Director: J.A. Bayona
Hacía mucho tiempo que no iba al cine, que no veía una buena película y que no reseñaba una historia que me gustase tanto.
Ayer fue el quinto aniversario de la muerte de mi madre, quise hacer algo diferente a lo que hago día a día y fui al cine a ver esta triste pero hermosa película.
Ya os dejé mi reseña del libro aquí mismo hace muy poco, si queréis leerla previamente sólo tenéis que hacer click aquí. Y debo decir que me ha encantado, felicito a todas las personas que han trabajado en la película además de al director y al autor de la novela porque han conseguido un reflejo muy exacto de la historia. Es todo muy muy parecido a como me lo había imaginado.
Como yo ya había leído el libro sabía qué me iba a esperar y me ha sorprendido muy positivamente que, aunque en todo momento conocía la historia, no ha dejado de atraparme ni un sólo instante. De hecho, no tengo nada negativo que decir, sencillamente, no se me ocurre.
Por supuesto es una historia muy triste y desgarradora pero adoro las historias tristes. Forman parte de la vida y me gusta disfrutar de cada momento, hasta de los tristes.
Para mí ha sido especialmente duro, tanto leer el libro como ver la película. Y si lo he hecho voluntariamente, es porque a veces es necesario. Hay ocasiones en las que necesitamos atravesar momentos duros. Yo he pasado exactamente por lo mismo que pasó Conor y por lo mismo que estarán pasando muchas personas en este mismo momento. Y de alguna manera todos tenemos un monstruo que viene a vernos y ayudarnos, no a superar el mal trago, sino a adentrarnos en el dolor porque es la única forma que tenemos de terminar de atravesarlo y acabar finalmente superándolo.
Yo estuve en el mismo lugar del protagonista cuando tenía 28 años y no me puedo imaginar lo que debe suponer que te suceda lo mismo pero siendo mucho más joven. Aunque así es la vida. Imprevisible.
Me gusta pensar que el duelo ha ya pasado y me duele imaginar que tendré que volver a pasar por él, sólo que con más experiencia. Si te está sucediendo a ti, no te diré que te pongas guapa y salgas a divertirte o que dejes pasar el tiempo, que supuestamente lo cura todo. Lo que relamente cura, es lo que haces con ese tiempo. Así que, si hay algo que me hubiese gustado que me dijeran en mi momento más duro es lo siguiente: te va a doler, más incluso que ahora, y lo pasarás mal, pero pasará, llegará un momento en el que ya no duela tanto, más tarde a penas dolerá y por fin podrás decir que ha pasado, pero antes, tienes que meterte de lleno en lo que Jorge Bucay llama el Camino de las lágrimas, no queda más remedio. Tienes que hacerlo tú solo y nadie puede ayudarte pero lo más importante es que tú puedes.
Y si yo he podido, que no soy extraordinaria, los demás también pueden, cualquiera puede. Sólo hay que dejar que el dolor llegue, como cuando viene a verte ese monstruo que, en el caso de Conor, era un gran árbol y en mi caso un agujero negro que tenía donde debería estar el corazón. Cada persona vive el duelo de manera única pero todas tenemos 5 cosas en común, lo que los expertos llaman las 5 etapas del duelo.
Para quien no lo conozca, son como grandes monstruos que se apoderan de ti y no puedes controlar, y pasas de una fase a otra, volviendo a la anterior, a veces una y otra vez, hasta que se termina, no es un camino en línea recta ni tiene una duración determinada.
Lo explicaré con el ejemplo de la película: una de las fases es la negación. Conor se niega a ver ni aceptar lo que está sucediendo, alentado por su madre que le dice siempre lo que quiere oír. Es lo más humano que existe. Otra de ellas es la ira, cuando Conor destroza cosas o intenta que le destrocen a sí mismo es esa ira contra la enfermedad, la situación y el futuro, es el miedo al cambio. La negociación es una etapa muy curiosa porque Conor intenta continuamente negociar con los tratamientos... si el próximo funciona, volveremos a casa...
Y mis preferidas: la etapa de depresión y de aceptación. Hay personas que le cogen especial cariño a una de las fases y en mi caso fue la depresión, que te impide moverte o desarrollar actividades de la vida diaria. Hasta que finalmente llega la aceptación, en la que actualmente me encuentro. Sabes que has llegado a ella cuando puedes hablar del familiar que se ha marchado sin llorar ni atragantarte, puedes ver fotografías e incluso te alegras de haber pasado tiempo con esa persona y te queda un recuerdo agradable.
Eso no significa que no quieras a esa persona, que no la eches de menos y que no querrías que estuviera a tu lado en cada momento. Por suerte, Conor es un niño ficticio. Por desgracia, existen tantos Conor en este injusto mundo que sólo me queda acabar con un consejo de los que no se dan ni aunque te los pidan: si tienes a tu lado algo que ames, un familiar, amigo, una pareja, un trabajo o incluso una mascota... ¡disfrútalo! a tú manera, pero disfrútalo porque a lo mejor es para siempre, o quizás no.
Y cuando ese monstruo venga a verte, lo sabrás. Te darás cuenta porque duele tanto que no te dejará ni respirar. Acompáñale, deja que te muestre el camino, llénate de rabia, de dolor, llora y grita. Te prometo que las lágrimas un día se terminan, que se acaban los gritos y el dolor se va.
Habrá quien no le haya gustado la película y lo respeto. Habrá personas que no la entiendan y los felicito, son afortunados. Y quizás haya ahí fuera alguien como yo, que he disfrutado de la película porque me ha recordado esos momentos por los que pasé y salí victoriosa. No le recomendaría a nadie pasarlo tan mal, pero me temo que no se puede elegir, lo que sí puedes elegir es disfrutar con la película y eso sí lo recomiendo.
Ha sido un placer volver a sentir dolor ^^