No somos muy de destinos playeros cuando viajamos.
Pero no me interpretéis mal, no es que no nos gusten las playas, o el mar. Todo lo contrario. Nos encantan. Hasta el punto que a lo largo del año pasamos más de un fin de semana a orillas del Mediterráneo, sobre todo en invierno cuando todo está tranquilo y las masas turistas desaparecidas. Tenemos la suerte de que mis padres viven en la costa por lo que pasear por la playa, tomar el sol, respirar la brisa salada e incluso, si se tercia, darse un chapuzón, es algo que podemos disfrutar a lo largo de todo el año.
Por eso cuando viajamos nunca solemos incluir destinos playeros, así que sorprenderá ver que en esta crónica viajera no incluimos algunas de las mejores playas del sudeste asiático, como las que rodean el área de Nha Trang, Lang Co o Phu Quoc.
Además ya habíamos pasado varios días de playa en Camboya en Sihanoukville y Koh Rong
Sin embargo, estando en Hoi An, y con una tarde libre sin nada que hacer, acalorados y cansados después de haber pasado toda la mañana visitando los templos de My Son era casi un delito no desplazarnos los 6km que separan Hoi An de la playa de An Bang y pasar una tarde playera de la que disfrutamos muchísimo.
Cómo llegar de Hoi An a An Bang
Como hemos comentado, la playa de An Bang está a tan solo 6 kilómetros del centro de Hoi An. Para llegar las opciones son varias, desde tomarlo como una pequeña excursión y caminar por las tranquilas carreteras, alquilar una bici o una moto, o tomar un taxi.
Si alquiláis bici o moto, atención a los aparcadores de motos que casi obligan a la gente a pararse donde ellos les dicen y pagar el parking, cuando en realidad, si vas a tomar algo en un restaurante, la mayoría ofrecen parking gratuito para sus clientes.
A nosotros nos llevó la dueña del hotel donde nos alojábamos, y nos cobró 50,000VND (menos de 2€) y luego de vuelta cogimos un taxi de Mai Linh por 80,000VND (algo más de 3€).
Foto by Luisma
Qué hacer en An Bang
Nosotros no nos lo pensamos ni un momento y nos fuimos directamente a tirarnos en la fina arena blanca que se extiende a lo largo de 4km y que forma parte de la playa China Beach, que va hasta Da Naang.
Mientras tomábamos lo que quedaba de sol, veíamos como una veintena de muchachos jugaban al fútbol, al voleibol…¡y con gran expectación en la playa! Así que si os apetece un poco de actividad y hacer deporte en la playa, aquí encontraréis con quién.
Foto by Luisma
Por supuesto, hay que darse un baño en las tranquilas aguas por las cuales puedes caminar un buen trecho sin que a penas te llegue el agua ni a las rodillas. El agua está cálida, nada que ver con la fresquita que tenemos en el Mediterráneo, (o peor aún, el Atlántico) así que para mi, que no aguanto el choque térmico del agua fría cuando tengo calor, estar chapoteando por allí fue toda una delicia.
También llaman mucho la ateción las barcas redondas como de cáscara de nuez llamadas coracles que las usan los pescadores para salir a hacer faena, aunque seguro que no es difícil convencer a alguno de ellos de que te de una vuelta si te mueres de ganas de subirte a una de ellas.
Foto by Luisma
Conforme va cayendo la tarde se hacen más relevantes las siluetas de las islas y las montañas que rodean la costa y se dibuja la silueta de los rascacielos de Da Nang en el horizonte.
Justo después llega el atardecer. Uno de los más bonitos que vimos en este viaje, que sumado a los juegos caprichosos del monzón con las nubes, fue realmente un espectáculo natural.
Foto by Luisma
Siendo ya noche cerrada decidimos plegar velas y buscarnos un taxi que nos llevase de vuelta a Hoi An, para darnos una ducha, cenar y acostarnos pronto, pues al día siguiente nuestro tren hacia Hue salía (supuestamente, aunque no fue así) a primera hora de la mañana.
Quedaba en nuestra memoria el recuerdo de un día inolvidable.
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