El inicio del recorrido lo realizaremos desde en la estación de esquí de Formigal en el Valle de Tena, cuando la estación cierra se debe acceder desde el Corral de las Mulas. La travesía discurre por el barranco de Culibillas, por el que transcurre un riachuelo que desemboca en el río Gállego. tiene como premio el collado final del mismo nombre que depara una de las visiones más bellas del Pirineo, la de los Ibones de Anayet con el MididOsseau de fondo. Cruzaremos la llanura para ascender al collado de Anayet, que es la divisoria de las dos cimas (2405 m.), Anayet (se accede por la derecha) y vértice de Anayet girando a la izquierda y recorrer los metros finales por una cresta panorámica con vistas a la Sierra de la Partacua con el Pico Collarada entre otros, la zona de Astún y Candanchú con el pico Aspe y las brillantes “marmoledas” de los Picos del Infierno. La bajada se puede hacer por el mismo sitio, o bien desde donde está situado el vertice geodésico mirando al Anayet a la derecha.
La leyenda de Culivillas
Al parecer, en este lugar vivían los dioses Anayet y Arafita. Eran los más pobres de la montaña, pero tenían el mayor tesoro posible: su hija Culivillas. Era una niña muy buena y muy guapa que se dedicada en cuerpo y alma a cuidar de los animales. De hecho, sus mejores amigas eran las formigas (hormigas en aragonés) que eran de un curioso color blanco.
Un día, la paz que reinaba en esta zona se truncó cuando el poderoso dios Balaitus se enamoró de Culivillas. La niña lo rechazó y el dios prometió raptarla. Entonces, Culivillas gritó: “¡A mí las formigas!”. Millones de hormigas blancas acudieron a ayudarla cubriéndola de pies a cabeza, ante tal situación, Balaitus huyó espantado. En agradecimiento, la niña se clavó un puñal en el pecho para que todas ellas entraran y así guardarlas junto a su corazón para siempre. Desde ese día, no han vuelto a verse hormigas blancas por la zona de Formigal (que recibe este nombre, por las hormigas).
Cuenta la leyenda que el desgarro en el pecho de la niña es el Forau de Peña Foratata. Y hay quien dice que desde la cima se pueden escuchar los latidos de la diosa Culivillas.
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