Hola caracola (como dice mi amiga Mónica)!!!
Ya estoy de nuevo por aquí. Y si, ya sé que parezco loca, hablando del fin de las vacaciones a estas alturas, pero aunque en mi caso se terminaron hace 9 días, pues yo me estaba dedicando a ponerme al día con la vuelta al cole entre otras cosas. Ya te enseñaré lo que he preparado con respecto a ese asunto para ayudar a los niños pequeños a organizarse un poco.
En primer lugar, te quiero pedir disculpas por no preparar calendario para este mes, pero su comienzo me pillo de viaje y creo que a falta de 10 días para que termine el mes ya no es de recibo hacerlo.
¿Qué donde estaba? y ¿Por qué no preparé una lámina para indicar que cerraba por vacaciones?. Pues la primera respuesta es el objeto de este post, así que sigue leyendo y te lo contaré todo. Con respecto a la segunda pregunta, te diré que no lo hice porque pensé que podría con todo (como siempre) pero está visto que no es así y no pienso castigarme por ello.
Y ahora si, te voy a contar donde hemos pasado estas vacaciones. Obviamente, por el título del post, ya sabes que fuimos a Tenerife. Y aunque es un destino al que hemos ido varias veces (en promedio una vez cada cuatro años), he de reconocer que este año he conocido una isla diferente.
Me encanta la isla. Seguramente porque se parece mucho a mi querida Venezuela (no en vano los canarios que emigraron allí, la llamaron la octava isla. Aunque parece que "La Graciosa" nos va a quitar esa denominación y con todo su derecho, por supuesto).
Cuando la conocí por primera vez fue en el año 2005. Recuerdo en cuanto me subí al taxi: la música que sonaba en la radio, su vegetación, sus viviendas, el mar, sus habitantes, incluso su olor, todo me era familiar, era como volver a casa.
Para ese entonces yo llevaba poco más de un año en España y recién había sacado el carnet de conducir, por lo que no podía alquilar un coche. Descubrimos los lugares más turísticos de la isla (Puerto de la Cruz, Santa Cruz, Las Américas, El Teide, Garachico, Icod, Los Gigantes...).
En la siguiente visita, fuimos con el peque, tan solo tenía un año y estaba aprendiendo a caminar. Nos centramos en visitar las playas para que disfrutara de la arena. Y por supuesto volvimos a Loro Parque para que gozara con los animales.
Y en la tercera visita nos pasó exactamente lo mismo, pero con la brujilla de la casa.
Tal parece que finalmente en nuestra cuarta visita, somos lo suficientemente independientes como para movilizarnos a nuestro antojo por la isla para conocer nuevos lugares. Y he de reconocer que ha sido un viaje muy divertido e interesante.
Principalmente nos movimos por Tenerife Norte, aunque también fuimos algunos días a la zona Sur. Y es que en Tenerife es tan marcado el cambio entre el norte y el sur, que incluso se nota en el clima. El norte es más húmedo y verde, mientras que el Sur es cálido y seco.
En Mesas del Mar (si te atreves a llegar hasta allí), tienes de un lado una playa tranquila y del otro lado una piscina natural. Nosotros fuimos un día soleado de Septiembre pero con el mar bastante revuelto.
Me llamó poderosamente la atención el contraste entre la zona de playa y la zona de piscina natural, ya que en la segunda pudimos disfrutar del fuerte oleaje, que continuamente bañaba los bordes de la piscina, mientras que del otro lado de la montaña, el mar llegaba bastante tranquilo a la orilla de la playa.
La piscina es bastante grande y dependiendo del oleaje, se mantiene en continua circulación. Hay varias duchas y aunque no hay nada de arena, puedes disponer de alguno que otro, espacio para la toalla. No creo que sea una playa muy concurrida (me supongo que por las grandes bajadas en zigzag necesarias para llegar hasta allí). A nosotros nos encantó verla, aunque no llegamos a bañarnos en sus aguas, pues para nosotros era solo un paseo por la Costa Nor-Este.
Nos comimos la merienda mientras disfrutábamos del mar y poco después volvimos a subir por las cuestas de zigzag. He de reconocer que en ciertos tramos me daba un poco de culillo (miedo). El camino es estrecho y cuando viene el autobús no sabes muy bien donde meter el coche, la familia y a ti mismo.
Tomamos nuevamente la carretera TF-16 hacia Bajamar (un pueblo costero que nos recomendaron para comer buen pescado). Un pueblo bastante peculiar, con una playa extraña, más bien como un malecón y de nuevo piscinas naturales. Como ya he comentado, el oleaje era fuerte bañando el faro y también las piscinas.
Comimos en la terraza del Restaurante Bajamar. Es todo un espectáculo disfrutar de las olas mientras comes, un buen pescadito frito, con sus papas arrugadas y su mojo verde. Los niños eligieron croquetas de pescado que no estaban mal. Es impresionante sentir en el suelo del restaurante el retumbar de cada ola que golpea el malecón y eso que no está pegado al mar.
Terminamos el día de paseo por La Laguna, disfrutando de sabrosos helados italianos y del buen ambiente que se disfruta al caer la tarde, en sus calles Herradores y Obispo Redondo.
Se me está haciendo muy larga esta entrada. Otro día te cuento más sobre nuestro viaje a Tenerife.