Advertencia: El siguiente artículo contiene detalles concretos sobre la trama y los personajes de Star Wars: El despertar de la Fuerza.
Crítica desde el Lado Oscuro
El despertar de la Fuerza arranca con un primer acto soberbio en el que J.J. Abrams da lo mejor de sí. Nos plantea el misterio sobre el que pivotará la cinta (¡Luke Skywalwer ha desaparecido!) y acto seguido lleva a cabo una presentación ejemplar de los nuevos personajes. En mitad de la acción trepidante, el director y su equipo desarrollan los rasgos definitorios de los cuatro personajes de la nueva generación: Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega), Poe Dameron (Oscar Isaac) y Kylo Ren (Adam Driver). Los cuatro se presentan en acción, interactúan sin dejar de correr y la cámara los persigue con una agilidad inédita en las seis entregas anteriores. Aquí es donde el nuevo director da el do de pecho. Con un sencillo pero efectivo giro de cámara, Abrams nos sube al pedazo de chatarra más rápido de la galaxia y entrega la que quizá sea la mejor secuencia de persecución de todo Star Wars.
Por desgracia, a este gran arranque (todo nuevo, todo vibrante) le sigue un segundo acto más convencional, lastrado por la excesiva reverencia a la saga clásica. El esquema del argumento nos recuerda demasiado a Una nueva esperanza y a El retorno del jedi. Volvemos a las cantinas de mala muerte, volvemos a las Estrellas de la Muerte. La mejor cara de la nostalgia es aquí Harrison Ford, mucho mejor como viejo Han Solo de lo que fue como viejo Indiana Jones. El septuagenario actor sabe recuperar la simpática sobreactuación de su personaje y aportarle la profundidad -y cierta amargura- que acarrean los años. A Han Solo la vida le ha pasado factura y Harrison Ford logra transmitirlo con su cínica media sonrisa. Sin embargo, encuentra mal aliado en Abrams, que es en los momentos más dramáticos de El despertar de la Fuerza donde flaquea, algo imperdonable dada la dimensión de ciertos acontecimientos.
La redundancia respecto a la saga original y el mal resuelto dramatismo son los puntos más oscuros de una película casi siempre brillante, tanto que a veces deslumbra al espectador, que casi no puede ver ciertos agujeros en el guión, demasiadas casualidades y muchos “deus ex machina” que empujan la historia hacia donde quiere Abrams. Por suerte, la base de la película, sus nuevos personajes, está tan bien asentada que agarramos de la mano a Rey y Finn y, como enamorados, vamos donde ellos nos lleven sin hacernos demasiadas preguntas. El cine de aventuras es corazón, claro que sí, aunque al próximo Episodio VIII cabe pedirle un poco más de cerebro, más creatividad para llevarnos a lugares donde nunca hayamos estado antes.
Crítica desde la Luz
A los 10 minutos de comenzar El despertar de la Fuerza ya nos sentimos niños otra vez y de mayores queremos ser Poe Dameron, el mejor piloto de la Resistencia, carismático y jodidamente guapo. Sin embargo, realmente somos Finn, el bondadoso stormtrooper desertor de esa Primera Orden cuya crueldad y fanatismo quedan perfectamente definidas en la primera secuencia de la película. Sí, los malos son muy malos y los buenos son muy buenos porque, como ya defendimos aquí, La guerra de las galaxias es una película para niños, aunque esos niños ya peinen canas. Como niños aplaudimos las marchas de John Williams y cada reaparición de los personajes míticos. Pero, un momento: ¿somos niños otra vez o solo viejos mitómanos?
“¿Luke Skywalker?”, pregunta Rey. “¡Creía que solo era un mito!”. J. J. Abrams traslada muy bien la mitomanía de nuestro mundo real al mundo imaginario de Star Wars. Los personajes clásicos marcan a los nuevos, igual que marcan nuestro propio visionado de El despertar de la Fuerza. A veces son un misterio, otras una inspiración. También pueden ser una losa: para Kylo Ren, su ascendencia es motivo de angustia. Para nosotros, la saga original está demasiado presente en la sala de cine. Lo mejor -en la ficción como en la realidad- es cortar con el pasado. De todas las ovaciones que se escucharon durante la proyección, la más espontánea, la menos programada fue la dedicada a la victoria de la nueva heroína. En ese punto, por fin, somos niños otra vez, y no solo nostálgicos. Esa nueva admiración parece sincera, como la frustración al saber tan poco de Poe Dameron o a la Capitán Phasma, con su reluciente armadura y la maravillosa dicción de Gwendoline Christie. Ahora miramos más allá de Luke, Leia y Han. Ahora queremos más de esto nuevo de lo que aún hemos visto tan poco. Si algo sabe Abrams es que cuanto menos nos enseñe más querremos saber. Con la promesa de nuevas aventuras y tras el abierto desenlace de El despertar de la Fuerza, no cabe duda de que en 2017 querremos volver otra vez a esa galaxia tan lejana que sin embargo nos hace exclamar: “¡Chewie, estamos en casa!”.
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Tagged: Actualidad, Cine, Star Wars