La relación que las personas tenemos con el dinero es muy diferente en cada etapa de nuestra vida. Cuando somos jóvenes no tenemos una mentalidad de ahorro, y cuando tenemos cerca la jubilación, es cuando empezamos a ver la necesidad de ahorrar, pero suele ser demasiado tarde para alcanzar una cifra interesante. No existe una formación financiera en los colegios y cuando llegamos a la edad adulta nos encontramos sin habilidades ni recursos para autogestionarnos. La crisis inmobiliaria nos ha abierto los ojos sobre esta falta de formación y hemos tomado algo de conciencia sobre la importancia de conocer nuestras opciones, más allá de lo que nos recomienden los "especialistas". Sin embargo, el tema económico resulta aburrido y poco apetecible, y muchas personas aún no han descubierto los beneficios de administrar su economía.
Después de 10 años trabajando en un banco, aprendí a relacionarme con el dinero de una forma en la que nunca antes lo había hecho: previsión. Al margen de productos financieros, más o menos convenientes, prever los gastos a corto, medio y largo plazo es fundamental para tener una economía saneada que te permita llegar a todo.
Para poder hacer un reparto de tu dinero a estos tres niveles, primero tienes que analizar tus gastos. Hazte una tabla con tus gastos fijos mensuales y determina qué gastos son superfluos o podrías prescindir de ellos para aumentar tu capacidad de ahorro. Piensa que tu ahorro debería suponer al menos un 10% de tus ingresos. Es importante analizar las causas de ese exceso, si has comprado algo muy encima de su valor, por ejemplo, quizá sea porque no tuviste tiempo de analizar otras ofertas más ventajosas. Si compraste un vestido que no has utilizado en meses, quizá sea porque te dejaste llevar por el momento sin pararte a pensar en los usos que podrías darle. Anota las causas que te han llevado a excederte en los gastos y anota las posibles soluciones. Mi consejo: deja pasar al menos 24 horas desde que ves algo que te gusta hasta que decides hacer la compra. En el 90% de los casos, no lo comprarás ;)
Una vez que hayas determinado tus gastos fijos mensuales, podrás establecer la cantidad que vas a destinar al ahorro. El mínimo imprescindible sería un 10% pero no te conformes con esa cantidad si tienes la posibilidad de hacer un ahorro mayor. Uno de los principales problemas con los que se encuentra nuestra sociedad es que no sabemos pensar a largo plazo. Tenemos perfectamente identificadas nuestras necesidades a corto plazo (muchas de ellas irreales), pero nos cuesta ver las necesidades que tendremos en el futuro. Para que te sea fácil identificarlas, te voy a explicar los tres tipos de necesidades que puedes encontrarte y para los que tendrás que hacer un ahorro individual:
- necesidades a corto plazo: son necesidades casi inmediatas, que puedes tener a lo largo de un año . Aquí entrarían compras de ropa de temporada para tus hijos, libros, cursos de formación, los seguros de la casa o el coche, el seguro médico, una escapada de fin de semana, las vacaciones de verano o los gastos de Navidad.
- necesidades a medio plazo: son necesidades que puedes tener en un período de entre dos y tres años aproximadamente. Aquí suelen entrar los imprevistos, como la avería de algún electrodoméstico como la lavadora o la nevera, un posible cambio de coche o reparación importante, un viaje especial al extranjero...
- necesidades a largo plazo: son todas aquellas que puedes tener dentro de 5 años en adelante. Aquí entraría un posible cambio de vivienda, cambio de trabajo o jubilación, una gran obra, los estudios de tus hijos (un máster, la universidad, un curso especial...) ...
Pararte a pensar en tus necesidades a corto, medio y largo plazo es clave para mantener tu capacidad de ahorro en el tiempo. Las personas que no logran cumplir sus planes de ahorro, suele ser por falta de motivación, no tienen claro su objetivo y y las necesidades a corto plazo terminan por comerse el ahorro total. Analiza tus necesidades y anota por qué es importante ahorrar para cubrirlas. Este ejercicio te ayudará a visualizar la necesidad real de cada una, por muy lejos que esté en el tiempo.
¿Qué cantidad destinar a cada ahorro?
Lo ideal es aportar un tercio de tu ahorro a cada una, pero puedes adaptarlo a tus necesidades aumentando el porcentaje de una frente a otra, siempre y cuando todas reciban algo cada mes. Las necesidades a largo plazo suelen ser las grandes olvidadas y no nos damos cuenta de que, seguramente, sean las que merecen el porcentaje mayor. Piensa que, en los períodos de tu vida donde eres más productivo (económicamente hablando) es en los que más ahorro debes lograr. Cuando estés cerca de la jubilación, quizá no tengas trabajo, ganes menos o incluso ganando más, tendrás poco tiempo a hacerte con un cierto ahorro. No es lo mismo guardar 30 euros al mes durante 30 años de tu vida, que 500 euros al mes durante dos años. La cantidad ahorrada al final será casi la misma pero el esfuerzo que tendrás que hacer en el primer caso será mucho menor que en el segundo.
¿Pueden los niños desarrollar esta capacidad para ahorrar a tres niveles?
Por supuesto! Es más, sería muy positivo para ellos que les enseñes el valor del dinero y cómo administrarlo. Con niños muy pequeños se puede trabajar la capacidad de ahorro a corto plazo, haciendo una hucha semanal con el dinero que consigan por el cumplimiento de unas tareas o comportamientos propuestos. A medida que se van haciendo mayores, se pueden empezar a trabajar los otros dos plazos, siempre ajustados a las necesidades que alguien de esas edades puede tener. En este vídeo de Sparks and Rockets, Nuria explica de una forma maravillosa cómo gestiona este tema con sus hijas y me ha parecido genial.
¿Cómo gestionas tu dinero y tu ahorro?
Un abrazo!!