A veces buscas en el final de etapa una recompensa especial para tus cinco sentidos. Algo así miramos en Caldas de Reis, sobre el Camino de Santiago Portugués? Y vaya si lo encontramos. Sometimes you look for a special reward for your five senses at the end of your stage. Something like that we searched in Caldas de Reis, on The Camino Portugués? and we found it!
Tras cruzar varios de los puentes romanos que pueblan la zona, sentimos curiosidad por uno de los meandros más bellos del río Umia. La península que rodea sus aguas fue nuestro particular paraíso para pasar aquel día con su noche.
Allá fuimos y descansamos nuestros pies ya descalzos sobre el cuidado césped natural donde se alza la Torre do Río. Podría definirla sólo como un mirador espectacular, si no fuera por el mimo con el que se reparten sus cuidados aposentos en su interior, donde viajeros con ganas de experimentar el musical silencio de las aguas bravas de un río, se alojan.
Más de dos horas estuvimos paseando por sus dominios, un ecosistema donde el agua baja abundante y rabiosa, mientras desde la cima rocosa de uno de sus cortados disfrutas del espectáculo. Puentes, sendas, bosques, miradores o sencillamente rincones donde sentarte y pasar una agradable velada.
Al caer el sol los colores van cambiando, y en Torre do Río hay muchísimas tonalidades. Imaginaos desde el último ventanal de la torre arriba del todo. Poco a poco la luz natural va tornándose en la luz de las velas que una a una Loli pacientemente enciende. Esa luz sobre la piedra, sobre la madera, produce calidez, aquella que en todo momento sentimos desde que llegamos.
Un buen colofón final, disfrutar de una cena con productos de aquella tierra. Podréis imaginar cómo te dejan el cuerpo? Y al levantarnos en aquel mirador, sólo nos quedaba dar las gracias a Begoña, Loli, Ana y Rodrigo por el pequeño paraíso que han logrado a la vera del Camino de Santiago. Así da gusto volver a ponerse las botas y caminar en busca del siguiente puente romano que nos lleve a quién sabe qué lugares.
After crossing several Roman bridges in this area, one of the nicest meanders of the Umia river aroused our curiosity. The peninsula surrounded by its waters was our paradise to rest that day and night.
We went there and rested our barefoot feet on the natural grass where the Torre do Río is erected. We could define it as solely a viewpoint, but there are meticulous lodgings inside where travelers really stayed to experience the musical silence of a river rough waters.
We were walking in this place for more than two hours, an ecosystem where waters rush down, while you enjoy the spectacle on the rocky top. Bridges, paths, forests, viewpoints or simply spots where you can sit and enjoy the soirée.
At sunset the colors change, there are may shades in Torre do Río. Imagine the views from the last large window on top. Little by little the sunlight turns into the light of the candles that Loli patiently lights one by one. These lights on the stone and wood provide warmth, the same one that we felt at every moment since we arrived.
A nice culmination, to enjoy dinner prepared with traditional ingredients. You could imagine how good you feel? And after getting up in that viewpoint, we were extremely grateful to Begoña, Loli, Ana and Rodrigo for the little paradise that they have earned on The Camino de Santiago. In this way it is a pleasure to put on your boots again and go out for a walk to the next Roman bridge that directs us to a new challenge.
Photography by WomanToSantiago
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