedo de lo que está fuera de tu alcance. No tengas miedo, por tanto, de si tu edificio se derrumba mientras duermes o de que alguien a quien amas, de pronto, se muera.
Cómete una naranja cada mañana.
Se simpático. Te hará feliz.
Eleva tu pulso a 120 pulsaciones por minuto durante 20 minutos cuatro o cinco veces por semana haciendo algo que disfrutes.
Deséalo todo. No esperes nada.
Ocúpate primero de las cosas cercanas. Arregla tu habitación antes de salvar el mundo. Luego salva el mundo.
Aprende que el deseo de ser perfecto es, probablemente, una expresión velada de otro deseo: de ser amado, quizás, o de no morir.
Establece contacto ocular con un árbol.
Sé escéptico sobre todas las opiniones, pero intenta ver algo de valor en cada una de ellas.
Vistete de tal manera que te agrade a ti tanto como a los que te rodean.
No hables demasiado rápido.
Aprende algo todos los días.
Sé agradable con la gente antes de que tengan tiempo a portarse mal.
No te enfades por algo durante más de una semana, pero no te olvides de lo que te hizo enfadar. Mantén tu enfado al alcance de la mano y míralo, como si fuera una bola de cristal. Luego, añádelo a tu colección de bolas de cristal.
Sé leal.
Lleva zapatos cómodos.
Diseña tus actividades para que muestren un equilibrio y una variedad agradables.
Sé amable con las personas mayores, incluso cuando éstas sean ofensivas. Cuando seas mayor, sé amable con las personas jóvenes. No les des con el bastón cuando te llamen “Abuelo”. ¡Son tus nietos!
Vive como un animal.
No pases mucho tiempo con grupos grandes de personas.
Si necesitas ayuda, pídela.
Practica una buena postura hasta que se convierta en algo natural.
Si alguien asesina a tu hijo, hazte con una pistola y reviéntale la cabeza.
Planifica tu día para que nunca tengas que ir corriendo.
Demuestra tu agradecimiento a las personas que hacen cosas por ti, incluso si les has pagado, incluso si te hacen favores que no querías.
No malgastes un dinero que podrías darle a los que lo necesitan.
Espera que la sociedad sea defectuosa. Luego llora cuando descubras que es más defectuosa de lo que te imaginabas.
Cuando te presten algo, devúelvelo en un estado aún mejor.
Tanto como te sea posible, usa objetos de madera en vez de objetos de plástico o metal.
Mira a ese pájaro de ahí.
Después de cenar, lava los platos.
Tranquilízate.
Visita países extranjeros, excepto aquellos cuyos habitantes hayan expresado su deseo de querer matarte.
No esperes que tus hijos te quieran para que, si ellos quieren, lo hagan.
Medita sobre lo espiritual. Luego ve un poco más lejos, si sientes que quieres hacerlo. ¿Qué hay ahí fuera?
Canta, de vez en cuando.
Llega puntual, pero si llegas tarde, no des una excusa larga y detallada.
No seas demasiado autocrítico o demasiado autocomplaciente.
No pienses que existe el progreso. No existe.
Sube las escaleras.
No practiques el canibalismo.
Imagínate lo que te gustaría que ocurriese, y luego no hagas nada que lo haga imposible.
Mantén limpias tus ventanas.
Extirpa cualquier rastro de ambición personal.
No uses la palabra extirpar muy amenudo.
Perdona a tu país de vez en cuando. Si eso no es posible, vete a otro.
Si te sientes cansado, descansa.
Haz crecer algo.
No deambules por estaciones de tren murmurando: “¡Vamos a morir todos!”.
Cuenta entre tus amigos de verdad con personas de diversas estaciones de la vida.
Aprecia los pequeños placeres, como el placer de masticar, el placer del agua caliente corriendo por tu espalda, el placer de una brisa fresca, el placer de quedarse dormido.
No exclames: “¡La tecnología es maravillosa!”.
Aprende cómo estirar tus músculos. Estíralos todos los días.
No te deprimas por hacerte mayor. Te hará sentir aún más mayor. Lo que es deprimente.
Haz las cosas de una en una.
Si te quemas el dedo, ponte hielo inmediatamente. Si te golpeas el dedo con un martillo, mantén tu mano en alto durante 20 minutos. Te sorprenderán los poderes curativos del hielo y la gravedad.
Aprende a silbar a un volúmen que destroce tímpanos.
Estate tranquilo en las crisis. Cuanto más crítica sea la situación, más tranquilo debes estar.
Disfruta del sexo, pero no te obsesiones con él. Excepto por breves periodos en tu adolescencia, juventud, mediana edad y ancianidad.
Ten en cuenta la opción contraria a todo.
Si te asalta el miedo de que has nadado demasiado adentro en el océano, date la vuelta y vuelve al bote salvavidas.
Mantén vivo tu lado infantil.
Responde a las cartas pronto. Usa sellos atractivos, como ese que tenía un tornado.
Llora de vez en cuando, pero sólo cuando estés solo. Luego, aprecia que te sientes mejor. No te avergüences de sentirte mejor.
No inhales humo.
Respira hondo.
No te hagas el listillo con la policía.
Sé bueno.
Visita a tus amigos y conocidos en el hospital. Cuando sientas que es el momento de irse, vete.
Sé honesto contigo mismo, y diplomático con los demás.
No te vuelvas loco mucho. Es una pérdida de tiempo.
Lee y relee buenos libros.
Bebe mucha agua. Cuando te pregunten qué quieres beber di: “Agua, por favor.”
No leas el periódico más de una vez al año.
Saca la basura.
Ama la vida.
Da el cambio exacto.
Cuando haya tiroteos en la calle, no te acerques a la ventana.
Ron Padgett, “How to Be Perfect” from Collected Poems. Copyright © 2013 by Ron Padgett. Reprinted by permission of Coffee House Press. http://www.coffeehousepress.org