Este movimiento se extendió rápidamente por Europa, especialmente por la región central, llegando hasta Rusia. Sus rasgos característicos son, ante todo, el abuso de elementos, lo que da un aspecto sobrecargado, al igual que un simbolismo de la cultura asiática y una fuerte predilección por la naturaleza. En la construcción de muchos palacios se ha hecho presente el arte rococó.
En la ciudad alemana de Postdam, en los alrededores de Berlín, se puede visitar un hermoso conjunto de palacios inmersos en la vegetación, los cuales formaron la residencia veraniega del rey de Prusia, Federico II el Grande. De esta aglomeración de edificios sobresale el palacio de Sanssouci, con todo una serie de pequeñas casas en las inmediaciones del mismo estilo, como el Pabellón Chino, destinado a pequeños eventos sociales.
En Múnich se encuentra la famosa 'Asamkirche', una iglesia construida por los hermanos Asam, como refugio personal y que, posteriormente, fue hecha de dominio público por obligación del Estado. Tanto en la fachada como en la sorprendente decoración interior podemos observar uno de los máximos exponentes de este tipo de arte.
En cuanto a la escultura, destacan los franceses Étienne-Maurice Falconet y los hermanos Nicolas y Guillaume Coustou. De estos últimos, son las trabajos en los palacios de Versalles y Marly, en Francia. La hermosura de sus modelados ha llevado a conservar la mayoría de las obras en el museo Louvre de París, como sucede con 'Caballo de Marly'.
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