No tuve mucho tiempo para organizar el viaje los días antes, así que la ruta de visitas que hicimos la fuimos decidiendo sobre la marcha, en función del clima, del cansancio y de lo que nos iba apeteciendo cada día y, al final, aprovechamos un montón el viaje.
Nos gusta disfrutar las ciudades caminando lo máximo posible y en Oporto no iba a ser menos, es una ciudad con muchas cuestas, pero si habéis estado en Vigo, sabréis que eso no es un problema para los que somos de aquí. Llegamos a nuestro alojamiento sobre las 17:00 portuguesas, una vez más confiamos en AIRBNB para reservar alojamiento ya que en Ámsterdam nos saliera genial, y el resultado fue magnifico, haré un post aparte sobre nuestro piso por si a alguien le interesa reservar el mismo.
A las 17:30 empezaríamos nuestro paseo: Igresa do Carmo ,Librería Lello e Irmao, Torre dos clérigos, Casa Oriental, Barrio de las flores, Estación Sao Bento… hasta que llegó la hora de la cena. Me apetecía probar para la cena uno de los locales que venía en la guía que el Tascö, así que nos acercamos a probar suerte, nos dijeron que tenían todo reservado para ese día y los dos siguientes, pero que una de las mesas de esa noche cenaría algo tarde, así que si cenábamos en hora y media podíamos ocupar su mesa. Nos quedamos y mereció mucho la pena, os lo contaré con detenimiento en otro post.
El viernes nos fuimos a desayunar al local con los éclairs más famosos de Oporto (me atrevería a decir que de todo Portugal), A Leitaria da Quinta do Paço, os dejó una foto para ir abriendo boca, pronto os hablaré más de este lugar súper recomendable.
Con el estómago bien lleno empezamos nuestro paseo de ese día, subimos hasta la Sé, bajamos callejueleando hasta la Ribeira, por la que paseamos un buen rato y nos dirigimos hasta el edificio de La Bolsa donde hicimos una visita guiada muy interesante, merece la pena conocer el interior de este edificio.
Se acercaba la hora de la comida, y después de tanto caminar nos decidimos a probar un plato típico de Oporto súper contundente: A Francesinha, escogimos uno de los locales más recomendados para tomarla, El Café Santiago, muy pronto os hablaré de lo que lleva este plato y que tal comimos en este local.
Ya con el estómago bien lleno nos fuimos a descansar un rato a nuestro piso. A media tarde cogimos el coche con intención de ir a Vilanova de Gaia a visitar alguna de sus bodegas, pero fue imposible aparcar, así que decidimos cambiar de destino y acercarnos a la costa a Foz do Douro, donde dimos un bonito paseo y aprovechamos para merendar en “Tavi” un local con vistas al mar.
El sábado empezó a llover a ratos, pero aun así aprovechamos un montón el día. El día anterior habíamos visto que no era muy complicado llegar a Vilanova de Gaia andando así que, después de desayunar, nos fuimos caminando de nuevo hasta la Ribeira, y cruzamos el puente Don Luis I por la parte inferior. Es un paseo que merece mucho la pena, con unas vistas muy bonitas de las dos Ribeiras y se cruza en apenas 5 minutos. Llegamos pronto al otro lado, así que nos sentamos a tomar un café mientras no abrían las bodegas. La bodega que visitamos fue Calem, la visita está muy bien, cuesta 6 euros y termina con una cata de dos vinos de Oporto. Al salir nos fuimos a dar un paseo por hasta el teleférico, que cogimos para volver al puente de D. Luís I (billete solo de ida 5€), esta vez a la parte superior por donde hicimos el camino de vuelta a Oporto, otra vez con vistas espectaculares.
Nos fuimos a comer y a descansar y esa tarde la dedicamos a visitar locales bonitos y tiendas con encanto, y acabamos cenando en un local que nos encontramos por casualidad y que nos encantó Casa de Santo Antonio que también os presentaré en un post proximamente. El domingo desayunamos con mucha calma repitiendo en el paraíso de los éclairs, y nos fuimos al Ikea a comprar unos burros y algún pequeño mueble para el vestidor que estamos montando en una de las habitaciones de casa, y de vuelta para Vigo.
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