Re-inventarte es contar tu relato personal editado para la felicidad. La felicidad puede tener para vos diferentes connotaciones. Cada una de nosotras, tiene para ese estado deseado diferentes palabras. Sin embargo, sea cual sea la fórmula verbal en la cual se exprese, no te resignes únicamente con encerrarla entre letras. Las intensiones en este post te recuerdan:
- Que tu "realidad" cotidiana está condicionada por los nombres con los cuales la denominás y que, en ocasiones, simplemente con darle forma al discurso obtenemos una nueva perspectiva que nos acerca un paso a los propósitos que queremos lograr.
- También te recuerda que en los momentos de intensidad de la emoción no vas a encontrar respuestas definitivas y que toda estrategia de coaching se desvanece cuando tenés ganas de poner laxante en el café de tu jefe. Y ya no pensemos en las cosas que se nos pueden ocurrir con un ex-novio o marido.
Como la vida es vida en todas sus dimensiones, habrá momentos en los cuales el dolor o la impotencia nos desbordan. En esos momentos de intensidad, las palabras apenas tienen poder. El sufrimiento que provoca la pérdida de un ser querido o cuando presenciamos cómo se quiebran las expectativas más aferradas a nuestros sueños es de una magnitud tal que nos inhibe de escuchar y pronunciar relatos. Entonces, las palabras suenan como el agua que cae: no dicen nada. Pero creéme, las intensidades ceden y cuando lo hacen, es el momento de escuchar y re-componer el relato personal.Estrategias para re-inventarte.
Seguramente, cuando te dispongas a re-construir tu relato personal ya no es el mismo que te repetiste una y otra vez en el pasado. Re-construir la historia para re-inventarte es el primer paso para darle sentido un nuevo proyecto de vida. En ese camino de intensiones, las siete estrategias que te propongo son sugerencias simples de esa sabiduría que es innata en nosotros y vamos perdiendo con el tiempo. Son también ideas a las que aferrarte para superar los momentos de crisis y estar preparada para empezar de nuevo:1- Mantené la dimensión humana.
No importa la circunstancia, siempre tenés que humanizar los hechos. Manteniendo los hechos en la dimensión humana es más fácil lidiar con ellos y darles forma con palabras. Una separación de pareja, una pérdida financiera, tu insatisfacción laboral, son circunstancias. No definen tu vida, solo cambian tu relato. Aprender a mirar cada una de estas situaciones conflictivas desde su perspectiva humana, comprender que están protagonizadas por seres humanos y expresan el fin de un ciclo y no el fin de tu vida es esencial para superar el dolor y re-construir tu historia personal.
2- Aceptá los límites de tu potencialidad.
Frente al dolor que produce la pérdida de un ser querido ninguna palabra tiene significado real. La frustración de protagonizar un despido laboral o el momento en el que comprendés que tu vida ya no iba a ser lo que era, también representan instantes de parálisis del significado: todo lo que te digan, suena hueco. Sin embargo, podés aplicar la más simple de las sugerencias, dejá fluir el dolor o la bronca que ya llegará el momento de encontrar respuestas. En vos misma o en otra persona de tu confianza. Pensá que no lo podés todo. No sos responsable de todo lo que pasa. Mientras interactués con otros seres humanos hay situaciones que exceden tu capacidad de control. Tenés el poder de estar en control de tu vida pero no sos un titiritero, los otros seres humanos tienen el mismo poder.
3- Distinguir entre lo esencial y importante,
En ocasiones, todo el problema radica en no saber distinguir qué es esencial y qué es importante. Personalmente, la pérdida de mi padre fue un momento de esencialidad. Una inflexión en el camino de la vida. No creas, era una mujer hecha y derecha cuando murió. Pero era una mujer con temas por resolver. Me llevó más de un año superar el duelo y no pasé "prolijamente" por todas las etapas del mismo. Es una pérdida esencial porque no puedo recuperar lo que no fue. Sin embargo, puedo recuperar otros vínculos y a partir de un momento doloroso, aprendí a diferenciar lo esencial de lo importante. Con esa distinción presente, en los momentos en los que me sobrepasa una situación, puedo poner los hechos en su real dimensión. En mi experiencia personal lo esencial nunca se esconde detrás de la materia (dinero, bienes, posiciones) y si lo que tenés enfrente es una pérdida material, puede consumirte la bronca pero con el tiempo encontrás la forma de re-dimensionar la pérdida material y lo que queda es una anécota. Y creéme que esa anécdota puede ser el inicio de una experiencia increíble o que le de sentido a tu vida.
4- Avanzar y detenerse.
Este es otro aprendizaje básico cuando te estás preparando para recomponer tu relato personal. Crecimos en un mundo que solo entiende "para adelante" y cuando te detenés a reflexionar por más de un instante, sentís la mirada del otro en la nuca, inquiriendo por cuánto tiempo pensás quedarte quietita sin hacer nada. Es que estar quieta no siempre significa no hacer nada. A veces detenerse es la única opción. Si vivís en un ciclo interminable y enloquecedor de estrés laboral, enfermándote cada dos semanas, entonces detenete. Si querés no lo hagas de golpe para moderar el impacto. Procesalo por un tiempo prudencial, buscando las alternativas posibles. Es aprender a parar o ser para siempre el ratón en la noria. De la misma forma, si tenés un proyecto que todavía no tiene forma totalmente, que te faltan palabras para encauzarlo y dudás de ponerlo en marcha porque lo sentís inacabado...No pienses más, actuá. Avanzá y pulí el discurso sobre la marcha. Creéme que si te sentás a esperar la perfección, te van a crecer raíces.
5- Observá con curiosidad.
Mientras estás quieta podés estar aprendiendo. Si observás con curiosidad el mundo que te rodea vas a descubrir que las respuestas estaban "por ahí" y no las habías visto antes. No es un secreto místico, Cuando experimentás emociones intensas, tu cuerpo y las sustancias que produce no te permiten ver con claridad. Ni las endorfinas ni los neurotrasmisores ni las hormonas son amigos íntimos de una actitud zen, creéme. Tampoco observás cuando estás sumergido en actividades que acaparan tu atención y concentración. Pero cuando los niveles hormonales se estabilizan y el nivel de actividad cede, entonces, tenés la sensación de estar armando un puzzle del cual encontraste las últimas piezas. Cuando mirás con curiosidad, cuando suspendés los prejuicios, esos retazos de biografía inexplicables se acomodan. Claro, no sos una colcha prolijita de revista decorativa, sos una manta pachwork, pero tiene su encanto, ¿no?
6- Fomentar la empatía
Sé que ésta no te la puse fácil. Es muy jodido fomentar la empatía -intentar sentir lo que siente el otro- cuando te están dejando, despidiendo o cuando observás esas personas que van por la vida hiriendo a diestra y siniestra sin contemplaciones ni posibilidad de arrepentimiento. Lo sé. Se te desdibuja la empatía cuando descubrís que al otro le importa cero -un bledo digamos- tu bienestar o tu tranquilidad mental. No te voy a pedir que te sometas a la lógica del otro. Eso es casi imposible, Si hay algo que es difícil de seguir, es el hilván de la lógica interna en otro ser humano. Te voy a pedir que lo mires como lo que es: un ser humano. Las personas se equivocan, están nubladas por las sustancias químicas en su cuerpo, están cansadas, aburridas, impotentes. Sienten lo mismo que vos sentís y no saben cómo expresarlo. Si no, hacé un recorrido imaginario por todas esas ocasiones en las cuales no actuaste felizmente en relación a otros. ¿Viste? Madre Teresa de Calcuta, una sola. Nosotras, mujeres. Extraordinarias pero mujeres al fin y al cabo.
7- Aceptá el error.
Cuando con todas las sugerencias anteriores no puedas manejar una situación conflictiva, entonces aprendé a asumir el error con estilo. El "fracaso" es un concepto -queda claro que es una noción lingüística- que está condicionado por las circunstancias. Los fracasos eventuales, pueden ser los pasos necesarios para el "éxito" futuro. Y aunque, desde ya, te cuento que ni la palabra "fracaso" ni la palabra "éxito" cuentan con mi favor, si estás en esa situación en la cual sentís que fracasó todo tu proyecto de vida, primero aceptalo. Ya está. No podés hacer nada por cambiar lo que pasó. Si podés manejar como armás tu relato al respecto y qué decisiones vas a tomar en el futuro. Dicho de otro modo: podés controlar la forma en que te contás tu dolor y cómo vas a reaccionar frente a él.
Me despido de vos, invitándote a participar del Proyecto Intensional. Si querés participar, podés suscribirte al blog en el cuadro que se encuentra en la columna lateral, entonces, el domingo te llega la hoja de ruta completa, con los ejercicios para encauzar tu búsqueda. Si no, nos seguimos leyendo.