Pueblos con encanto, bosques profundos y paisajes de vértigo en la vertiente leonesa de los Picos de Europa
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Bosque de bosques, este valle leonés, de vegetación exuberante y apretada, enamora a primera vista. Por su fondo corren las aguas frías de un Sella recién nacido, saltarín entre un mar de hayas y robles. Son los dominios montaraces que el lobo, el oso y el jabalí comparten con los hombres y mujeres de la montaña. Una montaña tan bella como llena de colores en cualquier época del año. Los caminos que recorren este valle hermético, cercado por los imponentes murallones que los Picos de Europa y la montaña cantábrica alzan por todas partes, son en muchos casos difíciles y casi siempre empinados. La horizontalidad es un lujo en este territorio de orografía tan difícil como hermosa y sólo se reserva para levantar construcciones importantes. Pero algunos de estos caminos permiten, sin realizar demasiado esfuerzo, enlazar tres de sus poblaciones más interesantes, Oseja, Soto y Ribota, mientras se realiza un paseo aderezado por los encantos que siempre brinda el bosque atlántico y unas panorámicas imposibles de olvidar.
El nacimiento del Sella
Los bosques de Sajambre están espléndidos en cualquier época del año: en verano se muestran frondosos, frescos, sugerentes, inmensos en su espesura y repletos de vida; en invierno aparecen inquietantes, húmedos, difíciles, retadores, a menudo tapizados de una capa blanca de nieve donde abundan las huellas, grandes y pequeñas, delatoras de una actividad natural que nunca cesa; en primavera se pintan explosivos, intensos de verdes y amarillos, con el empuje de la vida a flor de piel, mostrando con firmeza que ya nadie es capaz de detener el milagro en ciernes; y en otoño, sencillamente, deslumbrantes, como una postrer sesión de fuegos artificiales lujosa y sofisticada a más no poder. Entonces, cada rincón de este valle, por pequeño que sea, puede competir con ventaja con el más bello palacio jamás descrito en un cuento infantil.
La vida de este cuenco prodigioso gira en torno a Oseja de Sajambre, capital y ayuntamiento del resto de las poblaciones del valle. Su caserío se asienta sobre una soleada ladera con vistas a la omnipresente cumbre del Niajo (1.733 m.), custodiado en su retaguardia por la picuda y triangular Pica Ten (1.322 m.), de perfil inconfundible y sugerente. Entre sus calles, además de su notable templo parroquial, de buenas, armónicas y consistentes hechuras, se localiza algún hórreo y diversas muestras de buena arquitectura tradicional montañesa.
Soto es otra población destacada en Sajambre. No tanto por su tamaño, similar al del resto de los pueblucos, sino por su ubicación, cara a cara con el majestuoso paredón sobre el que reina la Peña Santa de Castilla, con sus 2.596 metros, la cumbre más elevada del macizo del Cornión. Ribota es la localidad que, agarrada como puede a una empinadísima ladera, se halla ubicada a la puerta misma del desfiladero de Los Beyos, una de las gargantas montañosas más largas y bellas de toda Europa. Este paseo a pie enlazando los caminos tradicionales que sirvieron desde siempre a los montañeses para llegarse de unos a otros discurre por el valle hilvanando estas tres localidades.
El paseo
De los muchos caminos que suben y bajan atravesando bosques y majadas, conectando arroyos, prados e invernales, uno destaca por su nombre propio: La Senda del Arcediano. Señalizado como sendero de gran recorrido, arranca en el puerto del Pontón hacia Cangas siguiendo el trazado viejo que, en estas tierras difíciles, unía unos pueblos con otros antes de que el desfiladero de Los Beyos -maravilla de maravillas- fuera un tajo transitable por el hombre.
La Senda del Arcediano
Recuperada del olvido para usos ecoturísticos, en su origen fue la ancestral vía de comunicación abierta desde este valle hacia Asturias. Y cumplió su uso hasta que la carretera que hoy serpentea por el fondo del desfiladero de Los Beyos, construida entre 1864 y 1884, dejó de ser la fantasía de un loco. Hasta entonces, y ya desde tiempos romanos, los hombres de Sajambre iban y venían a sus asuntos por este camino saltando el puerto montañoso de Beza.
El nombre con el que se conoce esta vía se debe a don Pedro Díaz de Oseja (1583-1665),natural de Oseja de Sajambre. En su carrera llegó a ser arcediano de Villaviciosa. Preocupado por las condiciones paupérrimas en las que vivían sus paisanos, donó en su momento una gran cantidad de dinero destinado a arreglar y consolidar el viejo camino, además de a fundar una escuela en el pueblo. Dos hechos insólitos en una aldea del siglo XVII perdida entre las montañas.
La primera parte del paseo discurre por el tramo de la Senda del Arcediano que enlaza las localidades de Oseja y Soto, siguiendo el camino que tradicionalmente utilizaron los vecinos de ambas localidades para viajar de la una a la otra antes de que se construyera la actual y arriscada carretera que hoy las une, estrecha y de trazado tan difícil que incluso fue necesario horadar la montaña con un túnel para hacerla posible.
Desde Oseja de Sajambre el arranque de este camino hay que buscarlo junto a la ermita de San Roque, situada algo por encima del pueblo junto a una nogalera en la que se dan también buenos castaños. Este tramo de la senda tiene unos cinco kilómetros de largo y viene a recorrerse en una tranquila hora de fácil paseo. Muy poco después de sobrepasar la ermita, en una revuelta hacia la izquierda, aparecen el río y el puente de Buseco, custodiando la entrada de una cueva en cuyo recibidor acostumbra a guardarse algo de ganado.
La Senda continúa en largo y tendido ascenso, sin que falten encantadoras vistas sobre el caserío de Oseja y el valle, siempre vigilado por la figura triangular y afilada de su Pica Ten y la contundencia apabullante del Niajo, enfrente de la senda, con los espectaculares cortados formando el inicio del desfiladero de Los Beyos. Al alcanzar el collado de Corona es preciso optar por el ramal izquierdo, despreciando, al llegar a este punto, los ramales que salen hacia la derecha. La Senda -camino carretero que acostumbra embarrarse con la llegada de las lluvias y el pisar profundo de los ganados que suben y bajan a las majadas- emprende desde aquí ya el descenso decidido y prolongado hacia Soto de Sajambre.
Una escuela vanguardista
Todo este trayecto, corto, fácil y ameno, es, además, un buen muestrario de la variada presencia de especies vegetales que se dan en estas latitudes y altitudes: hayas, abedules, acebos, castaños, robles o avellanos, entre otros, acompañan, alternándose entre prados, riachuelos y fuentes, hasta llegar a Soto de Sajambre. Este encantador pueblo de montaña, a 930 metros de altitud, es la aldea más alta del valle de Sajambre, además de inicio o final de tantas y tantas excursiones por los Picos de Europa. A todo su encanto, más que evidente, hay que sumar la sorpresa de atesorar una valiosa rareza: su escuela pública. Fue construida en 1906 por un vecino emigrado y enriquecido en Méjico, Félix Martino, quien aportó los fondos, no sólo para la realización del edificio, de una solidez y amplitud excepcionales dado el carácter apartado y minúsculo de la localidad, sino también de todo el equipamiento educativo necesario para llevar a cabo una actividad formativa de altísima calidad: microscopios, mapas, láminas de anatomía, utillaje de laboratorio, juegos, enciclopedias y un largo etcétera que, en su momento, sólo estuvieron al alcance de las escuelas más avanzadas. Gracias a la iniciativa de los vecinos es posible visitar una de las aulas de la escuela en la que se exhibe parte de este maravilloso material milagrosamente conservado hasta hoy.
Desde Soto el paseo se encamina hacia Ribota, en la parte más baja del valle, junto a la entrada del desfiladero, por la propia carretera. Mientras se da la espalda al murallón pétreo de Peña Santa, el paisaje que domina este tramo alterna el espacio para pastos con las umbrías del bosque. El valle aparece regado por el río Agüera, cuyo cauce se represa poco antes del túnel de Picarancón para lanzarlo por un tubo a las turbinas de la central eléctrica de San Pedro, muchos metros más abajo. El valle principal de Sajambre aparece de nuevo a la vista tras atravesar el breve túnel mientras la estrecha carretera conduce hasta el mirador Vistalegre, con una espectacular panorámica de todo el conjunto. Para alcanzar Ribota, que se atisba muchos metros por debajo del mirador, hay que continuar por la carretera un corto trecho hasta encontrar la senda que, por la derecha, emprende el vertiginoso zigzagueo que desciende directamente hasta el pueblo.
Por la orilla del Sella
Ribota tiene dos barrios, uno alto, que se agrupa a los dos lados de la carretera, y otro bajo, junto al cauce del río Sella. El camino de regreso hacia Oseja arranca de la parte baja del pueblo, justo antes de cruzar el puente de piedra sobre el río. El camino abandona la localidad mientras lo remonta por su orilla derecha, con el oscuro triángulo de la pica Ten al frente. Primero entre prados y luego directamente a través del bosque galería que festonea el discurrir del Sella, se sigue el viejo camino que enlazaba las localidades del valle hasta la construcción de la actual carretera. La necesidad de alcanzar la cota a la que se encuentra Oseja, hace que el camino vaya ganado altura de una manera progresiva, sin prisa pero sin pausa, durante todo este tramo mientras las gélidas aguas del Sella se van quedando algunos metros más abajo. Se alcanza así un cruce. Si se toma la pista hacia la derecha es posible llegar, en unos 15 minutos, hasta la localidad de Vierdes, del otro lado del Sella. Pero para llegar a Oseja, a otros 15 minutos desde aquí, es necesario girar hacia la izquierda y acometer los repechos finales de este variopinto recorrido.
Alrededores
El desfiladero de Los Beyos
Bajando del Pontón hacia Cangas, pasada ya la población de Ribota, se mal tiene en pie la vieja venta de Cobarcil. El desfiladero empieza justo ahí: al pie de la venta el pasillo montañoso no tiene más de 10 metros de ancho, la carretera no más de tres. El río Sella abre en los primeros kilómetros su tramo más impresionante. Tan espectacular como el paisaje resultan las obras que fue
necesario realizar para sacar esta carretera adelante. Aunque parezca imposible, algunos ramales de la carretera permiten acceder hasta las aldeas que, como Víboli y Casielles, fueron levantadas en la parte alta del desfiladero. También merece la pena llegar hasta Amieva, localidad que enlaza con Soto de Sajambre a través del trazado más espectacular de la Senda del Arcediano.
El Cares
Caín, en el angosto valle de Valdeón, es el pueblo más septentrional de Castilla y León. En él arranca la garganta de montaña más famosa de esta Comunidad,
tallada por el río Cares y sólo transitable a pie por una senda abierta en 1946, excavada en la roca casi en su totalidad, sin que falten túneles y un par vertiginosos de puentes.
INFORMACIÓN
Recorrido: paseo circular / 10 km.
Tiempo aproximado: 5 horas.
Dificultad: media.
Señalizado: el Parque Nacional Picos de Europa ha señalizado esta ruta con el indicativo “PR PNPE – 10 Pueblos de Sajambre”.
Época recomendada: primavera, verano, otoño.
Inicio y final: Oseja de Sajambre.
Track para el GPS: ABRIR LA RUTA EN GOOGLE EARTH.
Mapas
Información: Oficina de Posada de Valdeón, tel. 987 74 05 49. La ruta en la web del Parque Nacional de Picos de Europa.
Cómo llegar: El acceso al valle sólo es posible por dos puntos: el puerto del Pontón, llegando desde León, o el desfiladero de Los Beyos, llegando desde Asturias. Es atravesado por la N-625.
Observaciones: el itinerario discurre por un territorio cuya protección comparten el Parque Nacional de Picos de Europa y el Parque Regional de Picos de Europa, con una amplia y estricta normativa que regula los usos recreativos de este espacio, siendo la premisa fundamental no dejar rastros de ningún tipo. Enclavado en una zona de alta montaña, el disfrute de este espacio exige tomar todas las precauciones habituales en un paseo por un terreno de estas características. Las condiciones climáticas pueden variar repentinamente y con mucha crudeza. Los caminos pueden estar muy embarrados.
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MESÓN EL ARCEDIANO (Oseja de Sajambre) Tel. 987 74 09 24. Estando en Oseja, este es un buen sitio para reponer fuerzas. Establecimiento sencillo, a la entrada de la población, especializado en comida casera con productos y recetas de la zona. Destacan las carnes de caza -jabalí, venado- y platos típicos como la fabada, el cabrito guisado y el bacalao a la vizcaína. Carta de vinos y comedor amplio.