Aunque ya habíamos “rebotado” en Ho Chi Minh City y en Da Nang, se puede decir realmente, que nuestro primer encuentro con Vietnam fue la pequeña ciudad de Hoi An.
Y Hoia An nos cautivó desde el primer momento en que pusimos el pie en ella. Aún desorientados de todo un día de retrasos de aeropuerto, vuelos perdidos, taxis, cambio de país…Hoi An nos trajo paz, armonía, tranquilidad incluso en el bullicio de sus calles llenas de turistas. Ah…y ¡cerveza barata! :D
Nos trajo edificios preciosos centenarios, y unas calles mil veces más limpias y cuidadas que cualquier cosa que hubiéramos visto en Camboya.
Hoi An lleva el sobre nombre de “la joya de Vietnam” y no es casualidad. Como tampoco lo es que la UNESCO inscribiera la ciudad entera en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1999.
Hoi An es un lugar con un encanto especial, un aire de otra época, como si, a pesar del intenso turismo que experimenta, hubiera sido capaz de parar el tiempo en sus calles y guardar ese carácter especial que la hace única. Quizá esa misma magia es la que hizo posible que durante la guerra de Vietnam, no le cayera ni una sola bomba, librándose así de la destrucción a la que se vieron sometidas sus vecinas Hue y Da Nang.
(foto by Luisma)
Qué ver en Hoi An
Su estratégica situación junto al río Thu Bon la hizo convertirse en el pasado en un importante centro de comercio que atrajo la atención de chinos, japoneses y franceses.
Esta influencia comercial se reflejó rápidamente en el urbanismo de la ciudad ya que sus casas y sus calles adoptaron una arquitectura que mezcla diferentes estilos, procedentes de la mezcla de estas tres culturas.
Templos, casas comunales, salas de audiencias, centros culturales, son algunos de los edificios típicos que han quedado como legado de aquella época en esta preciosa ciudad. Un total de 800 edificios históricos de los que solo 22 están abiertos al público.
Para visitar estos edificios hay que adquirir, en cualquiera de las casetas apostadas a la entrada del casco antiguo, un bono de 5 entradas para utilizarlas a elegir entre los edificios visitables.El bono cuesta 120.000 VND ($5) así que básicamente estás pagando $1 por edificio que visitas.
Si queremos visitar más de 5 tendremos que comprar un nuevo bono, aunque a nosotros nos dejaron entrar en uno cuando ya se nos habían acabado.
El dinero de las entradas se emplea principalmente en proyectos de mantenimiento y restauración del Patrimonio de la Humanidad.
Nosotros nos decidimos a visitar primero el Centro de Artes Escenográficas porque justamente había una representación cuando compramos la entrada y la verdad es que nos pareció muy curiosa e interesante. Además de música, cante y baile, hubo una pequeña representación teatral y una muestra del juego de bingo tradicional de Hoi An que luego vimos en versión “pro” por las calles por la noche.
(foto by Luisma)
Los demás edificios que vimos fueron el templo de Quan Cong, la capilla de la familia Tran, la casa Tanky, varias casas comunales de Asamblea como la de Funkiechinese con un templo en su interior dedicado a Thien Hau, una divinidad de la provincia de Fujian que aparece en los murales de la entrada del templo.
Observaréis sobre vuestras cabezas enormes espirales colgantes, que son en realidad varillas de incienso que se consumen lentamente, sumiendo los templos en una neblina y un aroma muy especial.
Visitamos también algún templo o casa más a los que nos dejaron entrar enseñando los tickets aunque ya los teníamos todos cortados.
Por supuesto, también visitamos el Puente Cubierto Japones, un precioso puentecito que data del sigl XVI y que fue construido por los japoneses para establece contactos comerciales con las comunidades chinas que vivían al otro lado del arroyo.
Los franceses alisaron el suelo del puente para permitir el paso de vehículos a motor, pero actualmente se ha recuperado su forma original tras una restauración.
Cuando ya no os queden más tickets de la entrada para ver sitios, os recomiendo que sencillamente caminéis sin rumbo y os perdáis por las callejuelas de esta preciosa ciudad, curioseando entre sus tiendas, admirando sus templos (muchos de entrada gratuita) o sentaros en un café a ver pasar el tiempo por delante.
Por la noche podéis quedaros embobados mirando como flotan las lamparillas de papel que la gente hace bajar hasta el río con una caña. Por $1 dolar las mujeres te ofrecen bajarte una lampara con una vela al río para que pidas un deseo. Es un poco estafa, pero he de reconocer que quedan preciosas las velitas flotando en el río en la oscuridad de la noche. Aunque…una vez que se apagan, y el papel se termina mojando…¿quién las recoge del río? (ejem, ejem…)
(Foto by Luisma)
Comer en Hoi An
La oferta de restaurantes en Hoi An, a pesar de ser una ciudad pequeña, es bastante amplia. Y según nuestra experiencia, cualquier sitio dónde pongáis el pie, tendrá una comida deliciosa. Incluso los que tienen pinta de ser una trampa para turistas, al final la comida está buena, la cerveza es barata y el precio está bien.
La ciudad es la joya culinaria del país y encontraréis platos típicos de las distintas regiones del país representados en los menús de los restaurantes, aunque por recomendar uno, recomendaría el Mermaid restaurant. No os dejéis llevar por su apariencia “cutre” exterior. ¡¡La comida es de un nivel superior!!
Como especialidades, no dejéis de probar las white roses (banh bao), dumplins en forma de rosa rellenos de un picadillo de gambas, el cao lau, un guiso de noodles gruesos servido con hierbas frescas y cerdo, y en especial los ban xeo, una especie de panqueques enrollados en papel de arroz con hierbas frescas y otros ingredientes. ¡Deliciosos!
Por supuesto todo tipo de rollitos vietnamitas, fritos o al vapor, os esperan en cada carta de cada restaurante donde entréis.
ban xeo
white roses (banh bao)
cao lau
rollitos vietnamitas
Farolillos y trajes a medida en Hoi An
Hoi An es la ciudad del Vietnam que deja a un lado los modernos edificios para recrearse en pequeñas casas adornadas con farolillos de colores, y que se olvida de las grandes avenidas con boutiques de grandes marcas para dar paso a estrechos callejones que esconden pequeñas sastrerías tradicionales.
Los sastres y zapateros de Hoi An tienen fama de ser capaces de fabricar cualquier pieza de ropa que se le encarguen a medida en unas pocas horas. Los precios empiezan a la alza, pero bajan rápido. Yo no me compré nada, porque me agobia un poco el tema “ir de compras” cuando estoy de viaje (bueno, y sin estar de viaje) pero sí que vi cosas muy bonitas y muy originales, cortes y diseños que son poco habituales aquí en España. Así que si lo vuestro es la moda, dejad tiempo para navegar entre sastrerías al planificar.
Lo que sí nos compramos fue un precioso farolillo que hoy ya luce en nuestro salón y nos recuerda nuestro precioso viaje cada vez que lo encendemos.
Los encontraréis por todos lados tanto decorando las calles, como los restaurantes, el puente que cruza la isla, hoteles, y por supuesto, en tiendas para comprarlos. La verdad es que dan una atmósfera de tranquilidad aun mayor a la ciudad
(Foto by Luisma)
Dónde alojarse en Hoi An
La oferta es muy amplia, aunque también hay mucho turismo, así que los sitios más baratos se llenan pronto, por lo que es aconsejable reservar.
Nosotros reservamos justo la noche de antes, por lo que nos quedamos sin plaza en la que eran nuestras dos primeras opciones que habíamos visto recomendadas por ahí, el Hoang Trinh hotel y el Hoa Binh.
Pero donde nos alojamos nos pareció bien: The Corner Homestay un alojamiento con calidades de hotel a precio de hostel. Una habitación doble por $11 por persona, con desayuno incluido.
La relación calidad precio nos pareció bastante buena. La habitación muy decente, que limpiaban a diario y cambiaban sábanas y toallas. Hay que decir que sí que nos encontramos hormigas por la habitación, pero hemos visto bichos en el 100% de los alojamientos en los que hemos estado, tanto en Camboya como en Vietnam, así que llega un momento en que, como que no se tiene en cuenta, jeje. Además como vivimos cerca del campo, estamos acostumbrados a tener compañía de ese tipo en casa.
El desayuno espectacular y muy variado. Tanto opciones vietnamitas, (Pho, un caldo espeso con noodles y algún tipo de carne y Banh Mi un bocadillo en pan frances con paté y ciertos fiambres típicos, acompañado de hierbas frescas) como occidentales (huevos fritos, o tostadas).
La localización era perfecta: cerca del río, pero en un callejón apartado del bullicio y muy tranquilo, por lo que la fiesta nocturna no afecta para nada el descanso de los inquilinos.
El personal (que son una familia) también muy amable, no todos hablan inglés pero sí se esfuerzan por ser amables y ayudarte con lo que necesites. Hay servicio de lavandería.
The Corner Homestay
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