Esta historia es sobre el amor y la pérdida, y de cómo aprender a quererse.
Entre los 14 y 21, tuve una relación con una persona que aún considero "uno de los mejores tipos que he conocido". En ese lapso de tiempo, amarlo fue agotador: de pasar todos los días juntos en la secundaria a seguirlo en la Universidad, para finalmente vivir juntos. Nos quedamos en "lo cómodo". Lo que debería haber sido un periodo de crecimiento individual y auto-descubrimiento se tornó en un catalizador para la co-dependencia.
No teníamos otro interés más que en los mutuos y así continuamos, año tras año, creciendo juntos pero sin crecer.
Alrededor del séptimo año, comenzó a hacerle preguntas a sus amigos comprometidos sobre cómo se dieron cuenta que estaban listos para proponer. De inmediato supe que él no preguntaba porque estuviera listo, sino porque después de 7 años juntos... Él trataba de sacudirse aquella sensación, porque no deseaba hacerme ninguna proposición.
Él había aceptado una verdad que yo me resistía afrontar (¿miedo?): no éramos el uno para el otro.
Cuando finalmente lo perdí, me vertí en un proceso donde me perdí por completo y perdí mucho realmente...
Mi moral.
Mi juicio.
Mis inhibiciones.
Mis excusas.
Intenté desesperadamente echar todo aquello que me hizo "yo" porque no conocía un yo sin "nosotros". Me sentía segura a su lado. Sin él, hice escalada, rappel, buceo, paracaidismo, el salto de acantilado, anduve de mochilera, couchsurfing, fiesta, senderismo, bebí, viajé... Perseguí aventuras con obsesión para distraerme del vacío, pero sobre todo en un intento por demostrar que podía ser alguien... alguien interesante... alguien sin él. No sabía quién era. Busqué en la cima de las montañas. Busqué en el fondo de los océanos. Incluso yo misma busqué en el fondo de muchas, muchas, muchas botellas de tequila. Y cuando no encontré nada, busqué otra vez. Subí. Salté. Me zambullí. Me caí. Hice esto una y otra vez, secretamente, esperando encontrar a otro "alguien" que quisiera estar conmigo. Nadie lo hizo.Han pasado dos años y recién he aprendido a estar conmigo misma. Ya no siento la necesidad de probarle nada a nadie. A los 23, acepto que he hecho mucho por mi cuenta en éstos dos años -viajar a 14 países, saltar bungee del puente más alto del mundo, llevar atención sanitaria a comunidades empobrecidas, nadar con tiburones, completar una maestría-, nada hubiera sido posible si me hubiese quedado segura y cómoda. Honestamente, yo no sé quién hubiera sido si no lo hubiese amado, pero sé lo que no sería hoy si no lo hubiese perdido.
Me hice una promesa a mí misma al contarle esto a ustedes?
Dejarlo ir.
Vivian Nguyen
Hoboken - NJ---------------------------------
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