Es un hecho que estamos ante un refrito de Una nueva esperanza: todo gira alrededor de un robot con un mensaje vital que debe ser entregado a su dueño mientras una tercera y mucho más grande Estrella de la Muerte deberá ser destruida en una decisiva y épica batalla final. Incluso al igual que Leia, la protagonista femenina Rey es capturada, aunque se apaña muy bien sola haciendo uso de la fuerza para escapar, lo cual plantea una de las principales incógnitas, ¿de quien es descendiente?: ¿de Luke?, ¿de Leia?, ¿de Obi Wan?
Lo mejor, la aniquilación de la capital de una República que había aburrido tanto con su burocracia en la segunda trilogía. Un golpe en la mesa equiparable a un disparo en la cabeza a Jar Jar Binks. Y ya que J.J. no arriesga en hilo argumental, matar a Han Solo a manos de su hijo lo compensa con creces, lo cual, a pesar de que nos fastidie perder a un personaje tan carismático, es todo un acto de valentía. Al menos el testigo de héroe clásico de la saga confiamos que lo retomará Luke en la siguiente película, y aunque sólo le veamos de forma efímera en el final de ésta, la expectativa de lo que será capaz de hacer como maestro Jedi en las sucesivas hace que la espera valga mucho la pena.
Tres mini críticas sin spoilers de "Star Wars. Episodio VII: El despertar de la Fuerza".