La complejidad del ADN amenaza con echar por tierra los controles de dopaje genético, al no poder distinguir entre variantes genéticas naturales o introducidas. Algo similar ocurrió con los controles de género.
Nacidos para vencer
Cada vez son más los estudios que demuestran cómo a los mejores deportistas les ha tocado una herencia genética distinta a los demás.
Así, por ejemplo, los investigadores del tema aseguran que la mitad de los atletas euroasiáticos y el 85% de los africanos cuenta con al menos una copia del alelo 577R, una variante del gen ACTN3. O, igualmente, que el 94% de los sherpas del valle de Katmandú, en Nepal, cuenta con la variante I del gen ACE, que favorece la escalada de alta montaña.
Esto no significa que las duras sesiones de entrenamiento no sirvan para nada, pero indican los expertos que hay individuos que lo tienen más fácil para pulverizar récords que el resto.
Los métodos de entrenamiento te hacen mejorar pero, con un entrenamiento igual, se ha comprobado que aquellos que son superiores al resto cuentan con un conjunto de variantes genéticas ?mutaciones beneficiosas? que muy pocos atletas presentan, explican los investigadores.
Herencia genética
Además del conocido gen ACTN3, otros tantos ?más de 200 variantes genéticas? marcan la diferencia. Y eso sin contar los que aún se desconocen. Gracias a las técnicas de secuenciación del ADN, los científicos van a poder descubrir las variantes más raras, algunas exclusivas de un único individuo.
En opinión de algunos expertos, los atletas recurrirán a la secuenciación de su genoma cuando la técnica sea más asequible y se haya creado una especie de base de datos con las claves genéticas que potencian las destrezas atléticas.
No obstante, siempre hay excepciones. Con una deficiencia en el gen ACTN3 se ha demostrado que se puede competir con la élite, por lo que los expertos creen que otros factores ?desconocidos por el momento? explicarían este alto rendimiento.
En vista de que la naturaleza no trata igual a todos los deportistas, la duda está en si los juegos olímpicos, tal y como los conocemos hoy, premian una genética envidiable más que el esfuerzo físico y la capacidad de superación.
El dopaje, también genético
En este sentido, hay expertos que pronostica que las olimpiadas podrían evolucionar hacia tres escenarios. Uno de ellos, como ocurre ahora, es que ganen los mejores, aunque tengan ventajas en su mapa genético.
Otro segundo escenario sería dar ventaja a aquellos deportistas que no cuenten con una combinación genética especial y, el tercero, que estos atletas utilicen ciertas terapias para igualar a los mejores, algo completamente prohibido en la actualidad.
La terapia génica se puede usar para cambiar la composición de los genes de un individuo añadiendo uno nuevo al cuerpo. Por ejemplo, comentan los investigadores, se puede añadir un gen que fabrique EPO ?eritropoyetina? y eso haría que el individuo produjera más glóbulos rojos. Un incremento de los glóbulos rojos aumenta la cantidad de oxígeno que la sangre transporta a los músculos del cuerpo. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) prohíbe su utilización.
El dopaje genético es una de las amenazas a las que se enfrentan olimpiadas y campeonatos internacionales y no siempre es fácil de identificar. La tecnología ha llegado a tales niveles que los atletas que quieren alterar su mapa genético necesitan la ayuda de los expertos. Por eso, los controles no deben centrarse solo en los deportistas.
A pesar de que los controles antidopaje cada vez son más exhaustivos, los expertos dudan de que puedan detectar si una variante genética es natural o ha sido introducida.
Métodos ilegales o no
Parece claro que en personas sanas que intentan mejorar su rendimiento físico con prácticas prohibidas, las autoridades deben intervenir. La duda surge con otro tipo de cuestiones. Si un corredor, en su infancia, sufre anemia falciforme ?enfermedad hereditaria en la sangre? y se cura gracias a terapia génica, ¿no puede correr en los juegos?. ¿Y si sufre una mutación genética hereditaria que dispara los valores considerados normales?. No hay que olvidar, recalcan los expertos, que la terapia génica funciona en humanos para curar enfermedades.
Por lo tanto, no resulta descabellado pensar que, en un periodo de tiempo relativamente corto, cuando sea mayor el conocimiento sobre los genes y la seguridad de las terapias, los organismos deportivos tengan que contemplar que habrá un grupo de atletas cuyo genoma ha sido alterado y decidir si permiten que participen o no.