Territorio indígena
Vacceos, vetones y arévacos habitaban Castilla y León antes de la llegada de los romanos
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Cuando los romanos comenzaron su particular “conquista del oeste” -europeo, se entiende-, es decir, la colonización de la meseta septentrional, allá por el siglo II a.C., en el marco de las Guerras Celtibéricas, se encontraron, entre otras cosas, un revuelto de tribus asentadas a lo largo y ancho del territorio campando por sus fueros. Es decir, haciendo la vida en aquellos lugares a los que la Historia -y sus antepasados- les habían llevado.
Cuando los romanos entraron en contacto con aquellos tribus -o grupos étnicos para hablar con más propiedad- la distribución territorial en la Meseta estaba más o menos así: grupos astures asentados esporádicamente en su zona norte, a lo largo de la margen derecha del Esla hasta su confluencia con el Duero; vetones ocupando una amplia superficie de las provincias de Salamanca y Zamora; cántabros en la parte nororiental de León y noroccidental de Palencia; vacceos en la parte central de la Meseta; turmogos en la cuenca alta y media del río Arlanzón y sus afluentes con enclaves como las actuales Sasamón, Castrojeriz y Tardajos; y pueblos celtíberos -pelendones, arévacos…- que ocupaban la parte oriental de la Meseta y zonas de Soria, Ávila, Burgos y Segovia.
Una hilera de piedras correspondientes a un tramo de muralla que no llegó a levantarse. Castro celta de Ulaca con el pico Zapatero de fondo. Ávila. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
En realidad, los estudiosos hablan, en aquel momento, de un sistema de pueblos o ciudades-estado. De entidades de población que funcionaban de una manera autónoma unas de otras y que establecían relaciones comerciales, políticas o defensivas según conveniencias. También según conveniencia, la resistencia que unos y otros ofrecieron ante la llegada de los nuevos pobladores del territorio -los romanos- fue muy desigual: hubo quien enseguida le vio ventaja al sometimiento a los nuevos dueños mientras que otros ofrecieron una resistencia tan testaruda que acabó por convertirse en adjetivo: “numantina”.
Y así, este territorio tan dispar en paisajes como en paisanajes quedó sembrado de piedras medioenterradas, de asentamientos que hace más de dos mil años hervían como pujantes ciudades, tan pobladas que de verlas hoy causarían pasmo, pero que a la postre, y al vaivén de los acontecimientos, un día quedaron abandonadas para siempre. Estas son tres propuestas para quien quiera realizar un pequeño viaje a los lugares que ocuparon aquellas tribus. Un viaje a nuestras raíces más indígenas.
01 – PINTIA. Aunque hoy a simple vista cueste creerlo, esta ciudad vaccea ubicada junto a la localidad vallisoletana de Padilla de Duero, fue una de las grandes urbes de la zona central de la cuenca del Duero y se calcula que entre las paredes de sus murallas pudo albergar una población de entre 5.000 y 6.000 almas. Las investigaciones que poco a poco y con mucho tesón se llevan a cabo en ella, revelan una larga historia de más mil años -¡diez siglos!- en diferentes periodos -vacceo, romano y visigodo-, si bien el de mayor interés en la actualidad es el que va desde siglo IV a. C. hasta el cambio de Era. Los vacceos, a los que se presupone un origen celta, se asentaron en este tramo central del Duero para dar un decidido impulso al desarrollo de la agricultura, sentando las líneas maestras de una producción cerealista que se mantuvo prácticamente invariable, al igual que muchos de los aperos que utilizaban en las faenas, hasta mediados del siglo XX. De hecho, en sus costumbres e incluso hábitos alimenticios, se rastrean claros precedentes de las actuales. Tal vez una forma de ser o estar ante el mundo que ha llegado hasta nuestros días. Los vacceos cultivaban el trigo y la cebada, bebían vino y elaboraban cerveza, tenían rebaños y comerciaban con la lana, disfrutaban del lechazo y dominaban la alfarería, conectada directamente con la alfarería tradicional actual, y la metalurgia. Un vistazo a las estanterías del pequeño museo situado junto al yacimiento deja ver bien clarito que sus niños, como los nuestros, jugaban con canicas, sonajeros y dados.
Excavaciones en el yacimiento arqueológico de Pintia. Valladolid. Castilla y León. España. 2006 © Javier Prieto Gallego;
Los vacceos organizaban sus asentamientos como grandes ciudades-estado independientes unas de otras. La de Pintia ocupó unas 125 hectáreas y muestra una organización en tres zonas claramente diferenciadas: la necrópolis de Las Ruedas, que ocupa unas 6 hectáreas; la ciudad de Las Quintanas, perfectamente delimitada tanto por el curso del Duero como por la línea defensiva que formaban sus murallas y su sistema de fosos consecutivos; y el barrio artesano de Carralaceña ubicado en la orilla derecha del Duero. INFORMACIÓN. Web: pintiavaccea.es. La visita al yacimiento puede realizarse durante todo el año. Se concierta a través de la web.
02- ULACA. Junto a la localidad abulense de Villaviciosa y a la vista, en la lejanía, de la ciudad amurallada de Ávila, sobre un cerro pedregoso se esparcen los restos misteriosos de una de las mayores ciudades célticas de toda Europa. Su cincho amurallado acotó en su momento un espacio mayor que el de la propia Ávila. La visita al yacimiento, que se realiza por libre, exige salvar el desnivel que lleva desde el aparcamiento, ubicado a 1.3oo metros de Villaviciosa, hasta la meseta que albergó el asentamiento. Pero la recompensa es casi infinita. Como las vistas que se tienen desde lo alto. Una vez traspasada la puerta de la segunda línea de murallas, reconstruidas en parte como otros rincones del yacimiento, el paseo por entre los restos de Ulaca se ve acompañado por un reguero de paneles que ponen un poco al tanto del significado de algunas de las piedras que han quedado a la vista. De entre todos, el rincón más impactante -y también enigmático- es el mogote rocoso sobre el que los habitantes de la ciudad tallaron sus escaleras al cielo, la gran peña sobre la que cincelaron lo que se ha interpretado como un altar de sacrificios ?humanos y animales-. A su lado permanecen en pie parte de los muros de lo que debió de ser un pequeño templo en el que los sacerdotes se entregarían a calmar la ira de los dioses o a pedir sus favores. Para algunos sería un templo solar en el que con la posición de las piedras y ventanas los vetones calculaban el paso de las estaciones.
Altar de sacrificios del castro celta de Ulaca. Ávila. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
03-TIERMES. Situada al suroeste de la provincia de Soria, muy cerca de la Sierra de Pela, muralla orográfica que sirve de linde con la de Guadalajara, Tiermes es hoy, además de un impresionante conjunto de ruinas digno de visitarse con detenimiento, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Península. No en vano los restos más antiguos hallados hacen retrotraer la ocupación de este enclave a la Edad del Bronce prolongándose hasta entrado el siglo XVI: más de 3.000 años de ocupación.
Durante todo ese tiempo, y a la vista de las abundantes estructuras constructivas que han ido saliendo poco a poco a la luz, debió desarrollarse en este lugar una completa organización urbana de la que, gracias al empeño que sus constructores pusieron en hacer uso de la facilidad que da la blanda roca arenisca para ser tallada, ha llegado una completa muestra. Sobre lo que hoy es un cerro pelado que se eleva en unos metros respecto a las llanuras circundantes, los sucesivos constructores de la ciudad fueron horadando la enorme plataforma rocosa que constituye el corazón del cerro tallando escaleras, pasillos o cajas en las que insertar las vigas que sujetarían los techos de sus casas. Del tesón y la obstinación de sus habitantes arévacos, que la ocuparon hasta la conquista romana, da prueba que su resistencia a la conquista fue aún mayor y más tardía que la de Numancia. De hecho, Tiermes sólo será vencida por Roma en 98 a.C., 35 años después de caer aquella. E incluso después se rebelaría siguiendo, como Uxama, a Sertorio, hasta que Pompeyo la doblegue definitivamente en 61 a.C. INFORMACIÓN. Puede consultarse el horario de las visitas guiadas en museodetiermes.es o el tel. 639 185 905.
Yacimiento de Tiermes. Soria. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego;